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Teruyoshi
Teru
21-01-2025, 03:06 AM
Una vez más, las habilidades felinas de Teruyoshi permitieron al mink sobrepasar a su contrincante. Esquivó casi por completo el primer ataque de Ryu y contraatacó con verdadera ferocidad, ofreciendo un digno espectáculo para el público que los observaba con emoción. Teruyoshi estaba decidido a dejar su impronta, ya fuera en la mente de los aprendices, que observaban estupefactos el combate, o en el propio suelo maltratado bajo sus pies. Fuera como fuera, el recuerdo del mink no desaparecería tan fácilmente.
El último choque de los luchadores pareció detener el tiempo por un instante, instante en el que la pareja parecía no solo medir sus fuerzas, sino que podía verse cómo había algo más, como si el choque no fuese solo físico, sino que también parecía enfrentar el espíritu y voluntad de los contendientes.
- Esto me gusta más - pensó el mink al notar que Ryu finalmente mostraba una concentración hasta ahora oculta.
- Pero sigue sin serrr suficiente - soltó cuando notó que superaba de nuevo a sus dos contrincantes, porque no olvidemos que ese día el gato parecía tener una fijación un tanto extraña con el terreno, por el cual terminó deslizándose Ryu tras el empuje ocasionado por el golpe de Teruyoshi. Sin embargo, el joven luchador volvió a resistir, demostrando una firme entereza digna de elogio, cómo esos árboles que ves doblados por culpa del viento… pero que nunca ceden.
El mink recuperó distancia con rápidos movimientos sobre el maltratado suelo, mientras una sonrisa feroz cruzaba su rostro. Estaba encantado de haberse topado con alguien que resistiera sus golpes. Durante el breve descanso, cada combatiente lo aprovechó a su manera. Ryu ajustó su postura, mientras Teruyoshi lo observaba con interés, realizando su característico gesto de pasarse una zarpa por una oreja después de lamerla.
Teruyoshi no pudo evitar notar cómo los movimientos de Ryu se tornaban calculados, hasta adoptar una postura distinta, casi como si estuviera acechándolo. Esto hizo que la sonrisa del mink se ensanchara aún más, ya que había reconocido cierto patrón de caza en aquellos movimientos, como si su rival pretendiera imitarlo… aunque claro, le faltaba gracia y encanto para igualar al gato.
- Veamos qué tienes prrreparado esta vez - dijo en un susurro mientras esperaba la ofensiva de su contrincante, volviendo a su propia guardia, con la electricidad de su estilo de combate recorriendo su cuerpo.
El ataque de Ryu no tardó en llegar. Esta vez, parecía haber aprendido de los choques anteriores y evitó acercarse de primeras como había hecho al principio del combate. - Chico listo… ¿Pero qué pasaría si vuelvo a esquivarrrte? - pensó maliciosamente Teruyoshi, presto a encarar el ataque de Ryu.
- ¿¡Acaso no te imporrrtan los estudiantes!? - gritó, incapaz de mantener esa lengua viperina suya a la par que cargaba su propia ofensiva.
A pesar de sus palabras, el mink ya no tenía intenciones de picardear ni de distraer a su contrincante, pero su forma de ser simplemente le impedía mantener la boca cerrada. Incluso sabía que sus palabras eran algo hipócritas, considerando que llevaba maltratando el escenario sin temor a dañar a nadie a su alrededor… pero, al fin y al cabo, él no tenía lazos ni responsabilidades con el dojo.
Esta vez, Teruyoshi decidió hacer como Ryu y jugar a los mimos, por lo que sin esperar un segundo más, giró sobre sí mismo y lanzó una potente patada imbuida en haki, confrontando directamente el ataque que venía directo a él. Las fuerzas volvieron a encontrarse, forcejeando durante un instante en aquella lucha por comprobar quién era más fuerte. Una vez más, el vencedor del mismo fue Teruyoshi, aunque esta vez notó cómo su contrincante casi había logrado sobrepasarlo. Fue entonces cuando decidió que ya bastaba de juegos. Había llegado el momento de ponerse serios.
Dado los anteriores encontronazos, el mink había confiado en volver a superar a su contrario, hecho que por exceso de confianza casi no sucede, pero que iba a emediar de inmediato. Sin cesar su movimiento inicial, giró de nuevo, acumulando toda la electricidad que podía generar, culminando el giro con una patada que envió una onda eléctrica hacia su adversario. Para que viera que él también sabía imitarlo.
- ¡Demuestrrra que lo de ahora ha sido un errrorr y prrrotege a los tuyos como he hecho yo con menos motivos! - gritó mientras su siguiente técnica avanzaba contra Ryu.
Consciente del alcance de su ataque, Teruyoshi confiaba en que sus palabras hicieran mella en el honor del joven alumno, obligándolo a enfrentar la ofensiva de frente, por lo que sin esperar el resultado, el mink avanzó hacia su contrincante, confiando en sorprenderlo con un incremento en su velocidad y precisión.
- Sigamos - pensó para sí mientras avanzaba rápido y grácil cual felino, atravesando los obstáculos que formaban los restos del terreno, generando electricidad y vibraciones, para terminar lanzando un derechazo directo al rostro de Ryu con todas sus fuerzas... o al menos eso emuló, ya que el último momento realizó una finta y buscó colarse bajo su guardia, para acto seguido lanzarle un golpe ascendente en forma de gancho con la izquierda, buscando destruir sus defensas con la potencia de su técnica. El mink era consciente de la magnitud de su ataque y por ello lo lanzó ascendentemente, buscando evitar bajas innecesarias entre el público al propagarse las vibraciones hacia arriba.
