Galhard
Gal
09-08-2024, 09:28 PM
El disparo resonó como un trueno en medio de la tensión que llenaba el aire, y por un instante, todo pareció detenerse. La bala de Muken atravesó el espacio que los separaba, surcando el aire con una precisión letal. El enemigo no tuvo tiempo de reaccionar; el proyectil lo alcanzó justo en la cabeza, provocando que cayera pesadamente al suelo de la tartana. Su cuerpo se desplomó con un sonido sordo, y el arma que había empuñado se le escapó de las manos, rebotando inofensivamente en la cubierta.
Muken se quedó quieto un segundo, con la respiración agitada y el corazón latiendo desbocado en su pecho. El viento marino acariciaba su rostro, trayendo consigo el olor salino del mar mezclado con la pólvora que aún flotaba en el ambiente. Su vista permaneció fija en el cuerpo del pirata caído, asegurándose de que no volvería a levantarse. Había terminado. Había ganado.
Soltando un suspiro de alivio, Muken bajó el arma, dejando que sus hombros se relajaran por primera vez desde que había empezado el enfrentamiento. La adrenalina que lo había mantenido en pie comenzaba a disiparse, y con ella, el dolor de las heridas sufridas se hizo más evidente. Sintió la quemazón en su hombro, donde el cuchillo había dejado su marca, y el ardor del rozón en su costado. No eran heridas graves, pero le recordaban que la batalla había sido real, que había estado al borde del abismo.
Sin embargo, no había tiempo para lamentarse o descansar. El suave quejido de la joven prisionera le devolvió a la realidad. Alyssa, aún atada, lo miraba con ojos llenos de gratitud y temor, como si no pudiera creer que todo hubiera terminado. Muken se acercó a ella con cuidado, sus pasos resonando sobre la madera de la cubierta. Se agachó y con manos firmes, aunque temblorosas por el esfuerzo, comenzó a desatar las cuerdas que la mantenían cautiva y mientras sentía cómo las cuerdas aflojaban y finalmente caían al suelo suspiró aliviada.
Una vez liberada, la joven se abrazó a sí misma, aún en estado de shock. Muken la observó por un momento, y luego desvió la mirada hacia el horizonte. Allí, en la lejanía, pudo distinguir los mástiles de varios barcos que se acercaban rápidamente. Eran navíos de Logue Town, atraídos por el estruendo del combate. La visión de esos refuerzos le provocó un nuevo alivio, sabiendo que ya no estaban solos.
El agotamiento comenzaba a hacer mella en él, pero Muken sabía que aún tenía que asegurarse de la seguridad de Alyssa. Volvió a centrar su atención en ella, ayudándola a ponerse de pie. Ambos se dirigieron hacia la borda, esperando a que los barcos llegaran. El sonido de las olas contra la tartana era ahora el único ruido en el aire, un contraste absoluto con el caos que había reinado momentos antes.
Los primeros marinos saltaron a la tartana, sus expresiones de alarma cambiando rápidamente a alivio al ver que Muken y Alyssa estaban vivos. Las manos de los rescatistas se movieron rápidamente, asegurando la situación y llevándose al enemigo abatido para confirmar que ya no representaba una amenaza.
Muken, con el peso de la batalla aún sobre sus hombros, se permitió un pequeño y cansado suspiro de satisfacción. Había cumplido con su misión. Alyssa estaba a salvo, y los marineros de Logue Town se encargarían de llevarlos de vuelta a tierra firme. Pero en el fondo de su mente, sabía que este era solo el comienzo de su camino.
Las aventuras que buscaba lo estaban encontrando, y él no podía estar más decidido a enfrentarlas, sin importar cuán duras fueran.
Muken se quedó quieto un segundo, con la respiración agitada y el corazón latiendo desbocado en su pecho. El viento marino acariciaba su rostro, trayendo consigo el olor salino del mar mezclado con la pólvora que aún flotaba en el ambiente. Su vista permaneció fija en el cuerpo del pirata caído, asegurándose de que no volvería a levantarse. Había terminado. Había ganado.
Soltando un suspiro de alivio, Muken bajó el arma, dejando que sus hombros se relajaran por primera vez desde que había empezado el enfrentamiento. La adrenalina que lo había mantenido en pie comenzaba a disiparse, y con ella, el dolor de las heridas sufridas se hizo más evidente. Sintió la quemazón en su hombro, donde el cuchillo había dejado su marca, y el ardor del rozón en su costado. No eran heridas graves, pero le recordaban que la batalla había sido real, que había estado al borde del abismo.
Sin embargo, no había tiempo para lamentarse o descansar. El suave quejido de la joven prisionera le devolvió a la realidad. Alyssa, aún atada, lo miraba con ojos llenos de gratitud y temor, como si no pudiera creer que todo hubiera terminado. Muken se acercó a ella con cuidado, sus pasos resonando sobre la madera de la cubierta. Se agachó y con manos firmes, aunque temblorosas por el esfuerzo, comenzó a desatar las cuerdas que la mantenían cautiva y mientras sentía cómo las cuerdas aflojaban y finalmente caían al suelo suspiró aliviada.
Una vez liberada, la joven se abrazó a sí misma, aún en estado de shock. Muken la observó por un momento, y luego desvió la mirada hacia el horizonte. Allí, en la lejanía, pudo distinguir los mástiles de varios barcos que se acercaban rápidamente. Eran navíos de Logue Town, atraídos por el estruendo del combate. La visión de esos refuerzos le provocó un nuevo alivio, sabiendo que ya no estaban solos.
El agotamiento comenzaba a hacer mella en él, pero Muken sabía que aún tenía que asegurarse de la seguridad de Alyssa. Volvió a centrar su atención en ella, ayudándola a ponerse de pie. Ambos se dirigieron hacia la borda, esperando a que los barcos llegaran. El sonido de las olas contra la tartana era ahora el único ruido en el aire, un contraste absoluto con el caos que había reinado momentos antes.
Los primeros marinos saltaron a la tartana, sus expresiones de alarma cambiando rápidamente a alivio al ver que Muken y Alyssa estaban vivos. Las manos de los rescatistas se movieron rápidamente, asegurando la situación y llevándose al enemigo abatido para confirmar que ya no representaba una amenaza.
Muken, con el peso de la batalla aún sobre sus hombros, se permitió un pequeño y cansado suspiro de satisfacción. Había cumplido con su misión. Alyssa estaba a salvo, y los marineros de Logue Town se encargarían de llevarlos de vuelta a tierra firme. Pero en el fondo de su mente, sabía que este era solo el comienzo de su camino.
Las aventuras que buscaba lo estaban encontrando, y él no podía estar más decidido a enfrentarlas, sin importar cuán duras fueran.