
Takezo D. Ryuu
Musashi Miyamoto
15-01-2025, 04:14 PM
La isla de Demontooth siempre llamo mi atención como foráneo, su fauna y vegetación y el ambiente tranquilo que le envolvía siempre fueron bastante de mi estilo, como si fuese justamente una isla preparada para mí retiro, y que seguramente si seguía vivo para ese entonces, lo cual personalmente y en paralelo de comer cien hamburguesas sería mi más grande logro; la usaría como único fin, pasando mis últimos día bajo la pupila de su sol, la sonrisa de sus nubes y el abrazo de sus olas. — Ja! Un viejo y cascarrabias Musashi Miyamoto... Comiendo ostras y bebiendo jugo de mango mientras escucha a los niños jugar, se da un gran bronceado y mantiene sus katanas guardadas como el más grande trofeo, sin duda un sueño — Repliqué con ilusión sin tener en cuenta que estaba en la jodida cuspide de mi juventud y realmente estaba muy lejos de eso.
Sus suaves vientos aún sin motivación movía mi cabello con tanta tranquilidad que me era inevitable, causaban dentro de mi una paz que ya venía necesitando después de tantas aventuras seguidas. A todo esto... ~ Donde estoy? ~ Si vamos en retrospectiva eso me pregunté al salir del barril en donde me había escondido para poder viajar de infraganti debido a que mis habilidades para navegar son sencillamente ~ Nulas ~ lo que me pone en más aprietos de lo que pude pensar — Vaya mierda, voy a tener que pedirle a un navegante que me enseñe — Diría mientras veía al cielo sosteniendo mi nuca con ambos brazos y dejando ver una expresión de agotamiento y algo de dolor corporal por la posición incómoda que llevaba dentro del barril.
— Bien, donde carajos estoy ahora? — Observaba el ambiente selvático y a sus locales mientras me movía lentamente por el puerto hasta que me animé a preguntarle a un dulce anciano que se encontraba pescando sobre mi ubicación — Uhg, si hola yo... — Fui bruscamente interrumpido por el señor que con ojos iluminados y casi saltando exclamó con una sonrisa llena de alegría — Si viniste hijo! Pensé que la gente del dojo no te daría el permiso — Casi con lágrimas en los ojos se volvió a sentar para palmear el suelo a su lado en señal de invitación — Que carajos... No señor seguro se confunde yo no soy su hijo ni vine acá a pescar con usted, mi nombre es Musashi Miyamoto y yo... — por más que hablase era sencillamente ignorado por el señor que parecía no escucharme y de espaldas solo me contaba anécdotas de mi supuesto pasado — Recuerdo esos tiempos donde era solo un niño sin poder caminar, cuando vino tu tía, fuimos todos a la playa y por puro descuido te perdiste y apareciste sobre una palmera — El hablaba y yo ya cansado solo me di la espalda con intención de irme — Pff, esto no tiene una solución, solamente me iré en busca de alguien que si pueda responder mi pregunta... Uh capaz así si pueda llegar a ese supuesto dojo — Le di la espalda y lo miré de reojo, mi peor decisión, no pude evitar sentir pena y por momentos verme atado a una falsa responsabilidad de pescar — Al carajo soy un jodido pirata — Fue lo último que dije antes de ver que su cubeta estaba totalmente vacía.
Ahí estaba yo pescando para un señor que no conocía y el cuál creía que yo era su hijo o algo por el estilo, mi pesca es realmente mala, y después de un tiempo pude darme cuenta de que los gusanos en la caña eran los cebos colocados en los anzuelos y no parte de la recompensa — Dios... Esto no está dando resultado — Me daba suaves golpes con la caña sin poder entender como aún ambos con la cubeta vacía aquel señor podía mantener la sonrisa — Debes calmarte hijo, solo son tiempos de baja pesca y como todo en esta vida, tiene que cambiar — Casi al instante mi caña reaccionó y me encontraba pescando un atún, podía verlo, estaba casi afuera, era la pesca del día y mi ticket de salida para abandonar al viejo sin sentirme tan mal, sin embargo la lucha cesó por instantes dándome como claro ganador no?
