
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
03-01-2025, 07:39 PM
El viento gélido se colaba entre las calles de Loguetown, envolviendo a los transeúntes en una bruma de copos de nieve que anunciaban la inminente llegada de la noche. Entre el ajetreo y el bullicio de la plaza central, una figura extravagante destacaba por su atuendo llamativo y sus movimientos tan estudiados como teatrales. El grandioso Pavo Real del Océano avanzaba con la gracia de un actor que entraba en escena, cada paso marcaba un ritmo, cada gesto era una pincelada que completaba un cuadro más grande y cada suspiro un recuerdo de su soledad antes de encontrarse con sus camaradas para ir al mar del norte.
La nieve comenzaba a acumularse suavemente sobre los adoquines y las estatuas, y fue entonces cuando sus ojos grises captaron una figura solitaria en la estatua del tigre. Un joven, con una expresión que oscilaba entre la molestia y la resignación, permanecía inmóvil, dejando que la nieve se derritiera sobre él. La exclamación del extraño fue simple, pero su apariencia era más suficiente para despertar la curiosidad de Mayura, un hombre que claramente se veía un poco más alto, de contextura similar y un pelo morado intenso parecido al del elegante pirata, era como verse en un espejo.
— ¿Fastidio? — Murmuró Mayura para sí mismo, con una sonrisa que bordeaba lo travieso y analizaba la escena. — Con este clima diría que es un escenario perfecto para una tragedia o, con un poco de suerte, una comedia romántica. — Continuó para sí mismo mordiéndose un labio y saboreándolo posteriormente. Sin más preámbulos, el Pavo Real del Océano se acercó, permitiendo que su ostentosa capa verdeazulado ondeara detrás de él como una cortina en un teatro al cerrarse el telón. Se detuvo al pie de la estatua, alzando la vista hacia el joven sentado sobre el tigre analizándolo con una mirada picara y excitante, de cerca se veía aún mejor.
— Buenas tardes, desconocido. — Saludó con un ademán elegante, inclinando levemente la cabeza, utilizando su tono histriónico y teatral como siempre. — Parece que el invierno te ha tomado por sorpresa. Aunque, sinceramente, debo decir que tu elección de asiento tiene un aire trágicamente heroico. — Mayura alzó una ceja, dejando que un copo de nieve se posara sobre su guante antes de soplarlo suavemente. — Pero dime, ¿realmente planeas pasar la noche aquí, bajo la nieve? Podría ser un final dramático... pero inconveniente si eres alguien que planea futuras aventuras. — dijo con un toque de sarcasmo, antes de mirar alrededor y finalmente detener sus ojos en los del joven con más seriedad. — Si estás buscando un lugar donde resguardarte, quizás pueda ofrecerte un trago en la taberna más cercana, justo me dirigía hacia ella. Aunque... — Añadió con un destello de teatralidad y una pausa tan dramática como elegante. — debo advertirte, no soy el anfitrión más convencional. — Una carcajada ligera le acompañó en aquella oración, buscando cortar cualquier tensión posible y tener un acercamiento más amistoso. Sin duda, el Pavo Real del Océano sentía mucha intriga por conocer más a fondo sobre este sujeto tan parecido en físico, y como usual, le era imposible contenerse cuando la excitación de la curiosidad por lo “bello” le invadía.
La oferta flotó en el aire, como un guion que esperaba ser aceptado o rechazado. Mayura, a su manera peculiar, ofrecía una mano ahora extendida hacia el sujeto, aunque no solo por cortesía, sino también por el intrigante presentimiento de que este encuentro podría ser el prólogo de algo mil veces más interesante de lo que parecía. "Espero no asustar a la audiencia con tanta cortesía... sería trágico para mi reputación." Pensó a la espera de la respuesta de su grata, generosa e intencionada oferta.
La nieve comenzaba a acumularse suavemente sobre los adoquines y las estatuas, y fue entonces cuando sus ojos grises captaron una figura solitaria en la estatua del tigre. Un joven, con una expresión que oscilaba entre la molestia y la resignación, permanecía inmóvil, dejando que la nieve se derritiera sobre él. La exclamación del extraño fue simple, pero su apariencia era más suficiente para despertar la curiosidad de Mayura, un hombre que claramente se veía un poco más alto, de contextura similar y un pelo morado intenso parecido al del elegante pirata, era como verse en un espejo.
— ¿Fastidio? — Murmuró Mayura para sí mismo, con una sonrisa que bordeaba lo travieso y analizaba la escena. — Con este clima diría que es un escenario perfecto para una tragedia o, con un poco de suerte, una comedia romántica. — Continuó para sí mismo mordiéndose un labio y saboreándolo posteriormente. Sin más preámbulos, el Pavo Real del Océano se acercó, permitiendo que su ostentosa capa verdeazulado ondeara detrás de él como una cortina en un teatro al cerrarse el telón. Se detuvo al pie de la estatua, alzando la vista hacia el joven sentado sobre el tigre analizándolo con una mirada picara y excitante, de cerca se veía aún mejor.
— Buenas tardes, desconocido. — Saludó con un ademán elegante, inclinando levemente la cabeza, utilizando su tono histriónico y teatral como siempre. — Parece que el invierno te ha tomado por sorpresa. Aunque, sinceramente, debo decir que tu elección de asiento tiene un aire trágicamente heroico. — Mayura alzó una ceja, dejando que un copo de nieve se posara sobre su guante antes de soplarlo suavemente. — Pero dime, ¿realmente planeas pasar la noche aquí, bajo la nieve? Podría ser un final dramático... pero inconveniente si eres alguien que planea futuras aventuras. — dijo con un toque de sarcasmo, antes de mirar alrededor y finalmente detener sus ojos en los del joven con más seriedad. — Si estás buscando un lugar donde resguardarte, quizás pueda ofrecerte un trago en la taberna más cercana, justo me dirigía hacia ella. Aunque... — Añadió con un destello de teatralidad y una pausa tan dramática como elegante. — debo advertirte, no soy el anfitrión más convencional. — Una carcajada ligera le acompañó en aquella oración, buscando cortar cualquier tensión posible y tener un acercamiento más amistoso. Sin duda, el Pavo Real del Océano sentía mucha intriga por conocer más a fondo sobre este sujeto tan parecido en físico, y como usual, le era imposible contenerse cuando la excitación de la curiosidad por lo “bello” le invadía.
La oferta flotó en el aire, como un guion que esperaba ser aceptado o rechazado. Mayura, a su manera peculiar, ofrecía una mano ahora extendida hacia el sujeto, aunque no solo por cortesía, sino también por el intrigante presentimiento de que este encuentro podría ser el prólogo de algo mil veces más interesante de lo que parecía. "Espero no asustar a la audiencia con tanta cortesía... sería trágico para mi reputación." Pensó a la espera de la respuesta de su grata, generosa e intencionada oferta.