
Horus
El Sol
12-01-2025, 07:51 PM
El beso fue bien recibido por parte de Mayura. Como era de esperar, no es por alardear, pero tengo la fama de besar bien entre más de una encantadora dama y algún que otro hombre; no voy a ocultarlo. Algunos pensarán que es un desliz besar a otro hombre, pero no para mí. Si la otra persona es hermosa y receptiva, no hay por qué reprimirse. Una cosa es ser un poco considerado y otra, tonto. No obstante, no me malentendáis: no soy de los que solo besarían a alguien por su aspecto físico. Eso es importante, claro, para despertar el libido, pero no hay que olvidar la belleza del alma. El carácter y la historia de una persona pueden hacerla hermosa a su manera, logrando que conectemos a un nivel muy íntimo y personal. Los sentimientos y la personalidad no son solo para el amor romántico, como algunos piensan.
Aunque en esta ocasión el beso se produjo más bien por la presencia de aquel muérdago, era una tradición de las festividades, y yo no me considero quien para no seguirlas o aplicarlas. Así que el atractivo muchacho podría considerarse afortunado y privilegiado de haberse llevado un beso de mi parte con tanta facilidad. Normalmente, me habría gustado que me invitaran a algo y conocer un poco a la otra persona antes de dejarnos llevar por la pasión, pero sería un beso sencillo; era mejor no prender demasiado una mecha a tan temprana hora de la noche.
Evidentemente, el flujo de emociones que se produciría en el antro era muy diverso. Ante ese beso, sin cortarnos ni un pelo, pude notar cómo varios de los comensales, que habían comenzado con algunas burlas al ver a dos hombres entrar al mismo tiempo bajo el muérdago, ahora se mostraban molestos y frustrados ante la escena, sin poder burlarse al ver que dos hombres se besaban sin ningún problema. Alguno sí se burló ante la escena; normal, siempre hay algún borracho unineuronal que es incapaz de pensar en una sociedad diversa y que es demasiado hombre para ni tocar a otro de ellos. Eso sí, son los típicos que luego ven a dos mujeres besarse y se ponen a babear como simios en celo; simplemente podemos catalogarlos como eso mismo, simios. Por suerte, había una parte de la clientela más madura y centrada que, simplemente, ante la escena, volvieron a sus asuntos y a sus copas.
— Es un nombre precioso, aunque me suena de algo vagamente. No me dirás que estoy siendo invitado por un famoso, ¿no? — le preguntaría intrigado.
Mayura tenía un "Wanted" por su cabeza, pero en ese momento yo no sabía eso bien, porque aunque alguna vez le echo un vistazo a los criminales más buscados de la zona en la que estoy, no soy ningún cazador de recompensas o Marine como para prestarles especial atención a todos y cada uno de los delincuentes. Así que es probable que hubiera leído su nombre en algún momento cuando llegué al East Blue o que alguien cerca de mí lo haya mencionado, pero no soy capaz de recordarlo con precisión y mucho menos asociarlo con el hombre que tenía delante, cuyos encantos te hacen pensar que es impensable que se trate de un simple delincuente.
Pero lo importante es que todos volvieron a sus copas, como nosotros haríamos ahora mismo, que nos habíamos dirigido a la barra de la taberna en busca de algún trago decente, como me había prometido el joven apuesto. Estaba intrigado por ver su elección; eso hablaría y diría muchas cosas de él. Pude notar cómo llevaba los dedos a sus labios pensativo. Yo simplemente admiraba ese porte mientras apoyaba el codo en la barra, dejando reposar sobre mi mano el mentón. Era una imagen digna de admirar ver a esa persona en ese estado de reflexión. Finalmente, el muy pícaro se decidió por una copa de vino, el cual despierta pasiones, miel para endulzar y canela. Cualquiera que haya comerciado un poco sabe que esa especia es un poco afrodisíaca; no es excesiva, pero sí un poco, y sumada a un vino caliente podría despertar el libido de más de uno. Sin duda, ese hombre iba a lo que iba esa noche. Pero lo disimuló bien con el calor del vino para combatir las inclemencias climáticas de la estación, algo loable por su parte, pero no me engañaría el muy picarón.
