
Lawliet D. Giorno
Iceberg de la Marina
06-01-2025, 06:08 AM
(Última modificación: 06-01-2025, 06:10 AM por Lionhart D. Cadmus.)
Al día siguiente, Giorno se disponía a continuar con su rutina cuando un cabo llegó apresurado al dormitorio.
Suboficial Lawliet, el Teniente lo requiere nuevamente en su oficina. Es urgente.
Sin demora, Giorno se dirigiría a la oficina. Allí encontraría al Teniente revisando un mapa desplegado sobre su escritorio. Este lo saludaría con un gesto y señalaría el mapa.
Suboficial, recibimos un informe preocupante. Anoche, uno de nuestros informantes en el mercado reportó actividad sospechosa cerca de los muelles. Parece que un grupo de contrabandistas está operando en la isla, traficando armas. Tu misión será liderar a la misma escuadra de ayer y patrullar la zona asignada. Si encuentras algo, actúa con cautela y reporta de inmediato.
Giorno asintiría, sintiendo una mezcla de responsabilidad y orgullo.
Entendido, señor.
Lawliet, una cosa más. Añadió el Teniente, mirándolo con seriedad. Esto no es un ejercicio. Los contrabandistas no dudarán en atacar si sienten que están en peligro. Mantén a tus hombres en formación y no permitas que el pánico los venza.
Giorno haría un saludo militar y saldría para reunir a su escuadra.
En el patio, los seis reclutas lo esperarían. Giorno los llamaría a formar y les explicó la situación.
Esto no es un ejercicio. Estamos buscando a contrabandistas armados. Nuestra prioridad es reunir información y asegurar la zona. Si hay confrontación, sigan mis órdenes al pie de la letra. ¿Entendido?
¡Sí, señor! Respondieron al unísono.
Tras asegurarse de que todos llevaban el equipo necesario, se dirigieron hacia los muelles, una zona laberíntica de pasarelas de madera, almacenes y embarcaciones ancladas.
Durante el patrullaje, uno de los reclutas, Rainer, señalaría hacia un almacén aparentemente vacío.
Jefe, vi movimiento en esa dirección.
Giorno ordenaría que el grupo se detuviera. Examinaría el lugar: un edificio antiguo, con tablones desgastados y ventanas oscurecidas. Dio instrucciones para que dos reclutas cubrieran la entrada trasera mientras él y los demás inspeccionaban el frente.
Un crujido proveniente del interior lo haría detenerse. Levantaría una mano para indicar silencio y daría un paso hacia la puerta entreabierta. Desde adentro, se escuchaban voces bajas, lo suficiente para confirmar que no estaban solos.
Rainer, cubre el lado derecho. Los demás, atentos.
Al empujar la puerta lentamente, vio a tres hombres descargando cajas de madera marcadas con símbolos extraños. No había duda: eran contrabandistas.
¡Marina! ¡Deténganse ahora mismo! Gritaría Giorno, entrando con su rifle preparado.
Los contrabandistas reaccionaron con sorpresa, pero uno de ellos, evidentemente el líder, gritó:
¡Defiéndanse!
Dos de los hombres sacaron pistolas y dispararon mientras el tercero intentó escapar. Giorno, con precisión, derribó a uno de ellos con un disparo de hielo a la pierna.
Suboficial Lawliet, el Teniente lo requiere nuevamente en su oficina. Es urgente.
Sin demora, Giorno se dirigiría a la oficina. Allí encontraría al Teniente revisando un mapa desplegado sobre su escritorio. Este lo saludaría con un gesto y señalaría el mapa.
Suboficial, recibimos un informe preocupante. Anoche, uno de nuestros informantes en el mercado reportó actividad sospechosa cerca de los muelles. Parece que un grupo de contrabandistas está operando en la isla, traficando armas. Tu misión será liderar a la misma escuadra de ayer y patrullar la zona asignada. Si encuentras algo, actúa con cautela y reporta de inmediato.
Giorno asintiría, sintiendo una mezcla de responsabilidad y orgullo.
Entendido, señor.
Lawliet, una cosa más. Añadió el Teniente, mirándolo con seriedad. Esto no es un ejercicio. Los contrabandistas no dudarán en atacar si sienten que están en peligro. Mantén a tus hombres en formación y no permitas que el pánico los venza.
Giorno haría un saludo militar y saldría para reunir a su escuadra.
En el patio, los seis reclutas lo esperarían. Giorno los llamaría a formar y les explicó la situación.
Esto no es un ejercicio. Estamos buscando a contrabandistas armados. Nuestra prioridad es reunir información y asegurar la zona. Si hay confrontación, sigan mis órdenes al pie de la letra. ¿Entendido?
¡Sí, señor! Respondieron al unísono.
Tras asegurarse de que todos llevaban el equipo necesario, se dirigieron hacia los muelles, una zona laberíntica de pasarelas de madera, almacenes y embarcaciones ancladas.
Durante el patrullaje, uno de los reclutas, Rainer, señalaría hacia un almacén aparentemente vacío.
Jefe, vi movimiento en esa dirección.
Giorno ordenaría que el grupo se detuviera. Examinaría el lugar: un edificio antiguo, con tablones desgastados y ventanas oscurecidas. Dio instrucciones para que dos reclutas cubrieran la entrada trasera mientras él y los demás inspeccionaban el frente.
Un crujido proveniente del interior lo haría detenerse. Levantaría una mano para indicar silencio y daría un paso hacia la puerta entreabierta. Desde adentro, se escuchaban voces bajas, lo suficiente para confirmar que no estaban solos.
Rainer, cubre el lado derecho. Los demás, atentos.
Al empujar la puerta lentamente, vio a tres hombres descargando cajas de madera marcadas con símbolos extraños. No había duda: eran contrabandistas.
¡Marina! ¡Deténganse ahora mismo! Gritaría Giorno, entrando con su rifle preparado.
Los contrabandistas reaccionaron con sorpresa, pero uno de ellos, evidentemente el líder, gritó:
¡Defiéndanse!
Dos de los hombres sacaron pistolas y dispararon mientras el tercero intentó escapar. Giorno, con precisión, derribó a uno de ellos con un disparo de hielo a la pierna.