Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] Ser marine nunca fue fácil [T2]
Dan Kinro
[...]

Dan Kinro se quedó un instante congelada en su sitio mientras el estruendo de la explosión sacudía la taberna. La onda expansiva había enviado trozos de madera, vidrios rotos y un calor abrasador hacia todos lados. Su corazón latía con fuerza, pero no era el miedo lo que la movía. Era la urgencia, la necesidad de actuar.

Ahora o nunca.

"¿Pero quien demonios es este tipo?" Pensó mientras sus ojos dorados captaban el caos desatado a su alrededor. El suelo temblaba bajo sus botas, y el calor comenzaba a llenar el ambiente con un aire sofocante. Sabía que no podía quedarse ahí parada, no cuando el lugar entero parecía a punto de colapsar.

Sin pensarlo mucho más, la joven marine giró rápidamente hacia los parroquianos que estaban más cerca de ella. Algunos permanecían congelados por el pánico, otros ya estaban en movimiento hacia la salida. Con un gesto firme y su voz alzada por encima del ruido, gritó:

¡Todos fuera, ahora! ¡Dejad lo que tengáis y moved esos malditos culos o yo misma os muevo a golpes! 

El acento áspero de su voz resonó como un látigo, rompiendo la parálisis de los presentes.

Uno de los hombres, el mismo que había iniciado todo con su torpeza y cuchillo, estaba tirado en el suelo, aturdido y con una herida superficial en la frente. Dan lo agarró por el cuello de la camisa y lo levantó con una fuerza sorprendente para su tamaño.

¡Tú primero, patán! Si no sales en diez segundos, te juro que te llevo yo misma a patadas ¡Wheesht! — Sin esperar respuesta a su extraña expresión, lo lanzó hacia la puerta abierta como un saco de papas.

El calor aumentaba, y el crepitar de las llamas era cada vez más fuerte. Las llamas comenzaban a devorar los barriles más cercanos, y la madera chisporroteaba como si el fuego estuviera reclamando su territorio.

Antes de moverse ella misma hacia la salida, sus ojos captaron algo entre los escombros: la moneda que Winslow Crow había dejado tras de sí, brillando entre los restos como si fuera una burla directa hacia ella. Con un gruñido de frustración, la chica se agachó y la recogió, sintiendo el calor del metal en la palma de su guante.

Nae sé quién demonios eres, Cuervo, pero te voy a encontrar. Y cuando lo haga, más te vale tener respuestas ante la justicia.

La guardó rápidamente en uno de los bolsillos de su chaleco antes de dar una última mirada al interior de la taberna. No podía dejar que nadie más quedara atrapado en ese infierno.

Al girar hacia la puerta, vio a una mujer mayor atrapada detrás de una mesa volcada. Las llamas la rodeaban, y su rostro estaba marcado por el terror. Dan Kinro no lo pensó dos veces. Con un salto ágil, esquivó los restos ardiendo en el suelo y llegó hasta ella. A Dan no le importaba que fuese un delincuente, un criminal o que desayunase gatitos, debía salvarla.

¡Vamos, abuela, no tienes tiempo para quedarte ahí sentada! — le dijo mientras usaba toda su fuerza para levantar la mesa y apartarla del camino.

La mujer la miró con ojos llenos de gratitud, pero no podía moverse. Dan la levantó como si fuera un saco de harina y corrió hacia la salida, evitando los fragmentos de madera que caían desde el techo.

Una vez fuera, depositó a la mujer en el suelo junto al grupo de parroquianos que habían logrado escapar. El aire fresco golpeó su rostro, y por un instante, dejó que sus pulmones se llenaran de oxígeno mientras evaluaba la situación.

Por desgracia para ella, su deber de salvar personas priorizó sus acciones, dando el tiempo suficiente a aquel sujeto para escapar.

Podía escuchar a lo lejos las campanas de alarma de los marines que ya respondían al incidente. Los gritos y el caos llenaban la calle, pero la kuja tenía claro lo que debía hacer. Podría quedarse a explicar lo sucedido, pero no era su estilo quedarse de brazos cruzados mientras alguien como ese tal Crow desaparecía sin dejar más rastro que una moneda y una taberna en llamas.

Se giró hacia uno de los tantos marines de Loguetown que corrían hacia la escena.

¡Encárgate de esto! El Cuervo va hacia el este, voy tras él. — No esperó respuesta. A pesar de no tener una pista concreta, su instinto le decía que Winslow no podía estar lejos.

Dan Kinro comenzó a correr por las calles de Loguetown, sus botas resonando contra el empedrado mientras esquivaba a los curiosos que se habían congregado para ver el incendio. El humo aún se alzaba tras ella, y las voces de los gritos se iban desvaneciendo con cada paso.

Mientras corría, su mente repasaba todo lo que había ocurrido. ¿Por qué Crow había elegido esa taberna? ¿Qué significaba la moneda? Y lo más importante, ¿por qué parecía tan interesado en ella? Había demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, pero una cosa estaba clara: esto no había terminado.

Llegó a una intersección y se detuvo un instante, intentando captar algún rastro sin éxito. Aquella jornada, la vida de Dan corrió peligro de muerte y ni ella se había percatado por estar centrada en aquella persona. La moneda, todavía humeante, que había guardado parecía pesar más en su bolsillo, brillaba como si fuese un recordatorio constante de que estaba en el camino correcto, aunque fuera incierto.

Resumen e Información
#12


Mensajes en este tema
Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Irina Volkov - 05-12-2024, 10:23 PM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 09-12-2024, 12:03 AM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 10-12-2024, 03:22 PM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 17-12-2024, 05:24 PM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 29-12-2024, 09:38 AM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 02-01-2025, 03:35 PM
RE: Ser marine nunca fue fácil [T2] - por Dan Kinro - 03-01-2025, 07:39 PM

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 11 invitado(s)