
Octojin
El terror blanco
03-01-2025, 11:11 AM
El primer golpe de la bestia, que parecía destinado a arrasar con todo, se estrella contra tu contundente bloqueo con una fuerza increíble. La verdad es que has sido inteligente realizando ese bloqueo, y has pillado completamente desprevenido a tu rival, que probablemente se esperaba otro movimiento. La bestia parece confusa al encontrar semejante resistencia, como si no estuviera acostumbrada a eso, pero insiste en su ataque hasta que es repelido en su totalidad. Las escamas del cocodrilo emiten un sonido seco y metálico al impactar con tus defensas, y la fuerza del ataque hace que se sacuda el aire a tu alrededor. El enorme reptil, sorprendido de nuevo por la solidez de tu postura, pierde el equilibrio y cae pesadamente al suelo. Su cuerpo retumba con un estruendo que resuena en toda la granja y que es celebrado por los luchadores que tienes como aliados. Por un instante, su panza desprotegida queda al descubierto, y es víctima de tu plan.
Ese momento es suficiente para ti. Aprovechando la apertura de su postura, te lanzas hacia adelante con una agilidad y precisión calculada. Tu espada, que brilla bajo la tenue luz, corta el aire con fuerza y encuentra en su objetivo la zona sin escamas del enorme cocodrilo, que a penas puede protegerse ante su posición indefensa. El impacto hace que la bestia suelte un gruñido ensordecedor mientras su cuerpo se desliza varios metros hacia atrás, arrastrado por la inercia del potente golpe que le has dado. Su trayectoria le lleva directamente al carro de explosivos que está estratégicamente puesto para recibirle con los brazos abiertos.
El impacto entre la bestia y el carro es inmediato y devastador. Una explosión estalla al momento, iluminando la noche como un relámpago. El ruido ensordecedor sacude el suelo, y una onda expansiva barre todo lo que encuentra a su paso. El refugio cercano queda completamente destruido en el proceso, y los escombros vuelan en todas direcciones, golpeando por aquí y por allá con las rocas que lo erigían. Tú misma no te libras del alcance de la explosión, y ésta te lanza varios metros por los aires. Tu cuerpo golpea el suelo con fuerza, y el polvo y los restos que se levantan nublan tu visión. Todo queda envuelto en una densa humareda que no deja ver lo que ocurre.
Por un momento, el mundo se queda en silencio. Solo el sonido de los escombros cayendo y los ecos lejanos de la explosión rompen la calma momentánea que deja un interrogante al devenir de la situación. Es imposible distinguir nada a través de la cortina de polvo que lo cubre todo, aunque poco a poco se irá disipando y empezarás a ver cosas. Sin embargo, la calma no dura mucho.
De repente, una silueta emerge de la humareda. Puedes notarlo más en el movimiento de la tierra que por lo que ves, ya que la zona sigue estando cubierta por la humareda y la tierra levantada fruto de la explosión. Lo que tienes ante ti, es la bestia. A pesar de la explosión y el impacto, todavía está en pie, y parece bastante cabreada. Su figura imponente, ahora cubierta de cenizas y con algunas escamas visiblemente dañadas, se mueve con una mezcla de furia y resistencia que la hace aún más peligrosa. Algo normal, al fin y al cabo no se podría tomar muy bien haber recibido una explosión como esa. Con un rugido que sacude la tierra, el cocodrilo gigante se lanza hacia ti, y su enorme cabeza baja como un ariete directo a tu posición.
El cabezazo es completamente devastador, cargado de toda la fuerza que la criatura puede reunir en ese momento, a pesar de las heridas sufridas. El suelo tiembla bajo el impacto, y las escamas de la bestia brillan por un instante, reflejando las luces intermitentes de las llamas que aún arden en el carro destruido y la zona afectada por éste.
Tras el ataque, la bestia da un paso hacia atrás, como si estuviera evaluando el daño causado, o quizá intentando descansar unos segundos. Sus ojos, ardientes de rabia, se fijan en ti mientras abre las fauces con cierta lentitud, pero consciente de lo que está haciendo. Desde lo profundo de su garganta, un gas oscuro y espeso comienza a emerger y rápidamente cubre la zona en la que estáis luchando. El aire se llena de un hedor químico, una mezcla agria y venenosa que amenaza con invadir tus sentidos y llenar los alrededores de una neblina tóxica que desconoces. No puedes saber qué efecto es, pero el color no infunde mucha confianza.
