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Alistair
Mochuelo
12-01-2025, 11:21 AM
La corriente gélida que entró al momento de abrirse la puerta, suficiente para sacudir los cabellos de colores vivos del lunarian, había sido insuficiente para romper su concentración en la tarea en manos del revolucionario. Consumido por cada movimiento que sus manos realizaban, Alistair podía llegar a ser la clase de persona que se abstraía completamente en una única línea de pensamientos cuando la tarea a completar lo demandada, dedicando cada neurona a su disposición en asegurarse no solo de que la tarea fuese completada, sino de que además sucediese con la mejor resolución que estaba dentro de sus capacidades.
Aun así, dedicando tan solo un instante que no demandaba su vista puesta en la herida sobre la que trabajaba, un vistazo de reojo le permitió identificar a vuelo de pájaro la llegada de nuevos desconocidos al recinto, quienes ahora aportaban a aumentar el número de víctimas pendientes por tratar. Su vista ya habría regresado al paciente para entonces, pero su oído consiguió captar vagamente el sonido de madera crujiendo y los quejidos cansados de quien intentaba hacer un esfuerzo mas allá de lo que su condición permitía. ¿Estaban cediendo camas a quienes más lo necesitaban? Por un momento vagó en sus ideas, antes de centrarse nuevamente en la tarea. Incluso si quería conocer el alcance de la situación que estaba emergiendo, la delicadeza de la situación demandaba que Alistair no apartara ojo ni una vez más del paciente.
Habiendo pasado la peor parte, por fin pudo permitirse un momento para levantar la mirada y observar a su alrededor: Malos procedimientos higiénicos, instrumentos cayendo al suelo, manos temblorosas. Parecía la escena salida de una guerra a pequeña escala, con heridos por doquier y asistentes médicos primerizos tan consumidos por la abrumadora situación que lentamente empiezan a degenerar sus habilidades hasta ser incluso mas dañinos que quienes no han tocado una aguja en su vida. Frunció ligeramente su ceño ante la escena, considerando la mejor forma de aproximarse al problema. Si dejaba las cosas seguir el curso que recorrían, rápidamente acabarían condenando a sus compañeros mucho antes de lo que habrían perecido por causas naturales.
Además, aquellos nombres que tanto revuelo ocasionaban se manifestaron de nuevo en el aire: Saga y Eirik. Tantas cosas por tener en mente, y tantas sucedían a su alrededor que sentía cómo empezaban a comerle la cabeza poco a poco. Pero aún no tenía el lujo de quejarse y dejarse caer al suelo en frustración. No, la situación tan solo empezaba a entrar en su parte mas crítica, y rompería hervor mucho antes de lo que estaría preparado para recibir si no empezaba a intervenir cuanto antes.
Uno de los Buccaneers llamó su atención, habiéndose acercado con una bandeja en mano repleta de los instrumentos que requería para todo lo que seguiría y presentado mucho antes de lo que pudo desligar su cabeza del contexto en el que se había envuelto. Pinzas, desinfectante en un contenedor abierto, tijeras, retractores, entre muchas otras cosas más. La lista navideña de cualquier cirujano. En respuesta, el emplumado sonreiría al joven Buccaneer, en gran medida aliviado por la ayuda que le estaba brindando. —¡Gracias, Bror! Soy Alistair. Yo... siento decir que no tengo muy claro de dónde provengo.— La amnesia traumática era una putada, y los Tenryubitos eran especialistas en infligirla. —Una larga historia. Ya te contaré lo que quieras alrededor de la fogata cuando todo el mundo esté en buen estado.— O al menos, tan buen estado como podían estarlo en la situación actual.
Ahora, debía regresar a hacer cuanto pudiera por solucionar la situación. Primero lo primero.
Su mirada, ahora con una fugaz pausa para reunir sus pensamientos, escaneó nuevamente el lugar en buscar de actualizar lo que sabía. Uno, dos... Ocho enfermos en total, en estados que no peligraba su vida pero que no tardarían en llegar allí dado el suficiente tiempo y descuido. Al ritmo que podía atender, estaba seguro que podía atender a una buena mayoría... Pero una buena mayoría estaba por debajo de Todos. —No hay tiempo para todos...— Murmuró para sí mismo, su mano prácticamente encima de su boca como si la cubriera, pensativo. No podía hacer esto solo, y tal y como estaban los otros dos practicantes médicos, el resultado estaría pro debajo de lo esperado.
