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Octojin
El terror blanco
22-01-2025, 01:15 PM
Ryu no puede ocultar su sorpresa al verte igualar su golpe con tanta precisión y fuerza. Y, sobre todo, con esa aparente facilidad. Aunque realmente te cueste más de lo que parece, la soltura con la que efectúas los golpes hace ver que es más sencillo de lo que realmente es. Pese a ello, tu rival no dice nada, su mirada revela un nuevo nivel de respeto hacia ti. El público, emocionado por la intensidad del combate, se entrega a los gritos y aplausos. Los murmullos de asombro entre los espectadores se mezclan con vítores de apoyo tanto hacia el alumno estrella como hacia ti, el inesperado y formidable contrincante. La gente opina del combate entre ellos y destacan ciertos aspectos que, para ellos, son la clave del combate. Aunque desde ahí se ve todo mejor, claro.
Ryu, concentrado como nunca, ignora cualquier provocación verbal que pudieras intentar. Su mente está fija en el combate, calculando cada movimiento mientras mantiene una defensa férrea. Si bien antes le estabas picando y eso afectaba a su rendimiento, parece haber aprendido de sus errores. Ahora, más serio de lo normal y con una nueva postura, intenta conseguir ese extra de concentración que necesita para que todo salga como planea. Y, aunque difícil, está totalmente concienciado en conseguirlo.
Tu primer ataque lo encuentra preparado, con su brazo izquierdo recubierto de haki en posición para bloquear. Sin embargo, la potencia de tu golpe supera sus expectativas. Aunque logra desviar parte del impacto con un potente puñetazo, el choque provoca una onda expansiva que deja una quemadura visible en su brazo. El dolor se refleja en una mueca fugaz, pero Ryu no deja que eso lo detenga. Se sacude el brazo y lo mueve en distintas direcciones, como si realmente no pudiera controlarlo del todo. Puedes ver que sus movimientos son algo erráticos pero nada preocupante.
El segundo ataque es aún más devastador. Ryu intenta contrarrestarlo con un intenso bloqueo con la pierna izquierda envuelta en haki, girando su cuerpo para añadir más fuerza al impacto. El choque de ambas fuerzas resuena como un trueno en el campo de batalla. Por un instante, parece que ambos están igualados, pero la presión de tu golpe termina por imponerse. La fuerza lo empuja hacia atrás de manera descontrolada, haciéndolo caer al suelo en una postura poco digna. Los espectadores contienen el aliento al verlo levantarse rápidamente, aunque su postura delata el daño sufrido. Puedes intuir que se ha levantado tan rápidamente víctima de su propio ego. Realmente no se encuentra bien, y sus movimientos lo dejan ver.
No hace falta fijarse demasiado para ver cómo cojea. La pierna que usó para el contraataque está visiblemente entumecida, y su esfuerzo por mantener el equilibrio es evidente. A pesar de ello, Ryu no muestra intención de rendirse. Ajusta su postura, intentando apoyarse en ambas piernas para lanzar un nuevo ataque impulsándose sobre ellas. Sin embargo... La pierna herida le falla, obligándolo a caer de rodillas. Durante unos segundos, parece debatirse consigo mismo, como si intentara reunir las fuerzas necesarias para continuar. Pero al intentar levantarse vuelve a caer, esta vez apoyando solo una de las dos rodillas en el suelo.
Finalmente, levanta ambas manos en señal de rendición, dejando claro que el combate ha terminado. Su cuerpo no responde como debería y su agotamiento es tal que no merece la pena seguir. Más viendo que tú te encuentras tan entero. La multitud estalla en aplausos y vítores, reconociendo la intensidad del enfrentamiento. Algunos se acercan para felicitarte, mientras otros se apresuran a verificar el estado de Ryu, preocupados por su salud. A pesar de su derrota, el joven se levanta lentamente, ayudado por algunos de sus compañeros, y cojeando, pero con la cabeza en alto, se acerca a ti, mostrando una expresión de cansancio, pero también de respeto.
—Pensé que podría seguir y tener una última oportunidad, pero ni el brazo ni la pierna me responden como me gustaría —dice, con una leve sonrisa. Su tono, aunque derrotado, no carece de admiración—. Enhorabuena, me has enseñado muchas cosas.
Extiende su mano hacia ti en un gesto de buena voluntad y con bastante firmeza.
—Acepta mi invitación a quedarte en el dojo. Te podrás duchar y un médico tratará tus heridas, si lo necesitas. Es lo mínimo que puedo hacer por alguien que se ha dignado a pelear de esta manera conmigo. Mereces respeto por ello.
Si decides aceptar, el ambiente en el dojo se torna mucho más relajado. Los aprendices y maestros te miran con una mezcla de asombro y respeto mientras te conducen hacia las instalaciones. Primero te llevan a un baño amplio, perfectamente equipado para que te duches y te relajes. El agua tibia corre por tu cuerpo, llevándose consigo el polvo y el sudor de la batalla. Es un momento de tranquilidad que contrasta con la intensidad del combate recién finalizado. Y es un momento que premia tu victoria. Relájate y tómate el tiempo que necesites, es un tiempo única y exclusivamente para ti.