El combate no ha terminado, ni parece estar muy cerca de hacerlo. La criatura, a pesar de los daños recibidos, sigue demostrando que es una fuerza imparable de la naturaleza, y parece estar dispuesta a pelear hasta el último aliento, algo que seguramente ya sabías y contabas con ello. La humareda, las llamas y el gas venenoso se combinan para crear un escenario infernal que parece haber sido sacado del propio inframundo. Todo apunta a que lo peor aún está por llegar.
Ese momento es suficiente para ti. Aprovechando la apertura de su postura, te lanzas hacia adelante con una agilidad y precisión calculada. Tu espada, que brilla bajo la tenue luz, corta el aire con fuerza y encuentra en su objetivo la zona sin escamas del enorme cocodrilo, que a penas puede protegerse ante su posición indefensa. El impacto hace que la bestia suelte un gruñido ensordecedor mientras su cuerpo se desliza varios metros hacia atrás, arrastrado por la inercia del potente golpe que le has dado. Su trayectoria le lleva directamente al carro de explosivos que está estratégicamente puesto para recibirle con los brazos abiertos.
El impacto entre la bestia y el carro es inmediato y devastador. Una explosión estalla al momento, iluminando la noche como un relámpago. El ruido ensordecedor sacude el suelo, y una onda expansiva barre todo lo que encuentra a su paso. El refugio cercano queda completamente destruido en el proceso, y los escombros vuelan en todas direcciones, golpeando por aquí y por allá con las rocas que lo erigían. Tú misma no te libras del alcance de la explosión, y ésta te lanza varios metros por los aires. Tu cuerpo golpea el suelo con fuerza, y el polvo y los restos que se levantan nublan tu visión. Todo queda envuelto en una densa humareda que no deja ver lo que ocurre.
Por un momento, el mundo se queda en silencio. Solo el sonido de los escombros cayendo y los ecos lejanos de la explosión rompen la calma momentánea que deja un interrogante al devenir de la situación. Es imposible distinguir nada a través de la cortina de polvo que lo cubre todo, aunque poco a poco se irá disipando y empezarás a ver cosas. Sin embargo, la calma no dura mucho.
De repente, una silueta emerge de la humareda. Puedes notarlo más en el movimiento de la tierra que por lo que ves, ya que la zona sigue estando cubierta por la humareda y la tierra levantada fruto de la explosión. Lo que tienes ante ti, es la bestia. A pesar de la explosión y el impacto, todavía está en pie, y parece bastante cabreada. Su figura imponente, ahora cubierta de cenizas y con algunas escamas visiblemente dañadas, se mueve con una mezcla de furia y resistencia que la hace aún más peligrosa. Algo normal, al fin y al cabo no se podría tomar muy bien haber recibido una explosión como esa. Con un rugido que sacude la tierra, el cocodrilo gigante se lanza hacia ti, y su enorme cabeza baja como un ariete directo a tu posición.
El cabezazo es completamente devastador, cargado de toda la fuerza que la criatura puede reunir en ese momento, a pesar de las heridas sufridas. El suelo tiembla bajo el impacto, y las escamas de la bestia brillan por un instante, reflejando las luces intermitentes de las llamas que aún arden en el carro destruido y la zona afectada por éste.
Tras el ataque, la bestia da un paso hacia atrás, como si estuviera evaluando el daño causado, o quizá intentando descansar unos segundos. Sus ojos, ardientes de rabia, se fijan en ti mientras abre las fauces con cierta lentitud, pero consciente de lo que está haciendo. Desde lo profundo de su garganta, un gas oscuro y espeso comienza a emerger y rápidamente cubre la zona en la que estáis luchando. El aire se llena de un hedor químico, una mezcla agria y venenosa que amenaza con invadir tus sentidos y llenar los alrededores de una neblina tóxica que desconoces. No puedes saber qué efecto es, pero el color no infunde mucha confianza.
El combate no ha terminado, ni parece estar muy cerca de hacerlo. La criatura, a pesar de los daños recibidos, sigue demostrando que es una fuerza imparable de la naturaleza, y parece estar dispuesta a pelear hasta el último aliento, algo que seguramente ya sabías y contabas con ello. La humareda, las llamas y el gas venenoso se combinan para crear un escenario infernal que parece haber sido sacado del propio inframundo. Todo apunta a que lo peor aún está por llegar.