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Raiga Gin Ebra
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08-01-2025, 12:47 PM
El aire helado del bosque se corta con las primeras palabras que uno de los Buccaneers deja escapar. Te observa de arriba a abajo con una intensidad que no pasa desapercibida, como si midiera cada faceta de tu ser. Y no es el único, todos parecen hacer lo mismo, como si estuvieran acostumbrados a encontrarse con enemigos en cualquier lugar. Aunque su postura es tensa, puedes notar que no percibes una amenaza directa hacia ti. Están alerta, sí, pero no agresivos.
—Me cago en… La comida. Se me olvidó apartarla con las prisas —masculla uno de ellos, un joven alto con cabello despeinado que parece ser el más joven del grupo. Su tono es de reproche hacia sí mismo, pero rápidamente se centra en asuntos más urgentes.
Otro de los Buccaneers, con una cicatriz que cruza su mandíbula, toma la palabra. Su voz es grave y directa, como el golpe de un martillo contra el hierro caliente.
—Tenemos varios heridos y no nos vendría mal una ayuda, pero no nos podemos fiar de ti así como así. De todos modos, no hay tiempo que perder. La vida de los nuestros está en peligro.
Sin más preámbulo, los Buccaneers que cargan a los heridos se movilizan con rapidez hacia el asentamiento que dejaste atrás. Los demás te rodean, indicándote con gestos que camines en medio del grupo. Está claro que no confían en ti, pero tampoco te consideran una amenaza suficiente como para dejarte fuera. No están en posición de dejar escapar a un médico con la que se les viene encima. La marcha es rápida y silenciosa, con cada paso resonando en la nieve que cruje bajo el peso de estos guerreros corpulentos. No hablan, simplemente todos se dirigen hacia el mismo lugar. Hacia el asentamiento que previamente viste desierto, confirmando lo evidente; es su asentamiento.
Cuando llegáis al poblado, el joven que mencionó la comida se apresura hacia la hoguera. Con un bufido de frustración, retira los restos chamuscados del jabalí, lanzándolos a un lado, cayendo estos sobre la tierra. Seguramente sea un manjar para la fauna local, pero quizá sería mejor moverlo más lejos.
En cualquier caso, los demás, sin perder tiempo, entran en una de las casas que habías inspeccionado antes. Te hacen señas para que los sigas, pero no dejan de observarte, como si cada uno de tus movimientos fuese un posible peligro. Lo cierto es que, pese a que sea normal, no deja de ser desagradable.
El interior de la casa tiene un espacio que parece haber sido improvisado como sala médica. Una mesa larga sirve como camilla, mientras estantes repletos de frascos, hierbas y herramientas básicas cubren las paredes. Puedes tomarte tu tiempo para observar todo, quizá te haga falta algún material de ahí. Dos de los Buccaneers se ponen manos a la obra, aplicando sus conocimientos básicos para atender a los heridos. No son médicos, eso queda claro por la forma torpe en que manejan los vendajes y los utensilios, pero tienen la suficiente experiencia para hacer lo necesario en situaciones de emergencia. No creo que sean capaces de hacer algo más allá de unos primeros auxilios, pero al menos se les ve con una buena predisposición a atender a todo aquél que necesite su ayuda.
Los heridos han sido puestos en las camillas, y si los ojeas, seguramente tu mirada recaiga en un joven que yace sobre una de las camillas improvisadas. Su muslo está envuelto en un vendaje mal ajustado que apenas detiene el flujo de sangre. La piel alrededor de la herida presenta un color marrón oscuro, casi negro, un signo claro de infección severa o incluso necrosis incipiente. Es evidente que la situación es crítica para ese tipo, y nadie le está atendiendo. ¿Le habrán dado por perdido? No creo, de lo contrario no tendría sentido que le hayan traído.
El hombre con la cicatriz en la mandíbula, quien parece tener cierta autoridad, señala hacia el herido al acercarse a ti.
—Ese chico no durará mucho si no hacemos algo. Tú dices ser médico, ¿verdad? Demuéstralo.
Antes de que puedas responder, otro Buccaneer se acerca al hombre con la cicatriz, susurrando con urgencia pero lo suficientemente alto para que lo escuches.
—O vamos al centro y nos traemos a Saga, o van a morir.
—Si Eirik se entera de eso, nos mata él mismo —responde el líder con una mirada sombría.
El nombre "Saga" parece resonar en el ambiente, pero nadie se detiene a explicarte quién es o por qué podría ser relevante. Tampoco lo hacen con Eirik. Así que supongamos que es gente importante. Aún así, las palabras intercambiadas entre ellos dejan claro que el tiempo es un recurso limitado, y la posibilidad de buscar ayuda externa está descartada por algún motivo.
La presión en la sala es palpable. Los Buccaneers esperan que hagas algo, aunque no están completamente seguros de ti. A pesar de eso, hay un leve destello de esperanza en sus rostros. Aunque desconfiados, parecen dispuestos a permitir que intentes salvar al joven herido. No sé hasta qué punto, pero la predisposición es evidente.
Si decides acercarte a la camilla, sentirás sus miradas clavadas en tu espalda. Cada uno de ellos está alerta, listos para actuar si ven algo que no les guste. Sin embargo, es el que parece el líder quien finalmente rompe el silencio. Mirándote y frunciendo ligeramente el ceño.
—Si realmente puedes salvarlo, hazlo. Pero te advierto: si algo le pasa, ni siquiera tendrás tiempo de disculparte.