Esta vez, tras su ataque, decidió mantenerse cerca, a apenas un par de metros, atento a cualquier treta que su rival pudiera tener preparada para contrarrestarle. El mink estaba inundado por el sentimiento de batalla y no quería que acabase este gran momento.
El último choque de los luchadores pareció detener el tiempo por un instante, instante en el que la pareja parecía no solo medir sus fuerzas, sino que podía verse cómo había algo más, como si el choque no fuese solo físico, sino que también parecía enfrentar el espíritu y voluntad de los contendientes.
- Esto me gusta más - pensó el mink al notar que Ryu finalmente mostraba una concentración hasta ahora oculta.
- Pero sigue sin serrr suficiente - soltó cuando notó que superaba de nuevo a sus dos contrincantes, porque no olvidemos que ese día el gato parecía tener una fijación un tanto extraña con el terreno, por el cual terminó deslizándose Ryu tras el empuje ocasionado por el golpe de Teruyoshi. Sin embargo, el joven luchador volvió a resistir, demostrando una firme entereza digna de elogio, cómo esos árboles que ves doblados por culpa del viento… pero que nunca ceden.
El mink recuperó distancia con rápidos movimientos sobre el maltratado suelo, mientras una sonrisa feroz cruzaba su rostro. Estaba encantado de haberse topado con alguien que resistiera sus golpes. Durante el breve descanso, cada combatiente lo aprovechó a su manera. Ryu ajustó su postura, mientras Teruyoshi lo observaba con interés, realizando su característico gesto de pasarse una zarpa por una oreja después de lamerla.
Teruyoshi no pudo evitar notar cómo los movimientos de Ryu se tornaban calculados, hasta adoptar una postura distinta, casi como si estuviera acechándolo. Esto hizo que la sonrisa del mink se ensanchara aún más, ya que había reconocido cierto patrón de caza en aquellos movimientos, como si su rival pretendiera imitarlo… aunque claro, le faltaba gracia y encanto para igualar al gato.
- Veamos qué tienes prrreparado esta vez - dijo en un susurro mientras esperaba la ofensiva de su contrincante, volviendo a su propia guardia, con la electricidad de su estilo de combate recorriendo su cuerpo.
El ataque de Ryu no tardó en llegar. Esta vez, parecía haber aprendido de los choques anteriores y evitó acercarse de primeras como había hecho al principio del combate. - Chico listo… ¿Pero qué pasaría si vuelvo a esquivarrrte? - pensó maliciosamente Teruyoshi, presto a encarar el ataque de Ryu.
- ¿¡Acaso no te imporrrtan los estudiantes!? - gritó, incapaz de mantener esa lengua viperina suya a la par que cargaba su propia ofensiva.
A pesar de sus palabras, el mink ya no tenía intenciones de picardear ni de distraer a su contrincante, pero su forma de ser simplemente le impedía mantener la boca cerrada. Incluso sabía que sus palabras eran algo hipócritas, considerando que llevaba maltratando el escenario sin temor a dañar a nadie a su alrededor… pero, al fin y al cabo, él no tenía lazos ni responsabilidades con el dojo.
Esta vez, Teruyoshi decidió hacer como Ryu y jugar a los mimos, por lo que sin esperar un segundo más, giró sobre sí mismo y lanzó una potente patada imbuida en haki, confrontando directamente el ataque que venía directo a él. Las fuerzas volvieron a encontrarse, forcejeando durante un instante en aquella lucha por comprobar quién era más fuerte. Una vez más, el vencedor del mismo fue Teruyoshi, aunque esta vez notó cómo su contrincante casi había logrado sobrepasarlo. Fue entonces cuando decidió que ya bastaba de juegos. Había llegado el momento de ponerse serios.
Dado los anteriores encontronazos, el mink había confiado en volver a superar a su contrario, hecho que por exceso de confianza casi no sucede, pero que iba a emediar de inmediato. Sin cesar su movimiento inicial, giró de nuevo, acumulando toda la electricidad que podía generar, culminando el giro con una patada que envió una onda eléctrica hacia su adversario. Para que viera que él también sabía imitarlo.
- ¡Demuestrrra que lo de ahora ha sido un errrorr y prrrotege a los tuyos como he hecho yo con menos motivos! - gritó mientras su siguiente técnica avanzaba contra Ryu.
Consciente del alcance de su ataque, Teruyoshi confiaba en que sus palabras hicieran mella en el honor del joven alumno, obligándolo a enfrentar la ofensiva de frente, por lo que sin esperar el resultado, el mink avanzó hacia su contrincante, confiando en sorprenderlo con un incremento en su velocidad y precisión.
- Sigamos - pensó para sí mientras avanzaba rápido y grácil cual felino, atravesando los obstáculos que formaban los restos del terreno, generando electricidad y vibraciones, para terminar lanzando un derechazo directo al rostro de Ryu con todas sus fuerzas... o al menos eso emuló, ya que el último momento realizó una finta y buscó colarse bajo su guardia, para acto seguido lanzarle un golpe ascendente en forma de gancho con la izquierda, buscando destruir sus defensas con la potencia de su técnica. El mink era consciente de la magnitud de su ataque y por ello lo lanzó ascendentemente, buscando evitar bajas innecesarias entre el público al propagarse las vibraciones hacia arriba.
Esta vez, tras su ataque, decidió mantenerse cerca, a apenas un par de metros, atento a cualquier treta que su rival pudiera tener preparada para contrarrestarle. El mink estaba inundado por el sentimiento de batalla y no quería que acabase este gran momento.