
Octojin
El terror blanco
03-01-2025, 01:33 PM
Vaya vaya... Menuda lengua tiene usted, caballero. Parece que tus constantes provocaciones están teniendo un efecto negativo en tu rival. Aunque también en el público, que si ya te apoyaba poco... Menos lo hará ahora. Pero eso te da igual, ¿no? Viniste solo y, probablemente, te irás solo. Así que poco te debería importar lo que diga la gente, más teniendo en cuenta que no les conoces.
Ryu te mira con un ceño fruncido que delata la lucha interna que se está librando en su interior en ese preciso momento. Las palabras, en algunas ocasiones, pueden ser más duras que un golpe. Y las tuyas han pinchado hueso y le han tocado en un punto sensible, y es evidente que el joven no está acostumbrado a ser desafiado de esa manera, y su autocontrol se está poniendo a prueba. Sus labios se tensan y las líneas de su mandíbula se marcan aún más, pero respira hondo, llenando su pecho de aire como si eso pudiera apaciguar el fuego que bulle en su interior. Una vez, dos veces… y poco a poco su rostro recupera una serenidad estudiada, un gesto que parece darle algo de control sobre la situación.
Estira un poco, realizando algunos movimientos fluidos que evidencian que el combate está a punto de empezar. Sus brazos giran alrededor de su cuerpo, hace un par de sentadillas, y tras ello un par de saltos. Parece preparado.
Los murmullos a tu alrededor crecen conforme los espectadores empiezan a rodear el rectángulo de combate. Alumnos y maestros por igual susurran entre ellos, intercambiando miradas de expectación y casi de impaciencia. Algunos parecen sorprendidos de que alguien como tú haya conseguido provocar una reacción tan visible en Ryu. Otros, más prudentes, observan en silencio, evaluando la tensión palpable entre ambos combatientes que está a punto de alcanzar su punto más álgido.
Ryu da un paso atrás, posicionándose con deliberación mientras mantiene sus ojos clavados en los tuyos. Asiente una sola vez, con un gesto firme, como si aceptara tu desafío y todo lo que conlleva y te avisase de que va a ir a por ti.
—Basta de palabras —declara de nuevo, esta vez con un tono más contenido pero no menos firme.
Sin más preámbulos, adopta una postura ligeramente inclinada, con el cuerpo relajado pero listo para explotar en cualquier momento. Y entonces, como si la calma anterior hubiera sido una mera ilusión, se lanza hacia adelante. Su movimiento es rápido, fluido, casi imperceptible para quienes no tienen un ojo entrenado. Cierra la distancia entre ambos con un par de pasos y, en un giro ágil, eleva una pierna en una patada ascendente que apunta directamente a tu estómago.
La técnica es impecable, cargada de precisión y fuerza. El aire parece silbar al ser cortado por la velocidad del golpe, mientras los espectadores contienen el aliento, expectantes por ver cómo reaccionas ante el primer ataque de la estrella del dojo.
Ryu te mira con un ceño fruncido que delata la lucha interna que se está librando en su interior en ese preciso momento. Las palabras, en algunas ocasiones, pueden ser más duras que un golpe. Y las tuyas han pinchado hueso y le han tocado en un punto sensible, y es evidente que el joven no está acostumbrado a ser desafiado de esa manera, y su autocontrol se está poniendo a prueba. Sus labios se tensan y las líneas de su mandíbula se marcan aún más, pero respira hondo, llenando su pecho de aire como si eso pudiera apaciguar el fuego que bulle en su interior. Una vez, dos veces… y poco a poco su rostro recupera una serenidad estudiada, un gesto que parece darle algo de control sobre la situación.
Estira un poco, realizando algunos movimientos fluidos que evidencian que el combate está a punto de empezar. Sus brazos giran alrededor de su cuerpo, hace un par de sentadillas, y tras ello un par de saltos. Parece preparado.
Los murmullos a tu alrededor crecen conforme los espectadores empiezan a rodear el rectángulo de combate. Alumnos y maestros por igual susurran entre ellos, intercambiando miradas de expectación y casi de impaciencia. Algunos parecen sorprendidos de que alguien como tú haya conseguido provocar una reacción tan visible en Ryu. Otros, más prudentes, observan en silencio, evaluando la tensión palpable entre ambos combatientes que está a punto de alcanzar su punto más álgido.
Ryu da un paso atrás, posicionándose con deliberación mientras mantiene sus ojos clavados en los tuyos. Asiente una sola vez, con un gesto firme, como si aceptara tu desafío y todo lo que conlleva y te avisase de que va a ir a por ti.
—Basta de palabras —declara de nuevo, esta vez con un tono más contenido pero no menos firme.
Sin más preámbulos, adopta una postura ligeramente inclinada, con el cuerpo relajado pero listo para explotar en cualquier momento. Y entonces, como si la calma anterior hubiera sido una mera ilusión, se lanza hacia adelante. Su movimiento es rápido, fluido, casi imperceptible para quienes no tienen un ojo entrenado. Cierra la distancia entre ambos con un par de pasos y, en un giro ágil, eleva una pierna en una patada ascendente que apunta directamente a tu estómago.
La técnica es impecable, cargada de precisión y fuerza. El aire parece silbar al ser cortado por la velocidad del golpe, mientras los espectadores contienen el aliento, expectantes por ver cómo reaccionas ante el primer ataque de la estrella del dojo.