Galhard
Gal
08-08-2024, 11:22 PM
El impacto entre los dos navíos resonó por toda la bahía, sacudiendo a ambos bandos y dejando un eco en las aguas que rodeaban a Logue Town. El disparo certero de Muken alcanzó la rodilla del espadachín, quien cayó al suelo con un grito de dolor, su espada soltándose de su mano mientras intentaba contener la hemorragia. Sin embargo, la situación estaba lejos de resolverse.
El tirador, lejos de intimidarse por los 200 centímetros de Muken, mostró una sonrisa torcida mientras su mirada se volvía aún más aguda.-Si fallamos en secuestrar a esta niña nuestro efe nos matará igualmente, así que prefiero irme dando guerra.-Espetó y con un rápido movimiento, disparó ambas pistolas en dirección al joven aventurero, obligando a Muken a retroceder para esquivar las balas. El tirador, experto en combate a corta distancia, no perdió el tiempo y se lanzó al abordaje, saltando con sorprendente agilidad a la embarcación de Muken.
Mientras tanto, el espadachín herido, aunque debilitado, no estaba completamente fuera de combate. Con una mueca de determinación, comenzó a arrastrarse hacia su espada, mostrando que aún tenía la voluntad de luchar. Muken tenía que actuar rápidamente, no solo para neutralizar al tirador, sino también para impedir que el espadachín se recuperara.
El tirador, con un par de movimientos rápidos, sacó un cuchillo que llevaba oculto en su cinturón y lo lanzó con fuerza hacia Muken, buscando aprovechar cualquier apertura en su defensa. Al mismo tiempo, el espadachín herido, con la espada de nuevo en mano, hizo un último esfuerzo por levantarse, tambaleándose mientras intentaba mantener el equilibrio.
Muken, aunque lograba esquivar el cuchillo por poco, sentía la presión incrementarse. Los gritos del espadachín herido mezclados con el sonido de los disparos comenzaban a atraer la atención de otros barcos en las cercanías. Sin embargo, la ayuda aún estaba lejos de ser una certeza, y Muken se encontraba ahora en una situación crítica. El tirador, con una mirada asesina, avanzaba sin tregua, y el espadachín, aunque herido, no parecía dispuesto a rendirse fácilmente.
El joven aventurero sabía que cada segundo contaba. Debía decidir rápidamente cómo neutralizar a ambos o enfrentarse a un combate que podría volverse mortal en cuestión de momentos. Con el tirador cada vez más cerca y el espadachín levantando lentamente su arma, la batalla estaba lejos de terminar.
El tirador, lejos de intimidarse por los 200 centímetros de Muken, mostró una sonrisa torcida mientras su mirada se volvía aún más aguda.-Si fallamos en secuestrar a esta niña nuestro efe nos matará igualmente, así que prefiero irme dando guerra.-Espetó y con un rápido movimiento, disparó ambas pistolas en dirección al joven aventurero, obligando a Muken a retroceder para esquivar las balas. El tirador, experto en combate a corta distancia, no perdió el tiempo y se lanzó al abordaje, saltando con sorprendente agilidad a la embarcación de Muken.
Mientras tanto, el espadachín herido, aunque debilitado, no estaba completamente fuera de combate. Con una mueca de determinación, comenzó a arrastrarse hacia su espada, mostrando que aún tenía la voluntad de luchar. Muken tenía que actuar rápidamente, no solo para neutralizar al tirador, sino también para impedir que el espadachín se recuperara.
El tirador, con un par de movimientos rápidos, sacó un cuchillo que llevaba oculto en su cinturón y lo lanzó con fuerza hacia Muken, buscando aprovechar cualquier apertura en su defensa. Al mismo tiempo, el espadachín herido, con la espada de nuevo en mano, hizo un último esfuerzo por levantarse, tambaleándose mientras intentaba mantener el equilibrio.
Muken, aunque lograba esquivar el cuchillo por poco, sentía la presión incrementarse. Los gritos del espadachín herido mezclados con el sonido de los disparos comenzaban a atraer la atención de otros barcos en las cercanías. Sin embargo, la ayuda aún estaba lejos de ser una certeza, y Muken se encontraba ahora en una situación crítica. El tirador, con una mirada asesina, avanzaba sin tregua, y el espadachín, aunque herido, no parecía dispuesto a rendirse fácilmente.
El joven aventurero sabía que cada segundo contaba. Debía decidir rápidamente cómo neutralizar a ambos o enfrentarse a un combate que podría volverse mortal en cuestión de momentos. Con el tirador cada vez más cerca y el espadachín levantando lentamente su arma, la batalla estaba lejos de terminar.