Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
21-01-2025, 07:44 AM
Ragnheidr se detiene un instante, percibiendo el cambio en el aire antes de avanzar más. Su mirada se endurece, fija en la dirección de aquella presencia debilitada pero poderosa que siente a lo lejos. A su lado, Airgid nota su pausa y el ligero cambio en su postura, tan sutil que cualquier otro no lo habría detectado. —Hay alguien — Susurra, lo suficiente para que solo Airgid lo escuche. Su tono es bajo, serio, casi grave.— No está lejos. Es fuerte, pero... está mal. Herido.— Ragn se gira hacia ella un momento, dejando claro con sus ojos la preocupación que empieza a formarse en él. A pesar de su experiencia, algo en esta sensación le pone en guardia más de lo habitual. Sabe que en esta isla nada será simple. —Vamos ... — Añade, respondiendo al gesto de confianza que Airgid le ofreció antes. Esta vez, es él quien toma su mano, apretándola brevemente, con fuerza, como si con ese contacto quisiera asegurarle que está con ella, pase lo que pase. Su mirada se suaviza por un instante.— Quédate cerca. Y si algo no te cuadra, protege a los niños. Yo me encargaré de esto. — Con eso dicho, vuelve a fijar su atención al frente, guiando el camino con pasos más cautelosos.
Al llegar al lugar donde la mujer está apoyada contra el árbol, Ragnheidr se detiene en seco. Sus ojos, que al principio habían evaluado a la mujer y su estado, ahora se alzan hacia las ramas más altas de los árboles. La bandada de cuervos, con sus plumas negras y ojos brillantes, no parece natural. No es solo la manera en que lo miran, como si tuvieran más inteligencia de la que deberían, sino la presencia que emanan, como si fueran algo más que simples aves. Por un instante recordó a su padre y el uso de esos animales que tenía ... El vikingo entrecierra los ojos, su mandíbula se tensa. Nota un escalofrío que no tiene nada que ver con el frío de la nieve. Da un paso hacia adelante, esta vez mirando directamente a los cuervos, como si tratara de medir su amenaza. No baja la guardia, manteniendo su haki de observación activo, intentando captar cualquier anomalía o cambio en las intenciones de esas criaturas. Su instinto le dice que algo más grande está en juego aquí, y que no puede ignorar a esos cuervos, ni lo que podrían significar.
Una vez llegados a la ubicación ... Ragnheidr da un paso adelante con cuidado, levantando una mano abierta en un gesto de calma, pero su mirada no pierde ese brillo firme y determinado que siempre lo ha caracterizado. Sus músculos se tensan por la preparación, aunque su postura no es agresiva. Sabe perfectamente que una lanza en manos de alguien como ella, incluso herida, podría ser letal si no mide bien sus palabras o movimientos. —Soy Ragnheidr. Y ella es Airgid. — Comenta con voz grave, clara, pero sin rastro de hostilidad. — Soy viajero de tierras lejanas. No buscamos pelea. Aunque no se si estás en condiciones para darla.— Hace una pausa, evaluando sus palabras, y desvía ligeramente la mirada hacia los cuervos en las ramas. Su haki de observación sigue activo, escudriñando cualquier otra presencia que pudiera estar al acecho. Pero vuelve a centrarse en la mujer, consciente de que su atención no puede tambalearse ahora. —Parece que no estás en condiciones de enfrentarte a nadie. ¿Tan fuerte era la otra persona? —Dice con un tono más neutral pero intentando sonar algo irónico, aunque no carente de cierta preocupación genuina.— Podemos ofrecerte ayuda.— Miró por un segundo a Airgid, una mirada que decía "¿Es buena idea, no?"
Ragn no da un paso más, manteniendo una distancia prudente, pero su presencia es imponente, como una montaña que se planta firme ante el temporal. Sus ojos azulados brillan como el hielo bajo la luz invernal, reflejando una combinación de fuerza y compasión. —Decide rápido, porque no estoy seguro de que esos cuervos sean solo espectadores. —El vikingo lanza una rápida mirada hacia las aves antes de volver a centrar su atención en la mujer. Es directo, pero no deja de lado una pizca de humanidad. Aunque su voz suene dura, la decisión de tender una mano está ahí, esperando su respuesta.
Al llegar al lugar donde la mujer está apoyada contra el árbol, Ragnheidr se detiene en seco. Sus ojos, que al principio habían evaluado a la mujer y su estado, ahora se alzan hacia las ramas más altas de los árboles. La bandada de cuervos, con sus plumas negras y ojos brillantes, no parece natural. No es solo la manera en que lo miran, como si tuvieran más inteligencia de la que deberían, sino la presencia que emanan, como si fueran algo más que simples aves. Por un instante recordó a su padre y el uso de esos animales que tenía ... El vikingo entrecierra los ojos, su mandíbula se tensa. Nota un escalofrío que no tiene nada que ver con el frío de la nieve. Da un paso hacia adelante, esta vez mirando directamente a los cuervos, como si tratara de medir su amenaza. No baja la guardia, manteniendo su haki de observación activo, intentando captar cualquier anomalía o cambio en las intenciones de esas criaturas. Su instinto le dice que algo más grande está en juego aquí, y que no puede ignorar a esos cuervos, ni lo que podrían significar.
Una vez llegados a la ubicación ... Ragnheidr da un paso adelante con cuidado, levantando una mano abierta en un gesto de calma, pero su mirada no pierde ese brillo firme y determinado que siempre lo ha caracterizado. Sus músculos se tensan por la preparación, aunque su postura no es agresiva. Sabe perfectamente que una lanza en manos de alguien como ella, incluso herida, podría ser letal si no mide bien sus palabras o movimientos. —Soy Ragnheidr. Y ella es Airgid. — Comenta con voz grave, clara, pero sin rastro de hostilidad. — Soy viajero de tierras lejanas. No buscamos pelea. Aunque no se si estás en condiciones para darla.— Hace una pausa, evaluando sus palabras, y desvía ligeramente la mirada hacia los cuervos en las ramas. Su haki de observación sigue activo, escudriñando cualquier otra presencia que pudiera estar al acecho. Pero vuelve a centrarse en la mujer, consciente de que su atención no puede tambalearse ahora. —Parece que no estás en condiciones de enfrentarte a nadie. ¿Tan fuerte era la otra persona? —Dice con un tono más neutral pero intentando sonar algo irónico, aunque no carente de cierta preocupación genuina.— Podemos ofrecerte ayuda.— Miró por un segundo a Airgid, una mirada que decía "¿Es buena idea, no?"
Ragn no da un paso más, manteniendo una distancia prudente, pero su presencia es imponente, como una montaña que se planta firme ante el temporal. Sus ojos azulados brillan como el hielo bajo la luz invernal, reflejando una combinación de fuerza y compasión. —Decide rápido, porque no estoy seguro de que esos cuervos sean solo espectadores. —El vikingo lanza una rápida mirada hacia las aves antes de volver a centrar su atención en la mujer. Es directo, pero no deja de lado una pizca de humanidad. Aunque su voz suene dura, la decisión de tender una mano está ahí, esperando su respuesta.