Inhaló y exhaló profundo, intentando reunir toda la calma que podía, y el coraje para lo que estaba a punto de hacer. Era un foráneo, y lo que seguiría podía mostrarse irrespetuoso, pero si pretendía ver resultados que pudieran mantener a todos contentos, se había quedado sin opciones más que lo que haría a continuación. Solo podía esperar que se lo tomasen de la mejor manera posible. Preparó las manos y aplaudió fuerte, dos veces. Lo suficiente para que los Buccaneers atendiendo a los enfermos, consumidos por el pánico, rompieran su trance y dirigieran su atención al lunarian. Tan pronto sus ojos estuvieran en los de él, una mirada seria que emergía una vez cada dos lunas llenas se posó en los Buccaneers. Su temperamento era mínimo en casi toda situación, y prefería abordar las cosas con una sonrisa, razón por la cual el contraste con esa expresión solía ser impactante y sorprendentemente efectiva las pocas ocasiones que emergía. Se acercó, y dio una bofetada a cada uno, no lo suficientemente fuerte como para que escociera por más de unos segundos pero lo suficiente firme como para que la sintieran.
—¿Ya se les ha aclarado la mente?— Sentenció, cortante como pocas veces. Iba al grano lo más que podía. Si contestaban afirmativamente, seguiría. Incluso si alguien desenvainaba arma, no desviaría su mirada.—Bien, perdón por eso. Escuchen, contamos con muy poco tiempo. Los heridos son demasiados, y las cosas tal cual van, existe la posibilidad de que uno o dos no vean tratamiento antes de que empeoren mas allá de cualquier tratamiento.— Su mirada no liberaba las contrarias, completamente fija e inamovible, como si observara directamente al interior de sus almas y las agarrara por el metafórico cuello de la camisa. —Puedo encargarme de los enfermos, pero necesito que consigan todo el tiempo que les sea físicamente posible. Descarten tratarlos por su cuenta; si sienten que no están en capacidades, pasen a realizar sólo primeros auxilios. Laven heridas, apliquen antibiótico en la entrada de la herida aunque sea poco eficiente, drenen las heridas y manténganlas secas. Cualquier cosa que pueda darme más tiempo para trabajar, y yo iré a tanta prisa como pueda para que todos puedan al menos tener sus cuatro extremidades para mañana.— Su mirada ahora recorrió toda la cabaña, girando su cuello para observar a cada Buccaneer en la habitación al menos una vez. —Y si algún otro entre ustedes tiene un mínimo conocimiento de medicina o ha tratado una herida exitosamente, le necesito dando una mano cuanto antes. Por sus compañeros. Por favor.— Incluso si tenía que rogar, e incluso si eran completos desconocidos. Si implicaba salvar una vida, iría hasta donde fuera necesario y haría lo que se necesitase.
—¡Bien, no hay más tiempo que perder!— Anunció, antes de volver a su deber. Lavar heridas, remover tejido muerto, desinfectar para tratar la infección, cerrar la herida y cubrirla adecuadamente para que fuese camino a su recuperación. Trabajaba tan rápido como le era posible sin dejar detalle alguno atrás, siguiendo cada paso mental como si se tratase de una máquina, tan metódico como preciso en cada movimiento que realizaba. Cada segundo contaba, y cada segundo que ahorraba en un paciente se convertía en uno más para el siguiente. Pero no podía escaquearse y minimizar esfuerzo individual, o acabaría poniendo a cada uno en riesgo. Era un delicado balance a preservar que, lentamente, comería las reservas energéticas de su cuerpo hasta dejarlo al borde del desmayo. Si no caía como un ancla en cama a la hora de dormir, nada en el mundo lo haría.
En medio de uno de los procedimientos, el aullido de una criatura fuera del recinto médico llamó su atención. Apenas si tuvo tiempo de obsevarlo, pero cuando pudo, quedó maravillado por un segundo: Un precioso lobo blanco... No, cuatro de ellos, mucho mas grandes que el cánido promedio. Una vista que le inspiró belleza, y hubiera entrado en la fase de preocupación de no ser por la aparente indiferencia -e inclusive alegría- de los presentes. Casi servían como un detector de peligros: Si en su situación no temían por sus vidas, algo había oculto allí. Algo que, permitiéndose el capricho antes de que la situación evolucionara a su punto mas crítico, no esperó más y preguntó.
