Arthur Soriz
Gramps
15-01-2025, 08:34 PM
(Última modificación: 15-01-2025, 08:47 PM por Arthur Soriz.)
Era extraño de verdad que Isis, tu confiable compañera, no se aproximara hacia donde estabas tú sin importar cuantas veces la llamaras. Era la primera vez que sucedía algo así en el tiempo que la vienes educando. Obviamente, las marcas talladas en los huesos casi que te distraen un poco de ello, por el simple hecho de que es un hallazgo bastante importante. Significa que aquel viejo no te estaba mintiendo, que en las Colinas de Hueso realmente se podían encontrar a los Tribulantes, o al menos de eso estás convencido en un principio. Todo indica que vas por buen camino.
El graznido distante de Isis tal solo te volvía a distraer una vez más. Algo no estaba bien. Cuando comenzaste a correr en dirección a Isis, los primeros minutos transcurrieron sin complicaciones tan solo teniendo que esquivar alguna que otra montaña de huesos sueltos. Sin embargo, pronto el terreno bajo tus pies crujió con un sonido macabro. Sin tiempo a reaccionar, en un instante el suelo se desplomó bajo tu peso. Las pilas de huesos se quebraron y cedieron y la caída fue inevitable. El descenso no fue tan grave, pero la sorpresa sin lugar a dudas te dejó sin aliento por unos minutos. Al tocar el suelo, frente a ti daba paso a una pequeña gruta formada por las costillas de la gigantesca criatura, tan intactas que parecían haberse conservado con una perfección antinatural.
La luz del sol se colaba a través del agujero que tu caída había dejado atrás, iluminando un poco aquel refugio óseo. Allí los tallados no solo eran visibles, sino que se presentaban con una claridad perfecta, como si hubieran sido hechos recientemente. Parecían tener un propósito más claro. Una daga con la punta curvada como un arpón, calaveras que se alineaban como si marcaran una lista de víctimas, y entre esos signos uno especialmente destacaba. Uno que reconocías al instante. Era el mismo que habías visto en el parche de Dolos, el viejo borrachín con el que habías hablado días atrás. ¡Eureka! La conexión entre las historias que te contó y este lugar eran sin lugar a dudas verídicas.
Antes de que pudieras procesarlo por completo, un cambio en el aire llamó tu atención. Isis apareció, descendiendo en picado hasta ti con tal rapidez que parecía casi un proyectil. Se posó sobre tu hombro, temblorosa, algo que nunca había ocurrido antes con tu compañera. El temor era evidente en su actuar, era sin lugar a dudas desconcertante. No era común que Isis mostrara signos de miedo. Algo en el aire, en la isla, la había alterado de tal manera que no podías evitar sentir una creciente inquietud.
Mientras se acomodaba acurrucada en tu hombro, observabas con mayor detalle los símbolos que estaban en los huesos. Entre ellos pudiste distinguir marcas cuya forma evocaba la silueta de Isla Tortuga, tu isla natal y otras que sorprendentemente parecían representar lugares del North Blue y del East Blue. Incluso habían otras marcas que no reconocías en absoluto, pero todas parecían estar conectadas de algún modo. Como si una red de lugares y sucesos estuviera siendo tejida ante tus ojos. ¿Era esto lo que habías estado buscando? ¿Finalmente habías encontrado una pista sólida?
Pero la emoción de tu descubrimiento dura poco en tu pecho. Algo más se apoderó de tu mente. El aire, que antes era frío pero liviano, se había vuelto pesado... gélido. Ya lo venías notando desde antes pero ahora se volvía obvio, imposible de ignorar. Cada respiro se sentía más difícil. El cielo que se extendía sobre la isla comenzaba a cubrirse de nubes oscuras, y una neblina espesa tomaba forma, envolviendo las colinas a tu alrededor e incluso dentro de esa recamara. Era como si algo invisible se estuviera despertando. Escuchabas el sonido del mar... fuerte y claro, como si estuvieras justo a su lado cuando sabes que eso es imposible, te encontrabas en el corazón mismo de la isla. Un sudor frío recorre tu frente, la piel se te pone de gallina, empeorando cuanto más te aproximas a esos símbolos tallados en los huesos.
Ya no te sientes solo aquí...
El graznido distante de Isis tal solo te volvía a distraer una vez más. Algo no estaba bien. Cuando comenzaste a correr en dirección a Isis, los primeros minutos transcurrieron sin complicaciones tan solo teniendo que esquivar alguna que otra montaña de huesos sueltos. Sin embargo, pronto el terreno bajo tus pies crujió con un sonido macabro. Sin tiempo a reaccionar, en un instante el suelo se desplomó bajo tu peso. Las pilas de huesos se quebraron y cedieron y la caída fue inevitable. El descenso no fue tan grave, pero la sorpresa sin lugar a dudas te dejó sin aliento por unos minutos. Al tocar el suelo, frente a ti daba paso a una pequeña gruta formada por las costillas de la gigantesca criatura, tan intactas que parecían haberse conservado con una perfección antinatural.
La luz del sol se colaba a través del agujero que tu caída había dejado atrás, iluminando un poco aquel refugio óseo. Allí los tallados no solo eran visibles, sino que se presentaban con una claridad perfecta, como si hubieran sido hechos recientemente. Parecían tener un propósito más claro. Una daga con la punta curvada como un arpón, calaveras que se alineaban como si marcaran una lista de víctimas, y entre esos signos uno especialmente destacaba. Uno que reconocías al instante. Era el mismo que habías visto en el parche de Dolos, el viejo borrachín con el que habías hablado días atrás. ¡Eureka! La conexión entre las historias que te contó y este lugar eran sin lugar a dudas verídicas.
Antes de que pudieras procesarlo por completo, un cambio en el aire llamó tu atención. Isis apareció, descendiendo en picado hasta ti con tal rapidez que parecía casi un proyectil. Se posó sobre tu hombro, temblorosa, algo que nunca había ocurrido antes con tu compañera. El temor era evidente en su actuar, era sin lugar a dudas desconcertante. No era común que Isis mostrara signos de miedo. Algo en el aire, en la isla, la había alterado de tal manera que no podías evitar sentir una creciente inquietud.
Mientras se acomodaba acurrucada en tu hombro, observabas con mayor detalle los símbolos que estaban en los huesos. Entre ellos pudiste distinguir marcas cuya forma evocaba la silueta de Isla Tortuga, tu isla natal y otras que sorprendentemente parecían representar lugares del North Blue y del East Blue. Incluso habían otras marcas que no reconocías en absoluto, pero todas parecían estar conectadas de algún modo. Como si una red de lugares y sucesos estuviera siendo tejida ante tus ojos. ¿Era esto lo que habías estado buscando? ¿Finalmente habías encontrado una pista sólida?
Pero la emoción de tu descubrimiento dura poco en tu pecho. Algo más se apoderó de tu mente. El aire, que antes era frío pero liviano, se había vuelto pesado... gélido. Ya lo venías notando desde antes pero ahora se volvía obvio, imposible de ignorar. Cada respiro se sentía más difícil. El cielo que se extendía sobre la isla comenzaba a cubrirse de nubes oscuras, y una neblina espesa tomaba forma, envolviendo las colinas a tu alrededor e incluso dentro de esa recamara. Era como si algo invisible se estuviera despertando. Escuchabas el sonido del mar... fuerte y claro, como si estuvieras justo a su lado cuando sabes que eso es imposible, te encontrabas en el corazón mismo de la isla. Un sudor frío recorre tu frente, la piel se te pone de gallina, empeorando cuanto más te aproximas a esos símbolos tallados en los huesos.
Ya no te sientes solo aquí...