
Octojin
El terror blanco
07-01-2025, 01:09 PM
La bestia ruge con una fuerza que sacude el aire y el suelo a tu alrededor. Sus movimientos, aunque aún cargados de fuerza, delatan una creciente desesperación. La criatura sabe que este enfrentamiento es diferente a cualquier otro que haya tenido, y a juzgar por su predisposición a pelear, entiendes que no ha tenido otra cosa que combates por aquí y por allá en su vida. Por primera vez, un rival ha logrado desestabilizarla, y ahora su cuerpo comienza a mostrar signos claros de fatiga, tanto física, como mental. Sus movimientos ahora son algo más erráticos y los hilos de sangre que brotan por su escamoso cuerpo denotan que no está ganando, precisamente.
Cuando el impacto de su cabezazo se estrella contra tu bloqueo, el eco del choque resuena como el estruendo de un trueno. Lo cierto es que es un impacto bastante potente. Sin embargo, lejos de intimidarte, el momento parece ser la chispa que enciende tu determinación. Aprovechas la breve apertura que crea su avance, y con un movimiento cargado de precisión y brutalidad, tu espada desciende con la furia de un rayo negro. La hoja, ahora envuelta en tu voluntad, se incrusta profundamente en la articulación de una de las patas traseras de la bestia.
Mientras ejecutas tu movimiento te das cuenta de la perfección que lleva. Es elegante a la par que eficaz. Notas cómo el filo se incrusta en la piel de la bestia e incluso la atraviesa, dejando un surco de sangre que incluso te salpica y mancha tu preciada armadura e incluso tu cara.
El sonido que sigue es desgarrador. Un crujido seco, como el de un árbol gigantesco siendo partido por un hacha, que se mezcla con el rugido agónico de la criatura al recibir dicho impacto. La pierna, cortada casi por completo, cede bajo su propio peso, y la bestia cae de lado, con su masivo cuerpo golpeando el suelo con un impacto que sacude toda la granja y crea una ligera nube de tierra en el aire. El polvo se levanta alrededor de la caída, y por un instante, todo parece detenerse. Hasta tal punto que parece que el combate ha finalizado.
Pero la calma dura poco. La bestia, ahora visiblemente afectada, emite un chillido desgarrador que resuena en toda la zona, como un alarido de furia y dolor. El sonido reverbera entre los árboles y los escombros cercanos, llenando el aire con una sensación de inquietud. Aunque ha perdido ya dos de sus extremidades, no está aún vencida, y algo te dice que no se va a rendir hasta estarlo. Su cola, aún llena de fuerza, comienza a moverse con una velocidad y precisión sorprendentes.
El primer corte que lanzas hacia su cola logra impactar, pero solo de manera superficial. Las escamas, aunque dañadas, aún ofrecen cierta resistencia, y el golpe apenas consigue abrir una herida menor. Sin embargo, no te detienes. Tu segundo ataque busca seguir la ofensiva, pero la bestia, en un movimiento ágil y desesperado, utiliza su cola para bloquearlo por completo. El sonido del choque entre tu espada y su cola resuena como un campanazo metálico, y ambas fuerzas parecen empatar momentáneamente.
Tras el bloqueo, la criatura da un par de pasos hacia atrás como buenamente puede. Sus movimientos son bastante torpes, aunque cargados de intención, desde luego. Su mirada, intensa y llena de rabia, no se aparta de ti ni por un instante. Luego, en un gesto que parece antinatural incluso para una bestia de su tamaño, se agazapa. Sus músculos se tensan, y su cuerpo comienza a vibrar ligeramente, como si estuviera concentrando toda la energía que le queda para una última y devastadora acción.
La atmósfera se vuelve pesada. El aire alrededor de la criatura comienza a distorsionarse ligeramente, y un sonido bajo, como el zumbido de un tambor lejano, se hace presente. Los luchadores, que observan desde las trincheras, intercambian miradas nerviosas. Incluso ellos pueden sentir que la bestia está preparando algo más allá de un simple ataque físico. Y no se atreven ni siquiera a disparar. Vaya ayuda te van a dar...
