Horus
El Sol
07-01-2025, 05:47 AM
Ambos reposábamos contra aquellos barriles viejos y destartalados del muelle desértico. Sin duda, ese lugar destacaba por contar con una cierta paz que parecía imposible en aquella ciudad atronadora y llena de alborotadores. Pero era interesante ver que, incluso en una ciudad sin ley, uno podía encontrar pequeños espacios para el descanso y el reposo con completa tranquilidad. En ese momento, éramos tan solo dos personas charlando sobre mitos y leyendas, uno de mis temas favoritos, sin lugar a dudas. Me relamía ligeramente el rastro de ron que me quedaba entre los labios con el fin de recordar el sabor del mismo, que revivía en mi interior el calor y ardor del licor. Me planteaba comprar alguna botella más de esas para cuando en alguna noche hiciera mucho frío. Pero a Anaka no le gustaría que desperdiciara el dinero en algo como alcohol, aunque nunca le pregunté si le gustaba la bebida; igual no hacía daño una.
Sin duda, el ron había logrado que el hombre anciano soltara su lengua, más no parecía estar escuchándome mucho. Era como si tuviera una historia que contar, algo que albergaba en su corazón y tenía la necesidad de entregar esa historia a una nueva generación antes de que su vida expirara. Gracias al embriagador licor, una chispa leve comenzaba a brillar y arder en su mirada, dándole una chispa de juventud más viva que nunca. Aunque bien podría ser una última ascua en la hoguera antes de apagarse y extinguirse por completo. Me daba un poco de lástima que pasara sus últimos años de vida en una ciudad como esa, con los maravillosos lugares que había por el mundo. Pero, sin duda, si alguien de su edad se refugiaba en esa isla, era porque en su pasado no había precisamente buenas acciones.
La historia del tal Ætherius era bastante fascinante. Sin duda, tuvo que ser una leyenda viva en su momento: el domador de las tormentas, aquel que derrotó a la gran tortuga, quien cargó la isla Esqueleto sobre sus brazos. En fin, unas historias increíbles y legendarias que parecían una auténtica fantasía. Me encantaba esto; nada más llegar al North Blue ya estaba encontrando nuevas historias sobre una figura legendaria que no conocía. No cabía en mí la emoción y era incapaz de dejar de plasmar en mi diario las palabras de aquel hombre sobre aquel que no tiene miedo a nada. Los detalles de la sangre por las colinas de huesos me llamaron la atención, pero creo que todo lo relacionado con ese lugar sería mejor ir a contemplarlo directamente por mí mismo.
— La verdad está ahí fuera y es mi objetivo descubrirlo — le diría emocionado.
El hombre terminó de contar todo lo que tenía que contar. Era como si, por fin, se hubiera quitado algo de su conciencia; había pasado el testigo de esa historia a posiblemente la única persona que, en esos momentos, estaba en la isla dispuesta a escucharla y averiguar sobre ella. Esta charla había sido muy enriquecedora; Dolos era una persona fascinante con mucho que contar y, al parecer, ya tenía que heredar esa historia. Estaba muy feliz de ser quien podía tomar el testigo de esa leyenda.
— Un placer, Dolos, y no se preocupe. Lo tengo todo bien anotado en mi diario. Esta leyenda, sin duda alguna, saldrá a la luz y la conocerá el mundo entero, estoy seguro de ello — le diría con emoción mientras trazaba la última línea de mis anotaciones — Y sobre lo que haré en estos momentos, lo tengo muy claro: iré a investigar las colinas de huesos con toda la información que me ha dado. Para poder contar la historia de los Tribulantes y de Ætherius, necesito encontrar los escritos que dejó ese hombre en aquellas colinas. Hoy me prepararé y mañana partiré en su búsqueda — le diría, levantándome de nuevo.
En mis ojos se contemplaba el brillo de la determinación y la férrea convicción de que estaba haciendo lo correcto. Ya había logrado alcanzar la primera pista sobre un nuevo y misterioso enigma. Ahora solo tenía que seguir descifrando las pistas y encadenándolas hasta encontrar la verdad sobre los Tribulantes. Pero, antes de despedirme de mi compañero, tenía que hacerle unas últimas preguntas a mi nuevo amigo.