—¿Puedo preguntarles por las personas a quienes han estado mencionando?— La pregunta, aunque claramente dirigida al jefe y al Buccaneer que sostenía insistente conversación con el primero, no fue acompañada con la mirada del lunarian. Sumida completamente en el tratamiento médico, solo podía esperar que los presentes entendieran el propósito y dirección de la pregunta basándose en su contenido. —Entenderé que pueda ser un tema discreto que no quieran compartir, pero por lo que he podido escuchar, puede ser una mano más para ayudar en esta situación. Incluso más que eso, por como se refieren a ese tal "Saga".— Su cabeza se inclinó ligeramente en dirección a la ventana mas cercana, como si fuera un tick, señalándola. —Y en su defecto, me gustaría que me comentaran el porqué parecen tan alegres de ver a esos lobos. ¿Son un buen augurio? Porque como encuentren el rastro de sangre y presa fácil... Siento que me falta un dato bastante importante para estar al día.—
Aun así, dedicando tan solo un instante que no demandaba su vista puesta en la herida sobre la que trabajaba, un vistazo de reojo le permitió identificar a vuelo de pájaro la llegada de nuevos desconocidos al recinto, quienes ahora aportaban a aumentar el número de víctimas pendientes por tratar. Su vista ya habría regresado al paciente para entonces, pero su oído consiguió captar vagamente el sonido de madera crujiendo y los quejidos cansados de quien intentaba hacer un esfuerzo mas allá de lo que su condición permitía. ¿Estaban cediendo camas a quienes más lo necesitaban? Por un momento vagó en sus ideas, antes de centrarse nuevamente en la tarea. Incluso si quería conocer el alcance de la situación que estaba emergiendo, la delicadeza de la situación demandaba que Alistair no apartara ojo ni una vez más del paciente.
Habiendo pasado la peor parte, por fin pudo permitirse un momento para levantar la mirada y observar a su alrededor: Malos procedimientos higiénicos, instrumentos cayendo al suelo, manos temblorosas. Parecía la escena salida de una guerra a pequeña escala, con heridos por doquier y asistentes médicos primerizos tan consumidos por la abrumadora situación que lentamente empiezan a degenerar sus habilidades hasta ser incluso mas dañinos que quienes no han tocado una aguja en su vida. Frunció ligeramente su ceño ante la escena, considerando la mejor forma de aproximarse al problema. Si dejaba las cosas seguir el curso que recorrían, rápidamente acabarían condenando a sus compañeros mucho antes de lo que habrían perecido por causas naturales.
Además, aquellos nombres que tanto revuelo ocasionaban se manifestaron de nuevo en el aire: Saga y Eirik. Tantas cosas por tener en mente, y tantas sucedían a su alrededor que sentía cómo empezaban a comerle la cabeza poco a poco. Pero aún no tenía el lujo de quejarse y dejarse caer al suelo en frustración. No, la situación tan solo empezaba a entrar en su parte mas crítica, y rompería hervor mucho antes de lo que estaría preparado para recibir si no empezaba a intervenir cuanto antes.
Uno de los Buccaneers llamó su atención, habiéndose acercado con una bandeja en mano repleta de los instrumentos que requería para todo lo que seguiría y presentado mucho antes de lo que pudo desligar su cabeza del contexto en el que se había envuelto. Pinzas, desinfectante en un contenedor abierto, tijeras, retractores, entre muchas otras cosas más. La lista navideña de cualquier cirujano. En respuesta, el emplumado sonreiría al joven Buccaneer, en gran medida aliviado por la ayuda que le estaba brindando. —¡Gracias, Bror! Soy Alistair. Yo... siento decir que no tengo muy claro de dónde provengo.— La amnesia traumática era una putada, y los Tenryubitos eran especialistas en infligirla. —Una larga historia. Ya te contaré lo que quieras alrededor de la fogata cuando todo el mundo esté en buen estado.— O al menos, tan buen estado como podían estarlo en la situación actual.
Ahora, debía regresar a hacer cuanto pudiera por solucionar la situación. Primero lo primero.
Su mirada, ahora con una fugaz pausa para reunir sus pensamientos, escaneó nuevamente el lugar en buscar de actualizar lo que sabía. Uno, dos... Ocho enfermos en total, en estados que no peligraba su vida pero que no tardarían en llegar allí dado el suficiente tiempo y descuido. Al ritmo que podía atender, estaba seguro que podía atender a una buena mayoría... Pero una buena mayoría estaba por debajo de Todos. —No hay tiempo para todos...— Murmuró para sí mismo, su mano prácticamente encima de su boca como si la cubriera, pensativo. No podía hacer esto solo, y tal y como estaban los otros dos practicantes médicos, el resultado estaría pro debajo de lo esperado.
Inhaló y exhaló profundo, intentando reunir toda la calma que podía, y el coraje para lo que estaba a punto de hacer. Era un foráneo, y lo que seguiría podía mostrarse irrespetuoso, pero si pretendía ver resultados que pudieran mantener a todos contentos, se había quedado sin opciones más que lo que haría a continuación. Solo podía esperar que se lo tomasen de la mejor manera posible. Preparó las manos y aplaudió fuerte, dos veces. Lo suficiente para que los Buccaneers atendiendo a los enfermos, consumidos por el pánico, rompieran su trance y dirigieran su atención al lunarian. Tan pronto sus ojos estuvieran en los de él, una mirada seria que emergía una vez cada dos lunas llenas se posó en los Buccaneers. Su temperamento era mínimo en casi toda situación, y prefería abordar las cosas con una sonrisa, razón por la cual el contraste con esa expresión solía ser impactante y sorprendentemente efectiva las pocas ocasiones que emergía. Se acercó, y dio una bofetada a cada uno, no lo suficientemente fuerte como para que escociera por más de unos segundos pero lo suficiente firme como para que la sintieran.