Una vez que terminas de ducharte, un médico del dojo se encargará de evaluarte —siempre que aceptes, claro—. Aunque las heridas no son graves, el especialista limpia cualquier rastro de daño y aplica ungüentos en las zonas más afectadas. El trato es profesional y amable, dejando claro que el dojo respeta a quienes demuestran su valía en el campo de batalla.
Mientras te recuperas, puedes sentir cómo la atmósfera del lugar ha cambiado. Ahora, no solo eres un visitante, sino alguien que ha ganado un lugar en la memoria de todos los presentes.
Ryu, concentrado como nunca, ignora cualquier provocación verbal que pudieras intentar. Su mente está fija en el combate, calculando cada movimiento mientras mantiene una defensa férrea. Si bien antes le estabas picando y eso afectaba a su rendimiento, parece haber aprendido de sus errores. Ahora, más serio de lo normal y con una nueva postura, intenta conseguir ese extra de concentración que necesita para que todo salga como planea. Y, aunque difícil, está totalmente concienciado en conseguirlo.
Tu primer ataque lo encuentra preparado, con su brazo izquierdo recubierto de haki en posición para bloquear. Sin embargo, la potencia de tu golpe supera sus expectativas. Aunque logra desviar parte del impacto con un potente puñetazo, el choque provoca una onda expansiva que deja una quemadura visible en su brazo. El dolor se refleja en una mueca fugaz, pero Ryu no deja que eso lo detenga. Se sacude el brazo y lo mueve en distintas direcciones, como si realmente no pudiera controlarlo del todo. Puedes ver que sus movimientos son algo erráticos pero nada preocupante.
El segundo ataque es aún más devastador. Ryu intenta contrarrestarlo con un intenso bloqueo con la pierna izquierda envuelta en haki, girando su cuerpo para añadir más fuerza al impacto. El choque de ambas fuerzas resuena como un trueno en el campo de batalla. Por un instante, parece que ambos están igualados, pero la presión de tu golpe termina por imponerse. La fuerza lo empuja hacia atrás de manera descontrolada, haciéndolo caer al suelo en una postura poco digna. Los espectadores contienen el aliento al verlo levantarse rápidamente, aunque su postura delata el daño sufrido. Puedes intuir que se ha levantado tan rápidamente víctima de su propio ego. Realmente no se encuentra bien, y sus movimientos lo dejan ver.
No hace falta fijarse demasiado para ver cómo cojea. La pierna que usó para el contraataque está visiblemente entumecida, y su esfuerzo por mantener el equilibrio es evidente. A pesar de ello, Ryu no muestra intención de rendirse. Ajusta su postura, intentando apoyarse en ambas piernas para lanzar un nuevo ataque impulsándose sobre ellas. Sin embargo... La pierna herida le falla, obligándolo a caer de rodillas. Durante unos segundos, parece debatirse consigo mismo, como si intentara reunir las fuerzas necesarias para continuar. Pero al intentar levantarse vuelve a caer, esta vez apoyando solo una de las dos rodillas en el suelo.
Finalmente, levanta ambas manos en señal de rendición, dejando claro que el combate ha terminado. Su cuerpo no responde como debería y su agotamiento es tal que no merece la pena seguir. Más viendo que tú te encuentras tan entero. La multitud estalla en aplausos y vítores, reconociendo la intensidad del enfrentamiento. Algunos se acercan para felicitarte, mientras otros se apresuran a verificar el estado de Ryu, preocupados por su salud. A pesar de su derrota, el joven se levanta lentamente, ayudado por algunos de sus compañeros, y cojeando, pero con la cabeza en alto, se acerca a ti, mostrando una expresión de cansancio, pero también de respeto.
—Pensé que podría seguir y tener una última oportunidad, pero ni el brazo ni la pierna me responden como me gustaría —dice, con una leve sonrisa. Su tono, aunque derrotado, no carece de admiración—. Enhorabuena, me has enseñado muchas cosas.
Extiende su mano hacia ti en un gesto de buena voluntad y con bastante firmeza.
—Acepta mi invitación a quedarte en el dojo. Te podrás duchar y un médico tratará tus heridas, si lo necesitas. Es lo mínimo que puedo hacer por alguien que se ha dignado a pelear de esta manera conmigo. Mereces respeto por ello.
Si decides aceptar, el ambiente en el dojo se torna mucho más relajado. Los aprendices y maestros te miran con una mezcla de asombro y respeto mientras te conducen hacia las instalaciones. Primero te llevan a un baño amplio, perfectamente equipado para que te duches y te relajes. El agua tibia corre por tu cuerpo, llevándose consigo el polvo y el sudor de la batalla. Es un momento de tranquilidad que contrasta con la intensidad del combate recién finalizado. Y es un momento que premia tu victoria. Relájate y tómate el tiempo que necesites, es un tiempo única y exclusivamente para ti.
Una vez que terminas de ducharte, un médico del dojo se encargará de evaluarte —siempre que aceptes, claro—. Aunque las heridas no son graves, el especialista limpia cualquier rastro de daño y aplica ungüentos en las zonas más afectadas. El trato es profesional y amable, dejando claro que el dojo respeta a quienes demuestran su valía en el campo de batalla.
Mientras te recuperas, puedes sentir cómo la atmósfera del lugar ha cambiado. Ahora, no solo eres un visitante, sino alguien que ha ganado un lugar en la memoria de todos los presentes.