Takahiro
La saeta verde
10-08-2024, 08:39 PM
Las sardinas espetadas entran demasiado bien en el cuerpo, aunque una sola sabe a poco. Las manos ahora te huelen a sardinas y es un olor que tarda un poco en irse si no te lavas las manos a conciencia. En fin. Tus compañeros se han marchado a ejercer su deber como miembros de la seguridad y la ley y no parecen que vayan a volver pronto.
El barco que vislumbras en la lejanía te resulta muy curioso. Vas caminando, pero el camino se hace largo. Ojalá poder volar, ¿verdad? El tiempo transcurre lento, pero observas con detenimiento el lugar. El jolgorio y la alegría se queda atrás y te adentras en la paz y la calma de la naturaleza costera. El camino es unidireccional en ambos sentidos, es decir, que el sendero que estás tomando es el mismo para ir hacia las calas del norte que para volver al pueblo: no tiene pérdida.
Sigues caminando y consigues ver una columna de humo que se eleva a las espaldas de la cala contigua a la que se encuentra el faro. En ese momento te percatas de que hay una algo parecido a un atajo, aunque no por ello tiene que ser seguro. Se tratan de raíces y lo que antaño fue una escalera de madera clavada en la piedra que desciende hasta la arena. No parece muy seguro, quizá una caída por ahí pueda ser estrepitosa; o tal vez no. De bajar por aquí te toparás de frente con el barco después de caminar un poco.
De seguir continuando por el sendero —sin atajos— encontrarás dos caminos: uno que te lleva al faro y otro que te lleva a una cala paradisiaca de donde procede el humo. En esta cala hay un hombre sentado junto a una fogata. El barco no está muy lejos de allí.
El barco que vislumbras en la lejanía te resulta muy curioso. Vas caminando, pero el camino se hace largo. Ojalá poder volar, ¿verdad? El tiempo transcurre lento, pero observas con detenimiento el lugar. El jolgorio y la alegría se queda atrás y te adentras en la paz y la calma de la naturaleza costera. El camino es unidireccional en ambos sentidos, es decir, que el sendero que estás tomando es el mismo para ir hacia las calas del norte que para volver al pueblo: no tiene pérdida.
Sigues caminando y consigues ver una columna de humo que se eleva a las espaldas de la cala contigua a la que se encuentra el faro. En ese momento te percatas de que hay una algo parecido a un atajo, aunque no por ello tiene que ser seguro. Se tratan de raíces y lo que antaño fue una escalera de madera clavada en la piedra que desciende hasta la arena. No parece muy seguro, quizá una caída por ahí pueda ser estrepitosa; o tal vez no. De bajar por aquí te toparás de frente con el barco después de caminar un poco.
De seguir continuando por el sendero —sin atajos— encontrarás dos caminos: uno que te lleva al faro y otro que te lleva a una cala paradisiaca de donde procede el humo. En esta cala hay un hombre sentado junto a una fogata. El barco no está muy lejos de allí.