Dan Kinro dejó escapar un resoplido que se mezcló con el aire helado, formando una pequeña nube de vapor. Miró hacia el gran árbol desnudo en el centro de la plaza y luego hacia las cajas apiladas a su alrededor. Una sonrisa, cálida y sincera, comenzó a formarse en su rostro mientras sus ojos dorados brillaban con entusiasmo.
— ¿Saben qué? Aye, esto es lo que necesitamos. Un maldito festival con luces, estrellas y toda la magia navideña.
La marine se giró hacia Ares y Alaric, agitando las manos como si intentara contagiarles su repentino fervor.
— ¿Nae? ¿No lo ven? ¡Es nuestra oportunidad de hacer algo que valga la pena, algo que no sea solo arrestar idiotas o repartir golpes!
Dan se acercó a las cajas, quitando con un gesto decidido la nieve acumulada sobre una de ellas. Con una rapidez sorprendente, abrió la tapa, revelando un montón de luces doradas y plateadas, estrellas brillantes y guirnaldas con campanillas que tintinearon al moverse.
— Mirad esto, es increíble. — Sostuvo una estrella plateada con ambas manos, admirándola por un momento antes de alzarla hacia el árbol como si ya pudiera verla en lo alto.
— ¡Este árbol va a ser el más bonito que Loguetown haya visto jamás! Los niños van a flipar, y todos esos comerciantes gruñones van a tener algo por lo que sonreír.
Sin esperar respuesta, se giró hacia Ares y Alaric con una chispa de devoción y emoción que rara vez mostraba. El frío no parecía afectarla, o quizás era su propio entusiasmo el que la mantenía cálida.
— Ares, tú y tus músculos reptilianos van a ser mi grúa personal. Necesito que levantes las cosas más pesadas y me subas a ese árbol si hace falta. — Luego miró a Alaric, señalándolo con un dedo acusador pero amistoso. — Y tú, ¿sabes lo que tienes que hacer? Organiza esas luces. Quiero que esto sea un espectáculo que la gente recuerde hasta el próximo invierno.
Dan empezó a sacar más decoraciones de las cajas, sus movimientos rápidos y eficaces. Mientras lo hacía, no pudo evitar tararear una melodía navideña, una vieja canción de su infancia en Amazon Lily. La nostalgia llenaba el aire, mezclándose con la nieve que seguía cayendo suavemente.
— Aye, sabéis, de donde vengo no celebrábamos cosas como estas. Pero siempre soñé con un árbol así, lleno de luces y estrellas. No solo por la decoración, sino porque todo esto une a la gente.
La chica se detuvo un momento, sosteniendo una guirnalda dorada entre las manos mientras su mirada se volvía ligeramente más suave.
— Y en tiempos como estos, necesitamos recordar que no todo es lucha. A veces, lo importante es simplemente estar juntos.
Sacudiéndose cualquier atisbo de melancolía, la joven marine se enderezó y arrojó una guirnalda hacia Ares, riendo.
— ¡Vamos, chicos! Tenemos un árbol que vestir y un festival que iluminar. ¡Nadie quiere ver un sargento con las manos en los bolsillos mientras la plaza parece un montón de escombros!
Se apresuró hacia las cajas con luces, desenredando las primeras y probándolas para comprobar su estado.
— ¡Aye!¡ A ver si funciona! ¡Mirad esto! — Exclamó mientras alzaba las luces intentando encenderlas por encima de su cabeza como si hubiera conquistado algo importante. — Esto va a ser espectacular. Así que, manos a la obra, que el espíritu navideño no espera. ¡Quiero que esta plaza brille más que el faro de Loguetown!