Arthur Soriz
Gramps
11-01-2025, 05:38 AM
El mink escuchaba tus palabras con atención, su expresión cambiando gradualmente de una mirada cautelosa y desconfiada a una algo más relajada. Aunque su orgullo estaba aún herido por lo que los humanos le hicieron, había algo en la forma en que tú habías hablado... algo que parecía genuino. A lo largo de los años el mink había aprendido a la fuerza a ser escéptico, a no dejarse atrapar por las palabras vacías que muchos seres podían decir con tal soltura... pero en este caso sentía que tú no estabas buscando ganar nada a su costa. Simplemente cumplías con tu deber. Eso al menos era algo que el panda no podía ignorar. ¿Un Marine que ayuda a los minks y jujin? Algo extraño, sí, pero de alguna manera... reconfortante.
Mientras te ocupabas de sus heridas, el mink dejaba que el etanol aliviara el ardor en sus raspones y moretones, respirando hondo al sentir la presión de las vendas que cubrían sus heridas más grades. El contacto de las gasas frías era un contraste bienvenido después del candor de haber sido apalizado por esos sujetos. Aunque había estado resistiendo a todo tipo de ayuda en el pasado, algo en tu actitud le había hecho rendirse o tal vez simplemente bajar la guardia. Quizás no todos los Marines eran como aquellos que lo habían ignorado e incluso insultado en el pasado, no eras como los que le daban la espalda a los suyos. Quizás algunos, como tú, seguían lo que decían sus propios principios y no solo la rigidez de las órdenes de la Marina.
Te miró mientras terminabas de vendar sus heridas. Su ver, antes lleno de desconfianza, ahora se suavizaba. Su cuerpo estaba cansado pero por fin algo le daba esperanza de que tal vez las cosas podían cambiar, aunque fuera solo un poco.
— No pensaba que existían Marines como tú... —murmuró, frunciendo un poco el ceño al sentir cómo el dolor de sus dientes perdidos se hacía más fuerte dentro de su boca—. Pensé que era propaganda que los Marines contaban para convencernos de que son los buenos. Pero... veo que me equivoqué.
Su tono era grave pero no con resentimiento, sino más bien de aceptación. Como si por mucho tiempo hubiera estado convencido de que el mundo entero estaba dividido en líneas que no podían cruzarse. Tus palabras en cambio lo habían hecho dudar de ese juicio, aunque solo fuera un poco.
El mink se tomó un momento antes de responder, tratando de quitarse la vergüenza por la humillación que sentía al haberse visto atrapado en esa emboscada.
— Hoy me atraparon distraído, pero no es la primera vez que gente como ellos intenta atacarme —explicaba Darius mientras se iba poniendo de pie, sus músculos adoloridos temblando un poco al soportar el peso de su cuerpo—. Esto... es lo que pasa cuando uno no tiene protección. Otros no han tenido tanta suerte. Formo parte de un grupo que defiende a nuestra gente, pero... supongo que aprovecharon que hoy estaba solo.
A pesar de las dificultades para moverse, el mink logró erguirse aunque su andar seguía siendo lento. Sus pasos vacilantes a causa de las lesiones. Sin embargo, una vez estuvo erguido, no parecía que fuese a tumbarse de nuevo a pesar de su dolor físico.
— Me llamo Darius —añadió, mirando mirándote brevemente, siendo capaz de reconocer en su tono de voz una especie de respeto por lo que acababas de hacer—. Ahora que puedo moverme un poco... podemos irnos de aquí, este lugar está lleno de humanos...
Comenzó a caminar junto a ti, guiándote por las callejuelas y pasillos que se alejaban del mercado. A medida que avanzaban, la presencia de los minks y jujin comenzaba a hacerse más y más notoria. Darius, aunque cojeando, avanzaba con pasos más seguros, ocasionalmente deteniéndose contra una pared para descansar un poco pero la urgencia por alejarse de la zona de peligro fue finalmente reemplazada por un poco de calma cuando llegaron a los bordes de Vertefeuille.
Darius, en lo que se dirigían a este lugar para tomar algo, comenzó a explicar más a detalle su situación.
— Formo parte de un grupo de autodefensa. Intentamos protegernos de gente como esos humanos. Cuidamos a los nuestros porque sabemos que la Marina no lo hace... no normalmente al menos. Claro que no siempre funciona, ya has visto qué pasó hoy. —hizo una pausa, frunciendo ligeramente el ceño antes de continuar hablando. — Ellos saben que nos ayudamos entre todos, pero a veces no hay nada que hacer cuando te agarra uno de esos... grupos de cobardes. Lvneel está lleno de ellos.
Darius trataba de mantener la calma, pero le era difícil. Era evidente el resentimiento hacia los humanos, especialmente hacia la Marina... era algo que estaba arraigado en él por años y años de maltratos. Sin embargo, Darius no veía en ti a un enemigo. Solo te veía como otro Marine, que por alguna razón inexplicable había decidido ayudarle.
Cuando llegaron a Vertefeuille, el cambio en la atmósfera fue palpable. Las miradas desconfiadas de los minks y jujin se fijaban en ti pero en cuanto Darius hizo un leve gesto la gente pareció calmarse. Muchos de ellos ya sabían lo que representaba ese gesto, y como Darius te acompañaba significaba que al menos él confiaba en ti. Tus alas además, al parecer, eran más garantía para que la gente comenzara a relajarse. Finalmente llegaron a una taberna, su interior ruidoso y lleno de vida, con el bullicio de minks y jujin por igual llenando el aire. A pesar de la mirada inquisitiva de algunos, nadie se atrevió a intervenir ya que el simple hecho de ver a Darius contigo parecía suficiente para no sentirse amenazados o invadidos.