La tensión aumenta con cada segundo que pasa. La criatura sigue agazapada, mientras sus ojos brillan con una mezcla de desafío y desesperación. Parece que está dispuesta a apostar todo en su próximo movimiento, y tú sabes que lo que venga ahora no será fácil de detener. La batalla ha alcanzado un punto crítico, y tanto la bestia como tú estáis al límite de vuestras fuerzas.
Cuando el impacto de su cabezazo se estrella contra tu bloqueo, el eco del choque resuena como el estruendo de un trueno. Lo cierto es que es un impacto bastante potente. Sin embargo, lejos de intimidarte, el momento parece ser la chispa que enciende tu determinación. Aprovechas la breve apertura que crea su avance, y con un movimiento cargado de precisión y brutalidad, tu espada desciende con la furia de un rayo negro. La hoja, ahora envuelta en tu voluntad, se incrusta profundamente en la articulación de una de las patas traseras de la bestia.
Mientras ejecutas tu movimiento te das cuenta de la perfección que lleva. Es elegante a la par que eficaz. Notas cómo el filo se incrusta en la piel de la bestia e incluso la atraviesa, dejando un surco de sangre que incluso te salpica y mancha tu preciada armadura e incluso tu cara.
El sonido que sigue es desgarrador. Un crujido seco, como el de un árbol gigantesco siendo partido por un hacha, que se mezcla con el rugido agónico de la criatura al recibir dicho impacto. La pierna, cortada casi por completo, cede bajo su propio peso, y la bestia cae de lado, con su masivo cuerpo golpeando el suelo con un impacto que sacude toda la granja y crea una ligera nube de tierra en el aire. El polvo se levanta alrededor de la caída, y por un instante, todo parece detenerse. Hasta tal punto que parece que el combate ha finalizado.
Pero la calma dura poco. La bestia, ahora visiblemente afectada, emite un chillido desgarrador que resuena en toda la zona, como un alarido de furia y dolor. El sonido reverbera entre los árboles y los escombros cercanos, llenando el aire con una sensación de inquietud. Aunque ha perdido ya dos de sus extremidades, no está aún vencida, y algo te dice que no se va a rendir hasta estarlo. Su cola, aún llena de fuerza, comienza a moverse con una velocidad y precisión sorprendentes.
El primer corte que lanzas hacia su cola logra impactar, pero solo de manera superficial. Las escamas, aunque dañadas, aún ofrecen cierta resistencia, y el golpe apenas consigue abrir una herida menor. Sin embargo, no te detienes. Tu segundo ataque busca seguir la ofensiva, pero la bestia, en un movimiento ágil y desesperado, utiliza su cola para bloquearlo por completo. El sonido del choque entre tu espada y su cola resuena como un campanazo metálico, y ambas fuerzas parecen empatar momentáneamente.
Tras el bloqueo, la criatura da un par de pasos hacia atrás como buenamente puede. Sus movimientos son bastante torpes, aunque cargados de intención, desde luego. Su mirada, intensa y llena de rabia, no se aparta de ti ni por un instante. Luego, en un gesto que parece antinatural incluso para una bestia de su tamaño, se agazapa. Sus músculos se tensan, y su cuerpo comienza a vibrar ligeramente, como si estuviera concentrando toda la energía que le queda para una última y devastadora acción.
La atmósfera se vuelve pesada. El aire alrededor de la criatura comienza a distorsionarse ligeramente, y un sonido bajo, como el zumbido de un tambor lejano, se hace presente. Los luchadores, que observan desde las trincheras, intercambian miradas nerviosas. Incluso ellos pueden sentir que la bestia está preparando algo más allá de un simple ataque físico. Y no se atreven ni siquiera a disparar. Vaya ayuda te van a dar...
La tensión aumenta con cada segundo que pasa. La criatura sigue agazapada, mientras sus ojos brillan con una mezcla de desafío y desesperación. Parece que está dispuesta a apostar todo en su próximo movimiento, y tú sabes que lo que venga ahora no será fácil de detener. La batalla ha alcanzado un punto crítico, y tanto la bestia como tú estáis al límite de vuestras fuerzas.