— Dolos, si me permite dos últimas cuestiones: ¿de casualidad, qué será de usted ahora? ¿A dónde irá? — una pregunta curiosa sobre el destino de ese hombre — Y, de casualidad, ¿ha sido esa brújula lo que lo condujo hacia mí? — claramente, el hombre buscó que fuera a su encuentro; guardaba mis sospechas.
Sin duda, el ron había logrado que el hombre anciano soltara su lengua, más no parecía estar escuchándome mucho. Era como si tuviera una historia que contar, algo que albergaba en su corazón y tenía la necesidad de entregar esa historia a una nueva generación antes de que su vida expirara. Gracias al embriagador licor, una chispa leve comenzaba a brillar y arder en su mirada, dándole una chispa de juventud más viva que nunca. Aunque bien podría ser una última ascua en la hoguera antes de apagarse y extinguirse por completo. Me daba un poco de lástima que pasara sus últimos años de vida en una ciudad como esa, con los maravillosos lugares que había por el mundo. Pero, sin duda, si alguien de su edad se refugiaba en esa isla, era porque en su pasado no había precisamente buenas acciones.
La historia del tal Ætherius era bastante fascinante. Sin duda, tuvo que ser una leyenda viva en su momento: el domador de las tormentas, aquel que derrotó a la gran tortuga, quien cargó la isla Esqueleto sobre sus brazos. En fin, unas historias increíbles y legendarias que parecían una auténtica fantasía. Me encantaba esto; nada más llegar al North Blue ya estaba encontrando nuevas historias sobre una figura legendaria que no conocía. No cabía en mí la emoción y era incapaz de dejar de plasmar en mi diario las palabras de aquel hombre sobre aquel que no tiene miedo a nada. Los detalles de la sangre por las colinas de huesos me llamaron la atención, pero creo que todo lo relacionado con ese lugar sería mejor ir a contemplarlo directamente por mí mismo.
— La verdad está ahí fuera y es mi objetivo descubrirlo — le diría emocionado.
El hombre terminó de contar todo lo que tenía que contar. Era como si, por fin, se hubiera quitado algo de su conciencia; había pasado el testigo de esa historia a posiblemente la única persona que, en esos momentos, estaba en la isla dispuesta a escucharla y averiguar sobre ella. Esta charla había sido muy enriquecedora; Dolos era una persona fascinante con mucho que contar y, al parecer, ya tenía que heredar esa historia. Estaba muy feliz de ser quien podía tomar el testigo de esa leyenda.
— Un placer, Dolos, y no se preocupe. Lo tengo todo bien anotado en mi diario. Esta leyenda, sin duda alguna, saldrá a la luz y la conocerá el mundo entero, estoy seguro de ello — le diría con emoción mientras trazaba la última línea de mis anotaciones — Y sobre lo que haré en estos momentos, lo tengo muy claro: iré a investigar las colinas de huesos con toda la información que me ha dado. Para poder contar la historia de los Tribulantes y de Ætherius, necesito encontrar los escritos que dejó ese hombre en aquellas colinas. Hoy me prepararé y mañana partiré en su búsqueda — le diría, levantándome de nuevo.
En mis ojos se contemplaba el brillo de la determinación y la férrea convicción de que estaba haciendo lo correcto. Ya había logrado alcanzar la primera pista sobre un nuevo y misterioso enigma. Ahora solo tenía que seguir descifrando las pistas y encadenándolas hasta encontrar la verdad sobre los Tribulantes. Pero, antes de despedirme de mi compañero, tenía que hacerle unas últimas preguntas a mi nuevo amigo.
— Dolos, si me permite dos últimas cuestiones: ¿de casualidad, qué será de usted ahora? ¿A dónde irá? — una pregunta curiosa sobre el destino de ese hombre — Y, de casualidad, ¿ha sido esa brújula lo que lo condujo hacia mí? — claramente, el hombre buscó que fuera a su encuentro; guardaba mis sospechas.