Un charco de sangre se hizo presente en la superficie marina y hubo silencio como si yo ya no fuese el depredador, y justamente lo comprobé cuando ella sacó su cabeza del agua. Me quedé sencillamente paralizado, ~ que diablos estaba viendo? ~ Una sirena? ~ Podía existir una especie de ese tipo? ~ Preguntas como esa rondaron mi cabeza, y tan solo bastó ese pequeño cruce de miradas para hacerme reaccionar — Al carajo! Devuelve el atún! — Aún desde la orilla y sin compromiso alguno no podía dejar que ella se llevase la recompensa de mi esfuerzo, no era una cuestión de raza, era una de orgullo. Ni corto ni perezoso, aunque si bastante tonto salté directamente al agua, necesitaba recuperar mi atún, no podía dejar pasar más horas de mi vida en ese puerto solo por uno de esos desgraciados peces.
Sus suaves vientos aún sin motivación movía mi cabello con tanta tranquilidad que me era inevitable, causaban dentro de mi una paz que ya venía necesitando después de tantas aventuras seguidas. A todo esto... ~ Donde estoy? ~ Si vamos en retrospectiva eso me pregunté al salir del barril en donde me había escondido para poder viajar de infraganti debido a que mis habilidades para navegar son sencillamente ~ Nulas ~ lo que me pone en más aprietos de lo que pude pensar — Vaya mierda, voy a tener que pedirle a un navegante que me enseñe — Diría mientras veía al cielo sosteniendo mi nuca con ambos brazos y dejando ver una expresión de agotamiento y algo de dolor corporal por la posición incómoda que llevaba dentro del barril.
— Bien, donde carajos estoy ahora? — Observaba el ambiente selvático y a sus locales mientras me movía lentamente por el puerto hasta que me animé a preguntarle a un dulce anciano que se encontraba pescando sobre mi ubicación — Uhg, si hola yo... — Fui bruscamente interrumpido por el señor que con ojos iluminados y casi saltando exclamó con una sonrisa llena de alegría — Si viniste hijo! Pensé que la gente del dojo no te daría el permiso — Casi con lágrimas en los ojos se volvió a sentar para palmear el suelo a su lado en señal de invitación — Que carajos... No señor seguro se confunde yo no soy su hijo ni vine acá a pescar con usted, mi nombre es Musashi Miyamoto y yo... — por más que hablase era sencillamente ignorado por el señor que parecía no escucharme y de espaldas solo me contaba anécdotas de mi supuesto pasado — Recuerdo esos tiempos donde era solo un niño sin poder caminar, cuando vino tu tía, fuimos todos a la playa y por puro descuido te perdiste y apareciste sobre una palmera — El hablaba y yo ya cansado solo me di la espalda con intención de irme — Pff, esto no tiene una solución, solamente me iré en busca de alguien que si pueda responder mi pregunta... Uh capaz así si pueda llegar a ese supuesto dojo — Le di la espalda y lo miré de reojo, mi peor decisión, no pude evitar sentir pena y por momentos verme atado a una falsa responsabilidad de pescar — Al carajo soy un jodido pirata — Fue lo último que dije antes de ver que su cubeta estaba totalmente vacía.
Ahí estaba yo pescando para un señor que no conocía y el cuál creía que yo era su hijo o algo por el estilo, mi pesca es realmente mala, y después de un tiempo pude darme cuenta de que los gusanos en la caña eran los cebos colocados en los anzuelos y no parte de la recompensa — Dios... Esto no está dando resultado — Me daba suaves golpes con la caña sin poder entender como aún ambos con la cubeta vacía aquel señor podía mantener la sonrisa — Debes calmarte hijo, solo son tiempos de baja pesca y como todo en esta vida, tiene que cambiar — Casi al instante mi caña reaccionó y me encontraba pescando un atún, podía verlo, estaba casi afuera, era la pesca del día y mi ticket de salida para abandonar al viejo sin sentirme tan mal, sin embargo la lucha cesó por instantes dándome como claro ganador no?
Un charco de sangre se hizo presente en la superficie marina y hubo silencio como si yo ya no fuese el depredador, y justamente lo comprobé cuando ella sacó su cabeza del agua. Me quedé sencillamente paralizado, ~ que diablos estaba viendo? ~ Una sirena? ~ Podía existir una especie de ese tipo? ~ Preguntas como esa rondaron mi cabeza, y tan solo bastó ese pequeño cruce de miradas para hacerme reaccionar — Al carajo! Devuelve el atún! — Aún desde la orilla y sin compromiso alguno no podía dejar que ella se llevase la recompensa de mi esfuerzo, no era una cuestión de raza, era una de orgullo. Ni corto ni perezoso, aunque si bastante tonto salté directamente al agua, necesitaba recuperar mi atún, no podía dejar pasar más horas de mi vida en ese puerto solo por uno de esos desgraciados peces.