Asradi
Völva
13-01-2025, 02:05 PM
Tras lo acontecido con Doremus, y aún con algo de esa preocupación bailándole en la cabeza, Asradi se había separado del resto de los revolucionarios para poder investigar más por Flevance. El tema de la enfermedad que había afectado a aquel hombre todavía le daba vueltas, todavía le había dejado ese runrún pensativo. Sobre todo aquellas plantas, las pequeñas flores que tan inofensivas parecían. El pueblo estaba lleno de humanos y minks que convivían en paz y harmonía. Por lo que se sentía cómoda mostrando tranquilamente la cola que la evidenciaba como una sirena, yendo de aquí para allá por el mercado. Nadie le había molestado hasta ahora, ni nadie le había increpado. Solo había recibido algunas miradas, pero eran más de curiosidad que de desprecio en sí. Los mink, al fin y al cabo, también habían sufrido ese trato por parte de los humanos. Al menos algunas de sus tribus. Por fortuna, ahí parecían convivir todos en tranquilidad.
Unos pasos apresurados, pero no peligrosos, se aproximaron a ella, y cuando sintió la presencia frente a sí, la mirada azul de la sirena se elevó de las hierbas que estaba a punto de pagar a un anciano mink cabra hasta aquel rostro felino conocido. Se trataba de Rilen, el joven mink felino que les había pedido ayuda el día anterior. Asradi también le sonrió de inmediato en cuanto percibió el gesto afable en él.
— Rilen, es un gusto volver a verte. — Lo decía totalmente en serio. El chico parecía estar bien, así que solo se esperaba algún agradecimiento o, en todo caso, una pequeña charla trivial y convencional. — Dame un momento.
Le pidió, antes de voltearse ligeramente para terminar con el pago que había dejado entre medias. Intercambió los berries correspondientes, así como un frasco de un líquido oscuro que le había prometido al anciano, en medio de la charla que habían tenido, y ella recibió las hierbas que había visto ahí a la venta. Tras resguardarlas primorosamente en su mochila, su atención regresó al joven mink leopardo.
— No esperaba verte tan pronto. Dime, ¿está todo bien? — Se interesó, al notarlo quizás un poco apurado. Algo que se evidenció en cuanto el chico le vino con pedirle un nuevo favor. La expresión de la pelinegra varió a una más seria, con más atención. — ¿Los Acantilados Shachi? — Preguntó, dándole pie a continuar.
Asradi se mordisqueó ligeramente el labio inferior mientras su cabeza ya iba a mil por hora en lo que escuchaba que lo que allí sucedía podía estar relacionado con aquella flor. Una que había despertado el interés absoluto de la sanadora desde el momento en el que la había visto. Y que, ahora, tenía la oportunidad de investigar, al menos un poco más.
— No te preocupes. — Le tranquilizó cuando él le dijo que no podría acompañarla. — Cuida de Doremus, yo iré a echar un vistazo. — Aunque no pudo evitar reírse ligeramente cuando él mencionó que sabía nadar bien. Eso era verdad, aunque cayese al mar, no habría demasiado problema para ella en ese aspecto.
Cuando él dió ese paso atrás para despedirse, la sirena asintió de manera breve.
— Regresa con cuidado. Volveré en cuanto sepa algo. — Tras eso, la despedida se sucedió y la presencia de Rilen fue perdiéndosoe entre el gentío del mercado.
Ella se quedó allí un par de minutos más, pensativa. Y, por inercia, su mirada se volteó en dirección a donde los senderos la llevarían hacia los mentados acantilados.
Si aquel lugar tenía algo que ver con la flor... Ella quería saber. Necesitaba un hilo en común para averiguar porqué ambas cosas estaban relacionadas y, no solo eso. Necesitaba conocer lo que era, exactamente, esa planta.
Si en los Acantilados Shachi podía encontrar, aunque fuese, algunas respuestas, no iba a dudarlo ni un instante. Acomodó sus cosas y ahí que se fue, rumbo a dicho lugar.