El aroma a comida flotaba el aire. Con un último vistazo que te dedica, Darius se acercó al bar, el dolor en su cuerpo algo alivianado por tus cuidados médicos anteriores. — Este es el lugar. —dijo el mink panda con una ligera sonrisa, mientras se apoyaba en la barra y pedía algo de beber. Sin dejar de mirarte, añadió. — Te invito a tomar algo, lo que sea que haya... ¿Qué te parece?
Mientras te ocupabas de sus heridas, el mink dejaba que el etanol aliviara el ardor en sus raspones y moretones, respirando hondo al sentir la presión de las vendas que cubrían sus heridas más grades. El contacto de las gasas frías era un contraste bienvenido después del candor de haber sido apalizado por esos sujetos. Aunque había estado resistiendo a todo tipo de ayuda en el pasado, algo en tu actitud le había hecho rendirse o tal vez simplemente bajar la guardia. Quizás no todos los Marines eran como aquellos que lo habían ignorado e incluso insultado en el pasado, no eras como los que le daban la espalda a los suyos. Quizás algunos, como tú, seguían lo que decían sus propios principios y no solo la rigidez de las órdenes de la Marina.
Te miró mientras terminabas de vendar sus heridas. Su ver, antes lleno de desconfianza, ahora se suavizaba. Su cuerpo estaba cansado pero por fin algo le daba esperanza de que tal vez las cosas podían cambiar, aunque fuera solo un poco.
— No pensaba que existían Marines como tú... —murmuró, frunciendo un poco el ceño al sentir cómo el dolor de sus dientes perdidos se hacía más fuerte dentro de su boca—. Pensé que era propaganda que los Marines contaban para convencernos de que son los buenos. Pero... veo que me equivoqué.
Su tono era grave pero no con resentimiento, sino más bien de aceptación. Como si por mucho tiempo hubiera estado convencido de que el mundo entero estaba dividido en líneas que no podían cruzarse. Tus palabras en cambio lo habían hecho dudar de ese juicio, aunque solo fuera un poco.
El mink se tomó un momento antes de responder, tratando de quitarse la vergüenza por la humillación que sentía al haberse visto atrapado en esa emboscada.
— Hoy me atraparon distraído, pero no es la primera vez que gente como ellos intenta atacarme —explicaba Darius mientras se iba poniendo de pie, sus músculos adoloridos temblando un poco al soportar el peso de su cuerpo—. Esto... es lo que pasa cuando uno no tiene protección. Otros no han tenido tanta suerte. Formo parte de un grupo que defiende a nuestra gente, pero... supongo que aprovecharon que hoy estaba solo.
A pesar de las dificultades para moverse, el mink logró erguirse aunque su andar seguía siendo lento. Sus pasos vacilantes a causa de las lesiones. Sin embargo, una vez estuvo erguido, no parecía que fuese a tumbarse de nuevo a pesar de su dolor físico.
— Me llamo Darius —añadió, mirando mirándote brevemente, siendo capaz de reconocer en su tono de voz una especie de respeto por lo que acababas de hacer—. Ahora que puedo moverme un poco... podemos irnos de aquí, este lugar está lleno de humanos...
Comenzó a caminar junto a ti, guiándote por las callejuelas y pasillos que se alejaban del mercado. A medida que avanzaban, la presencia de los minks y jujin comenzaba a hacerse más y más notoria. Darius, aunque cojeando, avanzaba con pasos más seguros, ocasionalmente deteniéndose contra una pared para descansar un poco pero la urgencia por alejarse de la zona de peligro fue finalmente reemplazada por un poco de calma cuando llegaron a los bordes de Vertefeuille.
Darius, en lo que se dirigían a este lugar para tomar algo, comenzó a explicar más a detalle su situación.
— Formo parte de un grupo de autodefensa. Intentamos protegernos de gente como esos humanos. Cuidamos a los nuestros porque sabemos que la Marina no lo hace... no normalmente al menos. Claro que no siempre funciona, ya has visto qué pasó hoy. —hizo una pausa, frunciendo ligeramente el ceño antes de continuar hablando. — Ellos saben que nos ayudamos entre todos, pero a veces no hay nada que hacer cuando te agarra uno de esos... grupos de cobardes. Lvneel está lleno de ellos.
Darius trataba de mantener la calma, pero le era difícil. Era evidente el resentimiento hacia los humanos, especialmente hacia la Marina... era algo que estaba arraigado en él por años y años de maltratos. Sin embargo, Darius no veía en ti a un enemigo. Solo te veía como otro Marine, que por alguna razón inexplicable había decidido ayudarle.
Cuando llegaron a Vertefeuille, el cambio en la atmósfera fue palpable. Las miradas desconfiadas de los minks y jujin se fijaban en ti pero en cuanto Darius hizo un leve gesto la gente pareció calmarse. Muchos de ellos ya sabían lo que representaba ese gesto, y como Darius te acompañaba significaba que al menos él confiaba en ti. Tus alas además, al parecer, eran más garantía para que la gente comenzara a relajarse. Finalmente llegaron a una taberna, su interior ruidoso y lleno de vida, con el bullicio de minks y jujin por igual llenando el aire. A pesar de la mirada inquisitiva de algunos, nadie se atrevió a intervenir ya que el simple hecho de ver a Darius contigo parecía suficiente para no sentirse amenazados o invadidos.
El aroma a comida flotaba el aire. Con un último vistazo que te dedica, Darius se acercó al bar, el dolor en su cuerpo algo alivianado por tus cuidados médicos anteriores. — Este es el lugar. —dijo el mink panda con una ligera sonrisa, mientras se apoyaba en la barra y pedía algo de beber. Sin dejar de mirarte, añadió. — Te invito a tomar algo, lo que sea que haya... ¿Qué te parece?