Shaelia D. Flamme
La Salamandra
19-01-2025, 02:29 AM
(Última modificación: 19-01-2025, 04:46 AM por Shaelia D. Flamme.)
~ Champa, Isla Tortuga, 6 de Invierno del año 724
Se supone que una isla como isla Tortuga tenía que ser un lugar perfecto para una delincuente buscada como yo, ¿no? Que debería sentirme como un pez en el agua, a salvo entre el resto de carroña de este puto mundo. Pero no, la verdad es que es un asco. Esta isla da asco, su gente da asco, todos con un aire prepotente cuando en realidad son camellitos de tres al cuarto. ¡Nada que ver conmigo! ¡Soy una putísima oni, el mísero pedo de uno de mis ancestros sería capaz de ventilarse medio barrio de este sitio! ... Lo cierto es que empiezo a estar harta de esta isla, nunca ocurre nada interesante a no ser que lo busque yo de forma activa, y eso es... cansado incluso para mí.
Caminaba por la calle, arañándome la piel de los dedos por la puta frustración que me ocasiona este sitio monótono y cliché cuando de repente, una vocecilla se me cuela por el oído, como un gusano buscandome el cerebro. ¿Refinado? ¿Mansión de los Oglethorpe qué? ¿Por la noche? Me quedé quieta en el sitio, como un conejillo al escuchar un ruido extraño, y giré la cabeza instintivamente hacia el cielo. Empezaba a oscurecer. ¿A qué coño se referían? Los tipos se callan de repente, dejándome con toda la miel en los labios y sin poder saborearla siquiera. Y es que esas palabras me llaman la atención, más que nada porque suenan a tooodo lo contrario de lo que es la Isla Tortuga. Una. Mansión. ¿Sería real? ¿Existe eso siquiera en un lugar como este, lleno de macarras y de ladrones? ¿Nadie la había desvalijado por completo y se había llevado todas esas cositas refinadas? Se me dibujó una sonrisa nerviosa en la cara. ¿Y si me las llevaba yo? Ah, sí, antes tenía que descubrir de qué coño hablaban. Sin mucho tiempo por delante, por cierto, porque ya casi que se está haciendo de noche.
Me sigo moviendo por las calles, y los rumores sobre ese puto espectáculo me bombardean los oídos, ¿es que todo el mundo sabía de eso menos YO? ¿Cómo se atreven a no incluirme? Nada, no lo soporto más, escucho a las dos abuelas susurrando y diciendo no se qué de selecto justo cuando me acerco a ellas, con una sonrisa enorme, enseñando todos mis dientes afilados. Mis ojos amarillos brillan como faroles en medio de las sombras de Champa, y mi actitud, como siempre, es tan sutil como un martillo cayendo sobre una porcelana. — ¡Oye, abuelas! ¿Se puede saber de qué habláis? ¿Eh? Ese... "espectáculo selecto"... suena increíble. ¿Cómo se entra? — En ese mismo momento soy consciente de mi propia apariencia. Desaliñada, los cabellos alborotados, ropa ancha y vieja, zapatillas llenas de mierda... — No penséis que siempre voy así, eh, tengo un vestido de... época, esperando en casa. No me lo he puesto aún por no mancharlo y tal. — ¿Había sonado creíble? Espera, tengo otra cosa más bajo la manga. — Y... porque lo está planchando el mayordomo, y eso. — La gente refinada tenía esas cosas en casa, lo sé, lo he escuchado decir alguna vez. La verdad es que creo que lo he hecho de puta madre, creíble de la hostia, y qué coño, son dos abuelitas adorables que compran fruta, seguro que me dicen algo.