Sasurai
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13-01-2025, 09:01 PM
La anciana no parecía excesivamente convencida con Sasurai, y seguía mostrándose cautelosa, pero el músico no estaba dispuesto a dejar que eso lo desanimase. Se sentía fuera de lugar, y su ausencia de conocimientos de medicina hacía que no fuese demasiado útil, pero su personalidad le impedía simplemente echarse a un lado. Por eso había caído en su actuación de detective, y en eso seguiría hasta que encontrase algo mejor a lo que agarrarse.
Así pues, iría tomando nota mental de las respuestas, dado que no tenía donde tomar notas de verdad. Al parecer el doctor era querido por todos, un bonachón que ayudaba a todo el mundo, y la mujer no daba señales de estar mintiendo. Lo de las historias y la maldición podía ser una pista, pero el pelirrojo confiaba más en lo que podía ver que en causas sobrenaturales. En cualquier caso tanto si era una maldición como algún otro tipo de causa, la pregunta que debían responder era, en su opinón, ¿Por qué ahora? Qué tenía de especial este momento para que hubiesen aparecido las dichosas flores y hubiese caído malo Doremus.
Por supuesto él no tenía la respuesta, ni mucha idea de por dónde empezar a buscarla, así que se dejaría llevar por la propuesta de visitar la casa del enfermo. El camino hasta allí sería tranquilo, si bien se iba volviendo más deprimente a medida que se acercaban a su destino, pero sin nada remarcable. No se podía decir lo mismo una vez llegaron al hogar, pues ya en el jardín el treintañero vio algo que le llamó la atención.
- Dijisteis que está enfermo desde hace pocos días verdad. ¿Es normal que las flores se hayan marchitado tan rápido? ¿O ya estaban así de antes? -
Quizá era una tontería, pero también era posible que estuviese conectado de algún modo con lo que le pasaba al doctor, y si no como mínimo serviría para demostrar a los presentes que Sasurai estaba atento y se fijaba en los detalles, reforzando su papel de investigador.
Desde allí pasarían a la casa, donde inmediatamente pensaría que hacía falta ventilarla, aunque evitaría mencionar nada. Ese era el tipo de cosas que decía un médico, y ese no era su rol. Seguramente se encargaría Asradi. También tendría que ser ella la que examinase al paciente, pues ahí él estaba completamente perdido. En lugar de eso recorrería la habitación con paso calmado, fijándose en los detalles, buscando algún objeto que llamase la atención o que pareciese fuera de lugar.
Durante ese proceso llamaría la atención el murmullo del sanador, que aunque no tenía un significado claro sí parecía tener un ritmo. Aprovechando sus conocimientos de música, el pelirrojo intentaría escuchar para captar dos cosas: por una parte la melodía, y por otra el tono, intentando identificarlo para quizá más tarde intentar tocarlo con el violín y ver si sentía algo especial. En ese momento una idea flotaría en su cabeza, ¿de dónde venía ese ritmo? Con un par de zancadas cruzaría la habitación hacia donde estaba la flor plateada, acercando la oreja para ver si escuchaba algo, y pidiendo silencio a los presentes en caso de que estuviesen hablando.
El comportamiento del músico podría parecer hasta cierto punto errático, pero nada de toda la situación terminaba de tener sentido, así que tal vez actuar fuera de la lógica y dejándose llevar por su instinto terminase por resultar productivo.
Así pues, iría tomando nota mental de las respuestas, dado que no tenía donde tomar notas de verdad. Al parecer el doctor era querido por todos, un bonachón que ayudaba a todo el mundo, y la mujer no daba señales de estar mintiendo. Lo de las historias y la maldición podía ser una pista, pero el pelirrojo confiaba más en lo que podía ver que en causas sobrenaturales. En cualquier caso tanto si era una maldición como algún otro tipo de causa, la pregunta que debían responder era, en su opinón, ¿Por qué ahora? Qué tenía de especial este momento para que hubiesen aparecido las dichosas flores y hubiese caído malo Doremus.
Por supuesto él no tenía la respuesta, ni mucha idea de por dónde empezar a buscarla, así que se dejaría llevar por la propuesta de visitar la casa del enfermo. El camino hasta allí sería tranquilo, si bien se iba volviendo más deprimente a medida que se acercaban a su destino, pero sin nada remarcable. No se podía decir lo mismo una vez llegaron al hogar, pues ya en el jardín el treintañero vio algo que le llamó la atención.
- Dijisteis que está enfermo desde hace pocos días verdad. ¿Es normal que las flores se hayan marchitado tan rápido? ¿O ya estaban así de antes? -
Quizá era una tontería, pero también era posible que estuviese conectado de algún modo con lo que le pasaba al doctor, y si no como mínimo serviría para demostrar a los presentes que Sasurai estaba atento y se fijaba en los detalles, reforzando su papel de investigador.
Desde allí pasarían a la casa, donde inmediatamente pensaría que hacía falta ventilarla, aunque evitaría mencionar nada. Ese era el tipo de cosas que decía un médico, y ese no era su rol. Seguramente se encargaría Asradi. También tendría que ser ella la que examinase al paciente, pues ahí él estaba completamente perdido. En lugar de eso recorrería la habitación con paso calmado, fijándose en los detalles, buscando algún objeto que llamase la atención o que pareciese fuera de lugar.
Durante ese proceso llamaría la atención el murmullo del sanador, que aunque no tenía un significado claro sí parecía tener un ritmo. Aprovechando sus conocimientos de música, el pelirrojo intentaría escuchar para captar dos cosas: por una parte la melodía, y por otra el tono, intentando identificarlo para quizá más tarde intentar tocarlo con el violín y ver si sentía algo especial. En ese momento una idea flotaría en su cabeza, ¿de dónde venía ese ritmo? Con un par de zancadas cruzaría la habitación hacia donde estaba la flor plateada, acercando la oreja para ver si escuchaba algo, y pidiendo silencio a los presentes en caso de que estuviesen hablando.
El comportamiento del músico podría parecer hasta cierto punto errático, pero nada de toda la situación terminaba de tener sentido, así que tal vez actuar fuera de la lógica y dejándose llevar por su instinto terminase por resultar productivo.