Horus
El Sol
21-01-2025, 05:42 AM
No recibí ninguna respuesta. Claramente, esa entidad era un cabezón que no dejaba de repetir lo mismo con sus risas. Estaba casi convencido de que no sería posible obtener más información de allí, así que comencé a sopesar la posibilidad de retirarme sin más e investigar por otras fuentes cómo podría pagar ese tributo o eludirlo si fuera un precio que no estaba dispuesto a pagar por nada del mundo. Siempre hay alternativas y siempre hay formas de negociar. Si se trataban de piratas, había muchas posibilidades sobre la mesa que tratar; era importante buscar la forma, aunque para ello debía salir de allí con vida.
Pero no tuve que darle muchas vueltas, puesto que mi mareo empeoró. Todas esas sensaciones y efectos nocivos que estaban afectando mi organismo se intensificaron sin parar, hasta tal punto que mi vista se nubló completamente y terminé por desvanecerme. Una oscuridad infinita e incomprensible me rodeaba; nada se percibía a mi alrededor y no sabía qué hacer, aunque tampoco podía hacer nada, ni mover un dedo por mucho que lo intentara. Era una serenidad incómoda y vacía que me estaba dejando caer en la nada. Tal vez había muerto. Eso era lo que uno sentía cuando estaba muerto. No lo podía saber, puesto que nunca había estado muerto antes.
Pero finalmente, un nauseabundo y asqueroso olor me despertó. Ni el aliento de Anubis tras ir a cazar por allí cuando lo dejé solo era tan malo. Pero fue una bendición ese maldito olor, porque me hizo volver en mí y despertar. Estaba confuso y atontado, como si me hubiera pasado excesivamente con el alcohol, pero no un poco, muchísimo, un desfase descomunal que ahora estaba pagando muy caro. Conforme mis ojos dejaban de dar vueltas y recuperaban la claridad, comencé a percibir claramente los muelles de Champa. No entendía muy bien qué ocurría, cómo pasé de las colinas de huesos a Champa sin darme cuenta. Era un misterio franco que mi resaca no me dejaba procesar adecuadamente.
No obstante, recuperé algo de conciencia cuando una voz familiar resonó en mi cabeza. Era la voz de Dolos de nuevo, y él estaba a mi lado, como ayer mismo, como si el tiempo no hubiera transcurrido. En mi mano había exactamente la misma botella que ayer, pero vacía. No sabía si era la misma, pero se parecía mucho. Sin embargo, por mucho que me repitiera que fue ayer, realmente lo fue, había transcurrido un día o tal vez había estado unos momentos dormido por el alcohol... No, no podía ser eso. Recordaba perfectamente cómo, después de eso, ayudamos entre todos al pulpo globo en nuestro campamento. Era imposible que eso fuera un sueño.
Él seguía conversando como si nada, como si nuestra conversación continuara en el mismo punto que ayer, pero no estaba seguro de cómo podría eso ser posible. Lo que había vivido realmente era una mentira; no tenía claro nada. Así que lo único que podía hacer era intentar lograr que el tiempo menguara mi resaca y seguirle la corriente a Dolos para intentar averiguar qué había pasado y qué es lo que acababa de vivir.
— Así que llegaste a conocer al capitán incluso, supongo que el tributo para tal honor no fue barato — le diría algo confundido.
Intenté averiguar algo de lo que había vivido en aquella ensoñación con lo que Dolos intentaba decirme. Había que conducir sus palabras como pudiera hacia las respuestas que buscaba para entender mi situación. Ya había hablado con Dolos y sé cómo puede irse por las ramas e ignorar las palabras que no le interesan o no van ligadas a lo que tiene que contar. Aunque si no accedía a decirme lo que necesitaba, no pasaba nada; escuchar era importante, se aprende realmente escuchando.
Pero no tuve que darle muchas vueltas, puesto que mi mareo empeoró. Todas esas sensaciones y efectos nocivos que estaban afectando mi organismo se intensificaron sin parar, hasta tal punto que mi vista se nubló completamente y terminé por desvanecerme. Una oscuridad infinita e incomprensible me rodeaba; nada se percibía a mi alrededor y no sabía qué hacer, aunque tampoco podía hacer nada, ni mover un dedo por mucho que lo intentara. Era una serenidad incómoda y vacía que me estaba dejando caer en la nada. Tal vez había muerto. Eso era lo que uno sentía cuando estaba muerto. No lo podía saber, puesto que nunca había estado muerto antes.
Pero finalmente, un nauseabundo y asqueroso olor me despertó. Ni el aliento de Anubis tras ir a cazar por allí cuando lo dejé solo era tan malo. Pero fue una bendición ese maldito olor, porque me hizo volver en mí y despertar. Estaba confuso y atontado, como si me hubiera pasado excesivamente con el alcohol, pero no un poco, muchísimo, un desfase descomunal que ahora estaba pagando muy caro. Conforme mis ojos dejaban de dar vueltas y recuperaban la claridad, comencé a percibir claramente los muelles de Champa. No entendía muy bien qué ocurría, cómo pasé de las colinas de huesos a Champa sin darme cuenta. Era un misterio franco que mi resaca no me dejaba procesar adecuadamente.
No obstante, recuperé algo de conciencia cuando una voz familiar resonó en mi cabeza. Era la voz de Dolos de nuevo, y él estaba a mi lado, como ayer mismo, como si el tiempo no hubiera transcurrido. En mi mano había exactamente la misma botella que ayer, pero vacía. No sabía si era la misma, pero se parecía mucho. Sin embargo, por mucho que me repitiera que fue ayer, realmente lo fue, había transcurrido un día o tal vez había estado unos momentos dormido por el alcohol... No, no podía ser eso. Recordaba perfectamente cómo, después de eso, ayudamos entre todos al pulpo globo en nuestro campamento. Era imposible que eso fuera un sueño.
Él seguía conversando como si nada, como si nuestra conversación continuara en el mismo punto que ayer, pero no estaba seguro de cómo podría eso ser posible. Lo que había vivido realmente era una mentira; no tenía claro nada. Así que lo único que podía hacer era intentar lograr que el tiempo menguara mi resaca y seguirle la corriente a Dolos para intentar averiguar qué había pasado y qué es lo que acababa de vivir.
— Así que llegaste a conocer al capitán incluso, supongo que el tributo para tal honor no fue barato — le diría algo confundido.
Intenté averiguar algo de lo que había vivido en aquella ensoñación con lo que Dolos intentaba decirme. Había que conducir sus palabras como pudiera hacia las respuestas que buscaba para entender mi situación. Ya había hablado con Dolos y sé cómo puede irse por las ramas e ignorar las palabras que no le interesan o no van ligadas a lo que tiene que contar. Aunque si no accedía a decirme lo que necesitaba, no pasaba nada; escuchar era importante, se aprende realmente escuchando.