— Sí, sin duda una buena copa para calentar el cuerpo en múltiples sentidos. La miel también ayuda a suavizar un poco la garganta, previniendo posibles toses fruto del frío. Una copa muy considerada y acertada en estos tiempos y con este clima — le diría.
Había estado mucho rato viendo qué hacer bajo la nieve, así que ciertamente era una buena elección para dar un poco de calor al cuerpo de alguien que, sin duda, estaba algo más frío de lo que debería. Pero eso no quitaba la doble intención que se apreciaba en su elección.
Mientras el barman nos calentaba el vino y lo preparaba para especiarlo, Mayura planteó una pregunta al aire con el fin de saber más sobre mí. No dejaba de resaltar que había captado su atención y que sus expectativas en mí eran elevadas. Yo simplemente haría caso omiso a eso; llamar la atención y no seguir el molde común eran algo natural para mí, simplemente surgía de forma natural con mi forma de ser. Pero bueno, era conveniente centrarnos en su pregunta; quería saber de mí y qué me había traído hasta ese lugar. Bueno, eso era sencillo, al fin y al cabo no tenía nada que ocultar.
— Pues verás, es muy sencillo. He venido ante la noticia del próximo viaje al North Blue. Estoy muy interesado en explorar ese mar tras casi un año deambulando por el East Blue; es hora de moverme un poco. He escuchado que mañana será el día en que algunos de los nuevos transportes que una nueva empresa patrocina van a zarpar hacia ese mar. Tengo mucha curiosidad por cómo será el viaje, su novedoso sistema de transporte y, más aún, por llegar al North Blue — diría, notándose en mí una chispa de ilusión en los ojos.
Mientras decía todo eso, el camarero tras la barra llegó con las dos copas de vino caliente especiado con canela y un toque de miel que había quedado perfectamente diluida en la sustancia carmesí que componía el cuerpo de aquel vino riojano. Un buen deleite para los labios ligeramente agrietados por el frío, aunque no tan profundos como para que humedecerlos con ciertas sustancias les supusiera un problema. Entonces, Mayura alzó su copa hacia mí con la intención de brindar. Sin dudarlo, entrelacé mis dedos con el cuello de aquella copa, alzándola suavemente hasta repicar su cristal contra el de la copa de Mayura, haciendo el clásico repiqueo como finas campanas que solo se alcanzaba con un ligero y suave toque de dos copas, que harían vibrar ligeramente los líquidos embriagadores que había en su interior, al igual que la lujuria se alzaba y vibraba en el ambiente.
— Por una velada inolvidable — repetiría sus palabras.
Tras aquel brindis, daría un sorbo al vino. Era dulce y se notaba la nota de canela en su composición. Sin duda, un solo sorbo de esa sustancia me llenó de calidez desde mis labios hasta mi estómago, transmitiendo esa sensación cálida por todo mi cuerpo, y tan solo había sido un sorbo modesto. Sin duda, ante una posible hipotermia, era conveniente beber mucho de esto a un buen ritmo, aunque por suerte no era el caso. El deje de canela se apreciaba en mis labios y me provocó relamerme un poco, disfrutando hasta la última gota de ese delicioso e intenso sabor, mostrando que mi lengua no era solo refinada, sino que también juguetona.
— Y en cuanto a mi historia de antes, puedo decirte que abandoné mi hogar en Arabasta con el fin de hacerme explorador y surcar los mares en busca de todos los mitos y leyendas que pueda, con el fin de enfrentarme a ellos y descubrir la verdad que hay tras esas historias: una ciudad perdida, un misterioso fantasma que ronda unas ruinas, la leyenda de un tesoro perdido, un viejo diario de un aventurero. Todas esas son las cosas que busco con ansias por el mar y con las que espero encontrarme en el North Blue, enfrentarme cara a cara con lo desconocido y buscar las respuestas tras una hilera de pistas y misterios que me acerquen a saber más — se me podía notar emocionado hablando de eso, con un brillo en mi mirada.
Es un tema que, al fin y al cabo, me apasiona profundamente. Me inspira y me llena de ganas de salir inmediatamente en búsqueda de alguna leyenda perdida del mar. Horus el explorador; era mi sueño y proyecto de vida. Dedicaria mi vida a viajar, ver lo que nadie había visto y encontrar lo que se creía perdido. Una vida llena de emociones y plena. No obstante, tampoco quería acaparar completamente la conversación. Por mucho que fuera el propio Mayura quien me hubiera preguntado, al fin y al cabo, yo también tenía interés en saber un poco más sobre él y su persona.
