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Airok
La Reina Rubí
03-01-2025, 01:06 AM
El sonido de la tormenta seguía rugiendo, pero en el interior del barco, Airok y Bora trabajaban frenéticamente asegurando la carga. Las cuerdas tensadas y la red que habían colocado sobre los barriles y cajas parecían resistir, aunque cada sacudida del barco hacía que ambas miraran de reojo el trabajo hecho, buscando alguna debilidad. Spack desde hacía rato no chillaba, pero sus ojos oscuros seguían moviéndose de un lado a otro con evidente nerviosismo observando todo lo que ocurría.
—Termina de ajustar los nudos, voy a revisar el resto de las estancias —dijo Airok a Bora, con una calma que era más aparente que real.
Sin esperar respuesta, salió del almacén y recorrió rápidamente los pasillos del barco. Cada sacudida le recordaba la importancia de que todo estuviera en su sitio, especialmente en un viaje como este, donde el más mínimo desliz podía convertirse en una catástrofe, y más que un desliz, resultó tremenda tormenta. Abrió un par de puertas para asegurarse de que los armarios seguían cerrados y las habitaciones estaban en orden.
Al llegar a la cocina, Airok dejó escapar un suspiro frustrado. Varias cosas estaban fuera de lugar: platos apilados en la encimera, una fruta rodando por el suelo... “Le tengo dicho que mantengan todo asegurado, maldito Balagus” pensó, mientras recogía la fruta a toda prisa y la dejaba en el primer lugar más seguro que encontró. "Verás cuando encuentre esto fuera de su sitio". Sabía que no haría falta decirle nada; era inevitable una discusión futura cuando abriera los cajones y viera todo mal puesto. Balagus reclamaría que había invadido su espacio, y ella aprovecharía para recordarle la importancia del orden en cualquier navío. Una rutina tan agotadora como familiar.
Pero no tenía ahora tiempo para más delicadezas. Siguiendo con las prisas y tras haber revisado todas las habitaciones, volvió al almacén y cerró la puerta tras de sí con un portazo justo cuando el grito de Balagus resonó desde la cubierta.
—¡BAJAMOS YA! —
Airok apretó a Spack contra su pecho, asegurándolo con fuerza mientras con la otra mano se aferraba a uno de los cabos que habían colocado para estabilizar la carga y se sentaba en el suelo. El corazón le latía con fuerza, pero su mente estaba enfocada en lo único que podía hacer: aguantar el impacto y confiar en que las medidas tomadas hasta el momento fueran suficientes.
—¡BORA, AGÁRRATE! —gritó, interrumpiendo la tarea de la Mink mientras el barco comenzaba a caer.
El vacío en su estómago fue inmediato. Durante aquellos segundos eternos, parecía que todo a su alrededor estaba a punto de romperse. Cada golpe de viento sacudía la estructura como si fuera un juguete en manos de la tormenta. Al no tener visión clara del exterior, no podía saber qué tan lejos estaban del suelo ni a qué velocidad bajaban, lo que amplificaba aún más la espera del impacto.
El golpe llegó, pero sorprendentemente mucho más suave de lo que Airok había imaginado, lo que se sintió casi como una decepción tranquilizadora. Había esperado un impacto brutal, las tablas destrozadas y la carga desparramada con ellas convertidas en puré en medio, pero en cambio, inexplicablemente el barco resistió. Las cuerdas aguantaron, y aunque todo crujía a su alrededor, no hubo mayores daños.
Airok tardó unos segundos en procesar lo sucedido, estaba bastante entera. Miró a Spack, que seguía tan rígido como un tronco con su pequeño corazón a mil por hora y la respiración acelerada, pero estaba ileso. Giró la cabeza hacia Bora, que se levantaba lentamente del suelo, sacudiéndose el polvo con un gesto resignado pero intacta.
—Bueno, parece que hemos sobrevivido... —dijo Airok, con una mezcla de alivio y sarcasmo mientras acariciaba la cabecita de Spack y lo miraba con cariño para relajarlo un poco. Se giró hacia Bora y añadió: —Buen trabajo con la red. Podría haber sido mucho peor si la carga hubiera empezado a moverse. ¿Tú estás bien?
Spack soltó un pequeño chillido, como si quisiera intervenir en la conversación. Airok lo miró y, por primera vez desde que comenzó la tormenta, sonrió. —Spack dice que es culpa tuya si encontramos un plátano aplastado entre las cajas —bromeó, alzando una ceja hacia Bora— Pero tranquilo, pequeño, todos estamos un poco fuera de lugar ahora.
El silencio volvió a asentarse lentamente, aunque la tensión seguía latente. Airok tomó aire y añadió con un tono más serio: —Ten cuidado cuando vayamos a abrir los armarios, la carga se ha movido dentro y puede caerte algo encima.
Fue entonces cuando una voz familiar interrumpió desde la entrada del almacén: —¿Están bien? —preguntó Marvolath mientras las examinaba visualmente en busca de lesiones antes de continuar— Parece ser que hemos... aterrizado gracias a Dharkel.
Airok alzó una ceja, su expresión mezcla de incredulidad y curiosidad. —¿Dharkel? ¿Nuestro Dharkel? —repitió, dejando claro su escepticismo.
El hombre asintió con seriedad. —Cada vez que lo he visto en peligro me sorprende con algo nuevo.Me pregunto qué será lo próximo.
Mientras él comenzaba a organizar los contenedores junto con Bora, Airok permaneció pensativa. Dharkel, siempre vago y fuente de discusiones constantes, ahora parecía haber salvado el día de una forma inexplicable, dada la situación que había.
—Pues habrá que darle las gracias... supongo. Pero si cree que esto le libra de su próximo turno, está muy equivocado —murmuró, más para sí misma que para los demás.
—Bora, desde que cojas aire, hay que empezar a revisar si hay algo roto. — Se dirigió también hacia Marvolath— Ya tengo el inventario hecho, dejadme los desperfectos en el mismo baúl todos juntos y después lo reviso de mi inventario —concluyó, saliendo a cubierta por fin con Spack todavía aferrado a ella.