Arthur Soriz
Gramps
18-01-2025, 03:05 AM
(Última modificación: 18-01-2025, 03:06 AM por Arthur Soriz.)
Sientes que la opresión de estar en el fondo del mar aún no se disipa, incluso cuando intentas hablar. Tu voz parece atrapadas, como si las palabras quedasen hundidas en la mismísima niebla. Es como si tus oídos estuvieran obstruidos, incapaces de captar correctamente el sonido de tu propia voz. Cada palabra que pronuncias se siente distante, débil, como un eco perdido en un vasto océano oscuro e infinitamente profundo.
En contraste, la voz que resuena en tu cabeza es todo lo contrario. Es clara, gutural, cargada de una autoridad sombría e intimidante, como si surgiera desde lo más hondo del abismo. Esa voz te envuelve con una presencia amenazante, provocando un escalofrío que recorre toda tu espalda. Pronto, aquella entidad que te observa desde la niebla vuelve a hablar con una pregunta que parece más una acusación que simple curiosidad.
— "No eres pirata... ¿Qué buscas?"
El tono inquisitivo con el que te hace esa pregunta se mezcla con una amenaza implícita, como si cualquier respuesta inadecuada pudiera desencadenar consecuencias terribles. Sientes cómo la presencia se mueve justo más allá de lo que es visible para ti, tan cercana que parece que podrías tocarlo pero cuando miras a tu alrededor, te das cuenta que no hay nada allí. Solo la inquietante certeza de que estás siendo observado, acechado. Cada movimiento, cada respiración, cada palabra podría ser tu última si no tienes cuidado.
Al cortar la palma de tu mano dejando que la sangre fluya libremente empapando el tributo que ofreces, lo que recibes no es un silencio agradecido de una entidad satisfecha, sino una risa. Una risa macabra, profunda que parece surgir desde el fondo de tu pecho. Suena lejana, ahogada, como si viniera de alguien bajo el agua y sin embargo tan claramente cerca. El tributo que ofreces desaparece bajo la niebla y las aguas, tragado por la húmeda oscuridad que notas ha subido ya hasta tus rodillas, avanzando con lentitud cada vez más. No hay señal de aceptación, solo esa risa que se burla de tu gesto, como si el tributo fuera insuficiente, un simple aperitivo para lo que verdaderamente desea o considera justo.
O tal vez, está jugando contigo.
— "¿Dónde está el resto?"
La pregunta te deja un poco desconcertado. Entre la neblina que te envuelve parece escabullirse la presencia de algo que se mueve en la periferia de tu visión, una silueta que se desliza a tu alrededor como un tiburón midiendo a su presa antes de abrir las fauces y devorarlo íntegro. Un instante está allí, al siguiente ha desaparecido en la bruma como un espejismo engañoso. Como si tu cerebro te estuviera jugando una mala pasada.
¿A qué se refería con "el resto"? Podría ser el resto del tributo, el resto de tu grupo, o tal vez algo más siniestro. Sea cual sea la respuesta una cosa es clara... la entidad no tiene intención de dejarte ir así como si nada. No mientras sienta que hay más por obtener y tú tienes más para ofrecer. El agua sigue subiendo lentamente, cada segundo que pasa parece empujarte más a ese terror inconsciente que todo ser posee... el miedo a la muerte.
En contraste, la voz que resuena en tu cabeza es todo lo contrario. Es clara, gutural, cargada de una autoridad sombría e intimidante, como si surgiera desde lo más hondo del abismo. Esa voz te envuelve con una presencia amenazante, provocando un escalofrío que recorre toda tu espalda. Pronto, aquella entidad que te observa desde la niebla vuelve a hablar con una pregunta que parece más una acusación que simple curiosidad.
— "No eres pirata... ¿Qué buscas?"
El tono inquisitivo con el que te hace esa pregunta se mezcla con una amenaza implícita, como si cualquier respuesta inadecuada pudiera desencadenar consecuencias terribles. Sientes cómo la presencia se mueve justo más allá de lo que es visible para ti, tan cercana que parece que podrías tocarlo pero cuando miras a tu alrededor, te das cuenta que no hay nada allí. Solo la inquietante certeza de que estás siendo observado, acechado. Cada movimiento, cada respiración, cada palabra podría ser tu última si no tienes cuidado.
Al cortar la palma de tu mano dejando que la sangre fluya libremente empapando el tributo que ofreces, lo que recibes no es un silencio agradecido de una entidad satisfecha, sino una risa. Una risa macabra, profunda que parece surgir desde el fondo de tu pecho. Suena lejana, ahogada, como si viniera de alguien bajo el agua y sin embargo tan claramente cerca. El tributo que ofreces desaparece bajo la niebla y las aguas, tragado por la húmeda oscuridad que notas ha subido ya hasta tus rodillas, avanzando con lentitud cada vez más. No hay señal de aceptación, solo esa risa que se burla de tu gesto, como si el tributo fuera insuficiente, un simple aperitivo para lo que verdaderamente desea o considera justo.
O tal vez, está jugando contigo.
— "¿Dónde está el resto?"
La pregunta te deja un poco desconcertado. Entre la neblina que te envuelve parece escabullirse la presencia de algo que se mueve en la periferia de tu visión, una silueta que se desliza a tu alrededor como un tiburón midiendo a su presa antes de abrir las fauces y devorarlo íntegro. Un instante está allí, al siguiente ha desaparecido en la bruma como un espejismo engañoso. Como si tu cerebro te estuviera jugando una mala pasada.
¿A qué se refería con "el resto"? Podría ser el resto del tributo, el resto de tu grupo, o tal vez algo más siniestro. Sea cual sea la respuesta una cosa es clara... la entidad no tiene intención de dejarte ir así como si nada. No mientras sienta que hay más por obtener y tú tienes más para ofrecer. El agua sigue subiendo lentamente, cada segundo que pasa parece empujarte más a ese terror inconsciente que todo ser posee... el miedo a la muerte.