— Ahora te paso el testigo yo a ti, querido Mayura. ¿Qué te trajo a esta isla y de dónde vienes? — una pregunta inocente y sin dobles intenciones.
Aunque en esta ocasión el beso se produjo más bien por la presencia de aquel muérdago, era una tradición de las festividades, y yo no me considero quien para no seguirlas o aplicarlas. Así que el atractivo muchacho podría considerarse afortunado y privilegiado de haberse llevado un beso de mi parte con tanta facilidad. Normalmente, me habría gustado que me invitaran a algo y conocer un poco a la otra persona antes de dejarnos llevar por la pasión, pero sería un beso sencillo; era mejor no prender demasiado una mecha a tan temprana hora de la noche.
Evidentemente, el flujo de emociones que se produciría en el antro era muy diverso. Ante ese beso, sin cortarnos ni un pelo, pude notar cómo varios de los comensales, que habían comenzado con algunas burlas al ver a dos hombres entrar al mismo tiempo bajo el muérdago, ahora se mostraban molestos y frustrados ante la escena, sin poder burlarse al ver que dos hombres se besaban sin ningún problema. Alguno sí se burló ante la escena; normal, siempre hay algún borracho unineuronal que es incapaz de pensar en una sociedad diversa y que es demasiado hombre para ni tocar a otro de ellos. Eso sí, son los típicos que luego ven a dos mujeres besarse y se ponen a babear como simios en celo; simplemente podemos catalogarlos como eso mismo, simios. Por suerte, había una parte de la clientela más madura y centrada que, simplemente, ante la escena, volvieron a sus asuntos y a sus copas.
— Es un nombre precioso, aunque me suena de algo vagamente. No me dirás que estoy siendo invitado por un famoso, ¿no? — le preguntaría intrigado.
Mayura tenía un "Wanted" por su cabeza, pero en ese momento yo no sabía eso bien, porque aunque alguna vez le echo un vistazo a los criminales más buscados de la zona en la que estoy, no soy ningún cazador de recompensas o Marine como para prestarles especial atención a todos y cada uno de los delincuentes. Así que es probable que hubiera leído su nombre en algún momento cuando llegué al East Blue o que alguien cerca de mí lo haya mencionado, pero no soy capaz de recordarlo con precisión y mucho menos asociarlo con el hombre que tenía delante, cuyos encantos te hacen pensar que es impensable que se trate de un simple delincuente.
Pero lo importante es que todos volvieron a sus copas, como nosotros haríamos ahora mismo, que nos habíamos dirigido a la barra de la taberna en busca de algún trago decente, como me había prometido el joven apuesto. Estaba intrigado por ver su elección; eso hablaría y diría muchas cosas de él. Pude notar cómo llevaba los dedos a sus labios pensativo. Yo simplemente admiraba ese porte mientras apoyaba el codo en la barra, dejando reposar sobre mi mano el mentón. Era una imagen digna de admirar ver a esa persona en ese estado de reflexión. Finalmente, el muy pícaro se decidió por una copa de vino, el cual despierta pasiones, miel para endulzar y canela. Cualquiera que haya comerciado un poco sabe que esa especia es un poco afrodisíaca; no es excesiva, pero sí un poco, y sumada a un vino caliente podría despertar el libido de más de uno. Sin duda, ese hombre iba a lo que iba esa noche. Pero lo disimuló bien con el calor del vino para combatir las inclemencias climáticas de la estación, algo loable por su parte, pero no me engañaría el muy picarón.
— Sí, sin duda una buena copa para calentar el cuerpo en múltiples sentidos. La miel también ayuda a suavizar un poco la garganta, previniendo posibles toses fruto del frío. Una copa muy considerada y acertada en estos tiempos y con este clima — le diría.
Había estado mucho rato viendo qué hacer bajo la nieve, así que ciertamente era una buena elección para dar un poco de calor al cuerpo de alguien que, sin duda, estaba algo más frío de lo que debería. Pero eso no quitaba la doble intención que se apreciaba en su elección.
