Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
16-01-2025, 05:23 PM
Los comerciantes y el vendedor del puesto hicieron poco caso a tus palabras, estaban acostumbrados a extraños haciéndose de bombos ante cualquier objeto solo para presumir o parecer interesantes. Sin embargo, hubo alguien entre la multitud que pareció tomarte en serio, mirándote en silencio desde el interior del gentío. No obstante, no eras capaz de verlo desde tu posición, al menos no capaz de leer su rostro o medir su interés hacia ti, este sujeto compraría el documento antiguo a un precio mucho mayor al que el comerciante te había indicado y continuaría su rumbo como un misterio hacia ti, quizás tengas suerte y te lo topes más adelante, aunque puede que también llegues tarde.
Ya en tu rumbo hacía el sujeto desconocido… el graznido de Isis se mantenía en el aire, guiándote como un faro entre el caos organizado de Champa. La callejuela hacia la que te dirigías se volvía más estrecha con cada paso, los ruidos del mercado y la taberna se iban quedando atrás hasta ser reemplazados totalmente por un silencio incómodo, solo roto por el eco de tus pisadas (si no las medías). A medida que avanzabas, las sombras parecían alargarse, y el ambiente adquiría un aire como si estuvieras entrando en una película de misterio.
Finalmente, llegaste al lugar indicado por Isis. Desde tu posición, podías distinguir al hombre de la bolsa, ahora con un semblante mucho más relajado que cuando lo viste entre la multitud. Estaba inclinado hacia adelante, hablando en voz baja con una figura envuelta en una capa oscura. La luz que se filtraba entre los tablones de madera del callejón revelaba un brillo en la mano del desconocido, un anillo con una extraña inscripción que no lograras identificar a la distancia.
— ¿Y bien? ¿Lo tienes? — Preguntó la figura encapuchada con una voz grave y áspera, lo suficientemente alta como para que la escucharas si te concentrabas. El hombre de la bolsa asintió y sacó de ella un objeto pequeño, envuelto cuidadosamente en lo que parecía ser un paño de seda. No podías distinguirlo claramente, pero algo en la manera en que lo sujetaba sugería que era algo valioso, o al menos, importante.
Sabías que tenías un par de opciones claras; podías acercarte sigilosamente para tratar de escuchar más, o podías interrumpir la escena y enfrentarte a ellos directamente, aunque eso implicaba un riesgo considerable. Por otro lado, podrías enviar a Isis para causar una distracción y obtener una ventaja mientras decidías cómo proceder. Aunque como siempre, puedes sorprenderme con algo único y característico de tu personaje.
La sonrisa que había estado en tu rostro desde el mercado probablemente aún persistía como un reflejo de la mezcla de curiosidad y adrenalina que te impulsaron hasta este lugar. Ahora, frente a esta escena, el siguiente movimiento estaba completamente en tus manos. ¿Buscarías respuestas sobre los Tribulantes, o preferirías enfocarte en descubrir el contenido de ese misterioso intercambio? ¿Tal vez sorprenderías a todos con una estrategia diferente? Sea cual sea tu decisión, cada acción parecía estar marcando el camino hacia un misterio mayor, hacia los rastros de algún cuento perdido.
Ya en tu rumbo hacía el sujeto desconocido… el graznido de Isis se mantenía en el aire, guiándote como un faro entre el caos organizado de Champa. La callejuela hacia la que te dirigías se volvía más estrecha con cada paso, los ruidos del mercado y la taberna se iban quedando atrás hasta ser reemplazados totalmente por un silencio incómodo, solo roto por el eco de tus pisadas (si no las medías). A medida que avanzabas, las sombras parecían alargarse, y el ambiente adquiría un aire como si estuvieras entrando en una película de misterio.
Finalmente, llegaste al lugar indicado por Isis. Desde tu posición, podías distinguir al hombre de la bolsa, ahora con un semblante mucho más relajado que cuando lo viste entre la multitud. Estaba inclinado hacia adelante, hablando en voz baja con una figura envuelta en una capa oscura. La luz que se filtraba entre los tablones de madera del callejón revelaba un brillo en la mano del desconocido, un anillo con una extraña inscripción que no lograras identificar a la distancia.
— ¿Y bien? ¿Lo tienes? — Preguntó la figura encapuchada con una voz grave y áspera, lo suficientemente alta como para que la escucharas si te concentrabas. El hombre de la bolsa asintió y sacó de ella un objeto pequeño, envuelto cuidadosamente en lo que parecía ser un paño de seda. No podías distinguirlo claramente, pero algo en la manera en que lo sujetaba sugería que era algo valioso, o al menos, importante.
Sabías que tenías un par de opciones claras; podías acercarte sigilosamente para tratar de escuchar más, o podías interrumpir la escena y enfrentarte a ellos directamente, aunque eso implicaba un riesgo considerable. Por otro lado, podrías enviar a Isis para causar una distracción y obtener una ventaja mientras decidías cómo proceder. Aunque como siempre, puedes sorprenderme con algo único y característico de tu personaje.
La sonrisa que había estado en tu rostro desde el mercado probablemente aún persistía como un reflejo de la mezcla de curiosidad y adrenalina que te impulsaron hasta este lugar. Ahora, frente a esta escena, el siguiente movimiento estaba completamente en tus manos. ¿Buscarías respuestas sobre los Tribulantes, o preferirías enfocarte en descubrir el contenido de ese misterioso intercambio? ¿Tal vez sorprenderías a todos con una estrategia diferente? Sea cual sea tu decisión, cada acción parecía estar marcando el camino hacia un misterio mayor, hacia los rastros de algún cuento perdido.