El desafío está planteado, y las herramientas y materiales disponibles no son ideales y son demasiado rústicas, pero al menos tienes de dónde tirar. La herida es profunda, la sangre sigue fluyendo, y el tiempo juega en contra. Aunque los conocimientos médicos de los Buccaneers son rudimentarios, algo de lo que han hecho podría servir como base para empezar tu intervención. Lo que sucede a continuación depende de ti, pero una cosa es segura: todos los presentes estarán observando cada movimiento con atención.
—Me cago en… La comida. Se me olvidó apartarla con las prisas —masculla uno de ellos, un joven alto con cabello despeinado que parece ser el más joven del grupo. Su tono es de reproche hacia sí mismo, pero rápidamente se centra en asuntos más urgentes.
Otro de los Buccaneers, con una cicatriz que cruza su mandíbula, toma la palabra. Su voz es grave y directa, como el golpe de un martillo contra el hierro caliente.
—Tenemos varios heridos y no nos vendría mal una ayuda, pero no nos podemos fiar de ti así como así. De todos modos, no hay tiempo que perder. La vida de los nuestros está en peligro.
Sin más preámbulo, los Buccaneers que cargan a los heridos se movilizan con rapidez hacia el asentamiento que dejaste atrás. Los demás te rodean, indicándote con gestos que camines en medio del grupo. Está claro que no confían en ti, pero tampoco te consideran una amenaza suficiente como para dejarte fuera. No están en posición de dejar escapar a un médico con la que se les viene encima. La marcha es rápida y silenciosa, con cada paso resonando en la nieve que cruje bajo el peso de estos guerreros corpulentos. No hablan, simplemente todos se dirigen hacia el mismo lugar. Hacia el asentamiento que previamente viste desierto, confirmando lo evidente; es su asentamiento.
Cuando llegáis al poblado, el joven que mencionó la comida se apresura hacia la hoguera. Con un bufido de frustración, retira los restos chamuscados del jabalí, lanzándolos a un lado, cayendo estos sobre la tierra. Seguramente sea un manjar para la fauna local, pero quizá sería mejor moverlo más lejos.
En cualquier caso, los demás, sin perder tiempo, entran en una de las casas que habías inspeccionado antes. Te hacen señas para que los sigas, pero no dejan de observarte, como si cada uno de tus movimientos fuese un posible peligro. Lo cierto es que, pese a que sea normal, no deja de ser desagradable.
El interior de la casa tiene un espacio que parece haber sido improvisado como sala médica. Una mesa larga sirve como camilla, mientras estantes repletos de frascos, hierbas y herramientas básicas cubren las paredes. Puedes tomarte tu tiempo para observar todo, quizá te haga falta algún material de ahí. Dos de los Buccaneers se ponen manos a la obra, aplicando sus conocimientos básicos para atender a los heridos. No son médicos, eso queda claro por la forma torpe en que manejan los vendajes y los utensilios, pero tienen la suficiente experiencia para hacer lo necesario en situaciones de emergencia. No creo que sean capaces de hacer algo más allá de unos primeros auxilios, pero al menos se les ve con una buena predisposición a atender a todo aquél que necesite su ayuda.
Los heridos han sido puestos en las camillas, y si los ojeas, seguramente tu mirada recaiga en un joven que yace sobre una de las camillas improvisadas. Su muslo está envuelto en un vendaje mal ajustado que apenas detiene el flujo de sangre. La piel alrededor de la herida presenta un color marrón oscuro, casi negro, un signo claro de infección severa o incluso necrosis incipiente. Es evidente que la situación es crítica para ese tipo, y nadie le está atendiendo. ¿Le habrán dado por perdido? No creo, de lo contrario no tendría sentido que le hayan traído.
El hombre con la cicatriz en la mandíbula, quien parece tener cierta autoridad, señala hacia el herido al acercarse a ti.
—Ese chico no durará mucho si no hacemos algo. Tú dices ser médico, ¿verdad? Demuéstralo.
Antes de que puedas responder, otro Buccaneer se acerca al hombre con la cicatriz, susurrando con urgencia pero lo suficientemente alto para que lo escuches.
—O vamos al centro y nos traemos a Saga, o van a morir.
—Si Eirik se entera de eso, nos mata él mismo —responde el líder con una mirada sombría.
El nombre "Saga" parece resonar en el ambiente, pero nadie se detiene a explicarte quién es o por qué podría ser relevante. Tampoco lo hacen con Eirik. Así que supongamos que es gente importante. Aún así, las palabras intercambiadas entre ellos dejan claro que el tiempo es un recurso limitado, y la posibilidad de buscar ayuda externa está descartada por algún motivo.
La presión en la sala es palpable. Los Buccaneers esperan que hagas algo, aunque no están completamente seguros de ti. A pesar de eso, hay un leve destello de esperanza en sus rostros. Aunque desconfiados, parecen dispuestos a permitir que intentes salvar al joven herido. No sé hasta qué punto, pero la predisposición es evidente.
Si decides acercarte a la camilla, sentirás sus miradas clavadas en tu espalda. Cada uno de ellos está alerta, listos para actuar si ven algo que no les guste. Sin embargo, es el que parece el líder quien finalmente rompe el silencio. Mirándote y frunciendo ligeramente el ceño.
—Si realmente puedes salvarlo, hazlo. Pero te advierto: si algo le pasa, ni siquiera tendrás tiempo de disculparte.
El desafío está planteado, y las herramientas y materiales disponibles no son ideales y son demasiado rústicas, pero al menos tienes de dónde tirar. La herida es profunda, la sangre sigue fluyendo, y el tiempo juega en contra. Aunque los conocimientos médicos de los Buccaneers son rudimentarios, algo de lo que han hecho podría servir como base para empezar tu intervención. Lo que sucede a continuación depende de ti, pero una cosa es segura: todos los presentes estarán observando cada movimiento con atención.