Mientras el barman nos calentaba el vino y lo preparaba para especiarlo, Mayura planteó una pregunta al aire con el fin de saber más sobre mí. No dejaba de resaltar que había captado su atención y que sus expectativas en mí eran elevadas. Yo simplemente haría caso omiso a eso; llamar la atención y no seguir el molde común eran algo natural para mí, simplemente surgía de forma natural con mi forma de ser. Pero bueno, era conveniente centrarnos en su pregunta; quería saber de mí y qué me había traído hasta ese lugar. Bueno, eso era sencillo, al fin y al cabo no tenía nada que ocultar.
— Pues verás, es muy sencillo. He venido ante la noticia del próximo viaje al North Blue. Estoy muy interesado en explorar ese mar tras casi un año deambulando por el East Blue; es hora de moverme un poco. He escuchado que mañana será el día en que algunos de los nuevos transportes que una nueva empresa patrocina van a zarpar hacia ese mar. Tengo mucha curiosidad por cómo será el viaje, su novedoso sistema de transporte y, más aún, por llegar al North Blue — diría, notándose en mí una chispa de ilusión en los ojos.
Mientras decía todo eso, el camarero tras la barra llegó con las dos copas de vino caliente especiado con canela y un toque de miel que había quedado perfectamente diluida en la sustancia carmesí que componía el cuerpo de aquel vino riojano. Un buen deleite para los labios ligeramente agrietados por el frío, aunque no tan profundos como para que humedecerlos con ciertas sustancias les supusiera un problema. Entonces, Mayura alzó su copa hacia mí con la intención de brindar. Sin dudarlo, entrelacé mis dedos con el cuello de aquella copa, alzándola suavemente hasta repicar su cristal contra el de la copa de Mayura, haciendo el clásico repiqueo como finas campanas que solo se alcanzaba con un ligero y suave toque de dos copas, que harían vibrar ligeramente los líquidos embriagadores que había en su interior, al igual que la lujuria se alzaba y vibraba en el ambiente.
— Por una velada inolvidable — repetiría sus palabras.
Tras aquel brindis, daría un sorbo al vino. Era dulce y se notaba la nota de canela en su composición. Sin duda, un solo sorbo de esa sustancia me llenó de calidez desde mis labios hasta mi estómago, transmitiendo esa sensación cálida por todo mi cuerpo, y tan solo había sido un sorbo modesto. Sin duda, ante una posible hipotermia, era conveniente beber mucho de esto a un buen ritmo, aunque por suerte no era el caso. El deje de canela se apreciaba en mis labios y me provocó relamerme un poco, disfrutando hasta la última gota de ese delicioso e intenso sabor, mostrando que mi lengua no era solo refinada, sino que también juguetona.
— Y en cuanto a mi historia de antes, puedo decirte que abandoné mi hogar en Arabasta con el fin de hacerme explorador y surcar los mares en busca de todos los mitos y leyendas que pueda, con el fin de enfrentarme a ellos y descubrir la verdad que hay tras esas historias: una ciudad perdida, un misterioso fantasma que ronda unas ruinas, la leyenda de un tesoro perdido, un viejo diario de un aventurero. Todas esas son las cosas que busco con ansias por el mar y con las que espero encontrarme en el North Blue, enfrentarme cara a cara con lo desconocido y buscar las respuestas tras una hilera de pistas y misterios que me acerquen a saber más — se me podía notar emocionado hablando de eso, con un brillo en mi mirada.
Es un tema que, al fin y al cabo, me apasiona profundamente. Me inspira y me llena de ganas de salir inmediatamente en búsqueda de alguna leyenda perdida del mar. Horus el explorador; era mi sueño y proyecto de vida. Dedicaria mi vida a viajar, ver lo que nadie había visto y encontrar lo que se creía perdido. Una vida llena de emociones y plena. No obstante, tampoco quería acaparar completamente la conversación. Por mucho que fuera el propio Mayura quien me hubiera preguntado, al fin y al cabo, yo también tenía interés en saber un poco más sobre él y su persona.
— Ahora te paso el testigo yo a ti, querido Mayura. ¿Qué te trajo a esta isla y de dónde vienes? — una pregunta inocente y sin dobles intenciones.