¿Sabías que…?
... este sabías qué no tiene ningún contenido y solo busca despistar al usuario.
[Aventura] [T2] Gingerbread
Arthur Soriz
Gramps
El espacio angosto del callejón juega a tu favor. Cada movimiento que haces es como un torbellino contenido en un pasaje donde tus contrincantes apenas tienen margen para maniobrar. Los gritos ahogados y el ruido de la lucha llenan el ambiente aunque por suerte no hay ni un transeúnte que ose entrometerse... saben que ellos son de la Mano Negra; estás haciendo lo que ellos no se animan a hacer por su cuenta.

El grandullón es el primero en sufrir las consecuencias de tu furia. Su acometida inicial cargada de peso y fuerza carece de la precisión necesaria para contrarrestar la técnica con la que respondes. Tu patada golpea su brazo levantado torciendo su extremidad en un ángulo poco natural mientras un chasquido seco resuena en el aire probablemente producto de un hueso roto... o al menos astillado. Su grito de dolor es más instintivo que consciente y su equilibrio se quiebra en el acto. Con un giro fluido lo haces caer cual un árbol cortado, y el impacto de su cuerpo contra el suelo hace que una fina nube de polvo se eleve entre los adoquines.

Está ahí tirado... pero no por mucho tiempo. Te preparas con rapidez aprovechando el instante de vulnerabilidad. Cuando tu pierna se alza nuevamente y desciende con un golpe directo a su torso lo escuchas gemir guturalmente mientras el aire es expulsado de sus pulmones en un jadeo agónico. Su cuerpo pesado es lanzado otra vez contra las cajas de madera detrás suyo. Esta vez el sonido del impacto es más contundente; las cajas crujen, algunas se rompen en pedazos. Su cabeza cae hacia un lado... inerte, mientras su pecho sube y baja con dificultad, cada respiración un esfuerzo monumental.

El calvo ya no representa una amenaza. Sus párpados se cierran, su resistencia agotada, y queda fuera de combate.

Mientras tanto el flaco engominado, presa de su pánico, lucha desesperadamente por mantener el control de la situación. Apenas tiene tiempo para apuntar su arma cuando Isis, rápida y feroz, lanza su ataque. El pico del halcón se clava en la carne de su mano arrancándole un grito agudo y estridente. La pistola resbala de sus dedos temblorosos cayendo al suelo con un ruido metálico y él retrocede, llevándose la mano ensangrentada al pecho.

Pero no le das oportunidad de recuperarse. Con movimientos precisos, lo alcanzas en un instante agarrando sus muñecas con ambas manos en un agarre de hierro. Su expresión es una mezcla de dolor y terror mientras intentas inmovilizarlo. Forcejea pero es inútil... tu fuerza lo supera con creces. Entonces llegan las patadas... rápidas, brutales, dirigidas a sus costillas. Cada impacto es un golpe seco, y sientes cómo el tejido cede bajo tu bota reforzada. Él grita, se retuerce, escupe saliva mezclada con sangre pero no hay escapatoria. Un último picotazo de Isis es la guinda del castigo y su grito desgarrado llena el callejón.

Cuando finalmente lo sueltas se derrumba sobre sus rodillas, jadeando y tosiendo... demasiado débil para siquiera intentar levantarse. Su mirada te lanza una última chispa de desafío mientras se lleva una mano temblorosa a la boca limpiando la sangre de sus labios.

No sabes con quiénes te has metido... —logra decir entre dientes con un tono que intenta ser amenazante, aunque la debilidad en su voz lo traiciona—. La pagarás caro.

Mientras tanto, Anubis, siempre vigilante está husmeando alrededor. Sus patas se mueven con rapidez, olfateando cada rincón del callejón, pero su atención se dirige pronto hacia un lugar específico. Después de unos minutos, comienza a ladrar, como si quisiera indicarte algo. Su hocico apunta en dirección al gran casino que domina esta parte de la ciudad. Parece que el rastro de los extorsionistas se pierde allí. Por ahora, no podrás seguirlo más ya que sabes esta gente vive metida ahí... o al menos ese par de inútiles poca monta.

Sin embargo al revisar las posesiones de los dos matones encuentras algo que recompensa tu esfuerzo. Entre los bolsillos del calvo descubres una bolsa de dinero. Está llena, rebosante de monedas y billetes. Con solo un vistazo puedes calcular que no solo es suficiente para devolver lo que robaron a la anciana, sino que incluso sobra para cubrir otras necesidades si quieres tuyas. El peso de la bolsa en tu mano contrasta con la ligereza del aire fresco que finalmente comienza a disipar el eco de la batalla.

El callejón queda en silencio salvo por los débiles gemidos del flaco todavía consciente pero inmovilizado, y la respiración pesada del calvo inconsciente y derrotado. Ahora el siguiente movimiento depende de ti. ¿Dejarlos aquí para que se lamieran las heridas, terminar el trabajo de una vez por todas, o regresar con la anciana para entregarle el dinero que tan injustamente le fue arrebatado?

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[T2] Gingerbread - por Arthur Soriz - 30-12-2024, 04:38 AM
RE: [T2] Gingerbread - por Horus - 30-12-2024, 08:00 PM
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RE: [T2] Gingerbread - por Moderador Doflamingo - 04-01-2025, 07:38 PM

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