—¿Ya se les ha aclarado la mente?— Sentenció, cortante como pocas veces. Iba al grano lo más que podía. Si contestaban afirmativamente, seguiría. Incluso si alguien desenvainaba arma, no desviaría su mirada.—Bien, perdón por eso. Escuchen, contamos con muy poco tiempo. Los heridos son demasiados, y las cosas tal cual van, existe la posibilidad de que uno o dos no vean tratamiento antes de que empeoren mas allá de cualquier tratamiento.— Su mirada no liberaba las contrarias, completamente fija e inamovible, como si observara directamente al interior de sus almas y las agarrara por el metafórico cuello de la camisa. —Puedo encargarme de los enfermos, pero necesito que consigan todo el tiempo que les sea físicamente posible. Descarten tratarlos por su cuenta; si sienten que no están en capacidades, pasen a realizar sólo primeros auxilios. Laven heridas, apliquen antibiótico en la entrada de la herida aunque sea poco eficiente, drenen las heridas y manténganlas secas. Cualquier cosa que pueda darme más tiempo para trabajar, y yo iré a tanta prisa como pueda para que todos puedan al menos tener sus cuatro extremidades para mañana.— Su mirada ahora recorrió toda la cabaña, girando su cuello para observar a cada Buccaneer en la habitación al menos una vez. —Y si algún otro entre ustedes tiene un mínimo conocimiento de medicina o ha tratado una herida exitosamente, le necesito dando una mano cuanto antes. Por sus compañeros. Por favor.— Incluso si tenía que rogar, e incluso si eran completos desconocidos. Si implicaba salvar una vida, iría hasta donde fuera necesario y haría lo que se necesitase.
—¡Bien, no hay más tiempo que perder!— Anunció, antes de volver a su deber. Lavar heridas, remover tejido muerto, desinfectar para tratar la infección, cerrar la herida y cubrirla adecuadamente para que fuese camino a su recuperación. Trabajaba tan rápido como le era posible sin dejar detalle alguno atrás, siguiendo cada paso mental como si se tratase de una máquina, tan metódico como preciso en cada movimiento que realizaba. Cada segundo contaba, y cada segundo que ahorraba en un paciente se convertía en uno más para el siguiente. Pero no podía escaquearse y minimizar esfuerzo individual, o acabaría poniendo a cada uno en riesgo. Era un delicado balance a preservar que, lentamente, comería las reservas energéticas de su cuerpo hasta dejarlo al borde del desmayo. Si no caía como un ancla en cama a la hora de dormir, nada en el mundo lo haría.
En medio de uno de los procedimientos, el aullido de una criatura fuera del recinto médico llamó su atención. Apenas si tuvo tiempo de obsevarlo, pero cuando pudo, quedó maravillado por un segundo: Un precioso lobo blanco... No, cuatro de ellos, mucho mas grandes que el cánido promedio. Una vista que le inspiró belleza, y hubiera entrado en la fase de preocupación de no ser por la aparente indiferencia -e inclusive alegría- de los presentes. Casi servían como un detector de peligros: Si en su situación no temían por sus vidas, algo había oculto allí. Algo que, permitiéndose el capricho antes de que la situación evolucionara a su punto mas crítico, no esperó más y preguntó.
—¿Puedo preguntarles por las personas a quienes han estado mencionando?— La pregunta, aunque claramente dirigida al jefe y al Buccaneer que sostenía insistente conversación con el primero, no fue acompañada con la mirada del lunarian. Sumida completamente en el tratamiento médico, solo podía esperar que los presentes entendieran el propósito y dirección de la pregunta basándose en su contenido. —Entenderé que pueda ser un tema discreto que no quieran compartir, pero por lo que he podido escuchar, puede ser una mano más para ayudar en esta situación. Incluso más que eso, por como se refieren a ese tal "Saga".— Su cabeza se inclinó ligeramente en dirección a la ventana mas cercana, como si fuera un tick, señalándola. —Y en su defecto, me gustaría que me comentaran el porqué parecen tan alegres de ver a esos lobos. ¿Son un buen augurio? Porque como encuentren el rastro de sangre y presa fácil... Siento que me falta un dato bastante importante para estar al día.—