Terence Blackmore
Enigma del East Blue
09-08-2024, 09:43 PM
-¿Ustedes son de la Marina?- preguntó Goku, con la despreocupación de alguien que estaba a punto de iniciar una conversación casual y no de alguien que había vuelto de entre los muertos.
El vicealmirante Bâtard Morelli lo observaba con curiosidad desde lo alto de sus tres metros de altura. Su pelaje verde resplandecía bajo la luz del sol que se filtraba a través de las velas del barco, dándole un aire imponente, pero a la vez tranquilo y volvió a moverse rápidamente hacia su ubicación inicial. A su lado, la mujer de negro, cruzaba los brazos con impaciencia, sus ojos afilados y vigilantes evaluaban cada uno de los movimientos y palabras de Goku. Ella no estaba allí para perder el tiempo con juegos o charlas innecesarias. Había asuntos más importantes que atender, especialmente la delicada situación en la que se encontraba con Bâtard. Si aquel hombre, que aparentemente había vuelto a la vida, recordaba algo comprometedor, su carrera y su vida podrían estar en peligro.
-Despierta de entre los muertos y lo primero que pregunta es si somos de la Marina…- murmuró la delicada y mordaz mujer, arrugando el ceño. Sus palabras llevaban un tono frío, casi cortante, como una cuchilla que apenas roza la piel, pero deja una herida profunda.
Bâtard le dirigió una mirada calmada, como si tratara de entender lo que pasaba por la mente del hombre que estaba frente a ellos. A pesar de su apariencia imponente, había algo en Goku que lo intrigaba. Quizás era la inocencia desarmante que emanaba de él, esa despreocupación tan fuera de lugar que lo hacía ver como alguien que no comprendía la gravedad de su situación.
-Tranquila, Setsuna. Vamos a darle un poco de tiempo para que se oriente- dijo el mink, su voz profunda y serena, contrastando con la tensión que parecía emanar de la mujer a su lado.
Setsuna apretó los labios. Si Goku la relacionaba con su corporación, era solo cuestión de tiempo antes de que recordara detalles más específicos, detalles que podrían incriminarlos a ella y a Bâtard. El Vicealmirante, siempre sereno, observaba la situación con un enfoque calculado, como si estuviera evaluando las piezas en un tablero de ajedrez. A pesar de la presión, no parecía apresurado ni nervioso, confiando en su capacidad para manejar cualquier situación, incluso una tan inusual como esta.
-Así que… ¿Fuiste atacado por una bellísima criatura?- preguntó Bâtard, con un tono casi amistoso. Quería comprender más, pero sin apresurarlo. Sabía que empujar demasiado rápido podría causar más daño que beneficio.
Esperó caminando lentamente por la cercanía mientras iba prolongadamente, acercándose de nuevo al muchacho de pelo alborotado y moreno.
- Calma, te llevaremos a la ciudad de Loguetown, después de todo... ¡Solo estamos a una hora de allí!- sentenció el mink, dando un paso más cerca de Goku, su enorme figura proyectando una sombra sobre el hombre. A pesar de la amenaza implícita en su presencia, su tono seguía siendo calmado, casi paternal.
***
El aire se volvió veloz y aquel navío denotaba un excelso lujo para ser del Gobierno, pero lo cierto es que la mujer comenzó a ignorarlo durante el tiempo que duró el trayecto y además no se alejó mucho del borde del barco, refunfuñando algo acerca de que "casi se le joden las vacaciones".
Bâtard, por el contrario, le ofreció incluso un cóctel de frutas, y le realizó varias preguntas acerca de aquella bestia, mientras le dejaba espacio en la cabina de mandos mientras pilotaba, bajando la tensión de los momentos anteriores.
Pronto, el puerto de Loguetown comenzó a divisarse por el horizonte, para jolgorio de Goku y serenidad de sus dos transportistas...
El vicealmirante Bâtard Morelli lo observaba con curiosidad desde lo alto de sus tres metros de altura. Su pelaje verde resplandecía bajo la luz del sol que se filtraba a través de las velas del barco, dándole un aire imponente, pero a la vez tranquilo y volvió a moverse rápidamente hacia su ubicación inicial. A su lado, la mujer de negro, cruzaba los brazos con impaciencia, sus ojos afilados y vigilantes evaluaban cada uno de los movimientos y palabras de Goku. Ella no estaba allí para perder el tiempo con juegos o charlas innecesarias. Había asuntos más importantes que atender, especialmente la delicada situación en la que se encontraba con Bâtard. Si aquel hombre, que aparentemente había vuelto a la vida, recordaba algo comprometedor, su carrera y su vida podrían estar en peligro.
-Despierta de entre los muertos y lo primero que pregunta es si somos de la Marina…- murmuró la delicada y mordaz mujer, arrugando el ceño. Sus palabras llevaban un tono frío, casi cortante, como una cuchilla que apenas roza la piel, pero deja una herida profunda.
Bâtard le dirigió una mirada calmada, como si tratara de entender lo que pasaba por la mente del hombre que estaba frente a ellos. A pesar de su apariencia imponente, había algo en Goku que lo intrigaba. Quizás era la inocencia desarmante que emanaba de él, esa despreocupación tan fuera de lugar que lo hacía ver como alguien que no comprendía la gravedad de su situación.
-Tranquila, Setsuna. Vamos a darle un poco de tiempo para que se oriente- dijo el mink, su voz profunda y serena, contrastando con la tensión que parecía emanar de la mujer a su lado.
Setsuna apretó los labios. Si Goku la relacionaba con su corporación, era solo cuestión de tiempo antes de que recordara detalles más específicos, detalles que podrían incriminarlos a ella y a Bâtard. El Vicealmirante, siempre sereno, observaba la situación con un enfoque calculado, como si estuviera evaluando las piezas en un tablero de ajedrez. A pesar de la presión, no parecía apresurado ni nervioso, confiando en su capacidad para manejar cualquier situación, incluso una tan inusual como esta.
-Así que… ¿Fuiste atacado por una bellísima criatura?- preguntó Bâtard, con un tono casi amistoso. Quería comprender más, pero sin apresurarlo. Sabía que empujar demasiado rápido podría causar más daño que beneficio.
Esperó caminando lentamente por la cercanía mientras iba prolongadamente, acercándose de nuevo al muchacho de pelo alborotado y moreno.
- Calma, te llevaremos a la ciudad de Loguetown, después de todo... ¡Solo estamos a una hora de allí!- sentenció el mink, dando un paso más cerca de Goku, su enorme figura proyectando una sombra sobre el hombre. A pesar de la amenaza implícita en su presencia, su tono seguía siendo calmado, casi paternal.
***
El aire se volvió veloz y aquel navío denotaba un excelso lujo para ser del Gobierno, pero lo cierto es que la mujer comenzó a ignorarlo durante el tiempo que duró el trayecto y además no se alejó mucho del borde del barco, refunfuñando algo acerca de que "casi se le joden las vacaciones".
Bâtard, por el contrario, le ofreció incluso un cóctel de frutas, y le realizó varias preguntas acerca de aquella bestia, mientras le dejaba espacio en la cabina de mandos mientras pilotaba, bajando la tensión de los momentos anteriores.
Pronto, el puerto de Loguetown comenzó a divisarse por el horizonte, para jolgorio de Goku y serenidad de sus dos transportistas...