Raiga Gin Ebra
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24-01-2025, 11:46 AM
Tax posa su mano sobre tu hombro, aplicando una presión firme pero ciertamente reconfortante, como si intentara disipar cualquier sombra de duda en tu mente. Es un gesto que habla por sí solo y que seguramente Tax haga para apoyar lo que tiene que decirte. Es como un gesto paternalista apoyado del mismo tono. Su sonrisa no desaparece, aunque esta vez parece más reflexiva.
—Claro que sé que esta gente es dura —comienza con una voz cálida a pesar del frío que rodea el asentamiento—. Bastante, para estar en el North. Son un poco raros, no te voy a mentir, pero desde luego son honrados y luchan por lo que creen.
Hace una pausa breve mientras desvía su mirada hacia el bosque donde Eirik y sus escoltas desaparecieron momentos antes.
—Eirik casi siempre oculta su presencia. Pero alguna vez le he pillado... Es una de las presencias más fuertes de la isla. Probablemente la que más. Pero no tienes por qué dudar. Ellos son desconfiados por naturaleza, pero cuando cogen confianza, todo cambia. Mírame a mi, me han acabado aceptando casi como un igual.
Sus palabras quedan flotando en el aire mientras asiente ante tu aceptación de buscar a tu hermano. Sin más, te invita a sentarte con él. Cuando sacas el plato lo mira con ganas y no tarda mucho en empezar a comer. Cada bocado parece encantarle, aunque su expresión sigue absorta, como si algo pesara en sus pensamientos. Mastica lentamente, saboreando cada pedazo del sashimi que has preparado, y su silencio dice más que cualquier palabra: algo le preocupa, pero no es el momento de compartirlo. O quizá simplemente esté reflexionando sobre las palabras que habéis tenido.
Cuando terminas tu comida, Tax se levanta con un movimiento fluido, devolviendo algo de energía al ambiente. Te hace un gesto con la mano para que le sigas, y los dos os ponéis en marcha. Camináis sin prisa, dejando atrás el asentamiento y adentrándoos en un camino que se dirige hacia lo que parecen ser fiordos a la distancia.
El paisaje cambia gradualmente, las casas rudimentarias y las hogueras se desvanecen, y en su lugar, las rocas afiladas y los acantilados cubiertos de nieve dominan el horizonte. No sé si te lo estás preguntando, pero sí, todo esto es real. Un paisaje increíble que llama a la naturaleza. Esta isla tiene algo que las demás no, y es que ha aceptado la nieve y la naturaleza en ella. Forman parte de la propia isla y conviven con los seres vivos de su interior.
A lo lejos, divisáis un pequeño campamento improvisado. El humo de una hoguera sube al cielo, y alrededor de ella, figuras se mueven con fluidez. Podéis oír el choque de metales que se produce con bastante asiduidad. Seis hombres entrenan, sus movimientos son rápidos y precisos, como si estuvieran perfeccionando su arte. Los choques de armas y gritos de esfuerzo llenan el aire helado de una melodía que parece estar ahí para quedarse.
De entre ellos, una figura destaca. Más grande, más seguro de sí mismo, con una postura que irradia autoridad natural y con una fuerza sin igual. Es inconfundible Torrenirrh. Incluso desde esta distancia, reconoces a tu hermano menor, aunque algo en su porte parece haber cambiado. Su cabello, más corto que antes, está despeinado por el entrenamiento, y su ropa, aunque práctica, está claramente confeccionada con materiales de calidad, un lujo que no esperabas encontrar aquí. ¿Qué está haciendo aquí Torrenirrh? No tienes ni idea, desde luego, pero algo me dice que acabarás por saberlo.
Cuando estáis lo suficientemente cerca, Torrenirrh te ve. Por un momento, su expresión es de absoluta sorpresa, como si no pudiera creer lo que tiene delante. Luego, su rostro se ilumina con una tímida sonrisa. Se acerca a vosotros a paso lento, con una mezcla de cautela y emoción contenida justo antes de parar su entrenamiento.
—¿Ragn? —dice, con su voz teñida de incredulidad— Vaya, no me imaginé que podría verte tan pronto. ¿Qué haces aquí?
Los otros tipos en el campamento detienen su entrenamiento, girándose hacia vosotros. Aunque permanecen en sus posiciones, sus miradas son curiosas. Os están evaluando, y quién sabe si midiéndoos de alguna manera. Tax, siempre el observador silencioso, sonríe de lado, dejando que seas tú quien tome la palabra. La expectación en el aire es palpable, como si este momento fuera más grande que cualquiera de vosotros.
—Claro que sé que esta gente es dura —comienza con una voz cálida a pesar del frío que rodea el asentamiento—. Bastante, para estar en el North. Son un poco raros, no te voy a mentir, pero desde luego son honrados y luchan por lo que creen.
Hace una pausa breve mientras desvía su mirada hacia el bosque donde Eirik y sus escoltas desaparecieron momentos antes.
—Eirik casi siempre oculta su presencia. Pero alguna vez le he pillado... Es una de las presencias más fuertes de la isla. Probablemente la que más. Pero no tienes por qué dudar. Ellos son desconfiados por naturaleza, pero cuando cogen confianza, todo cambia. Mírame a mi, me han acabado aceptando casi como un igual.
Sus palabras quedan flotando en el aire mientras asiente ante tu aceptación de buscar a tu hermano. Sin más, te invita a sentarte con él. Cuando sacas el plato lo mira con ganas y no tarda mucho en empezar a comer. Cada bocado parece encantarle, aunque su expresión sigue absorta, como si algo pesara en sus pensamientos. Mastica lentamente, saboreando cada pedazo del sashimi que has preparado, y su silencio dice más que cualquier palabra: algo le preocupa, pero no es el momento de compartirlo. O quizá simplemente esté reflexionando sobre las palabras que habéis tenido.
Cuando terminas tu comida, Tax se levanta con un movimiento fluido, devolviendo algo de energía al ambiente. Te hace un gesto con la mano para que le sigas, y los dos os ponéis en marcha. Camináis sin prisa, dejando atrás el asentamiento y adentrándoos en un camino que se dirige hacia lo que parecen ser fiordos a la distancia.
El paisaje cambia gradualmente, las casas rudimentarias y las hogueras se desvanecen, y en su lugar, las rocas afiladas y los acantilados cubiertos de nieve dominan el horizonte. No sé si te lo estás preguntando, pero sí, todo esto es real. Un paisaje increíble que llama a la naturaleza. Esta isla tiene algo que las demás no, y es que ha aceptado la nieve y la naturaleza en ella. Forman parte de la propia isla y conviven con los seres vivos de su interior.
A lo lejos, divisáis un pequeño campamento improvisado. El humo de una hoguera sube al cielo, y alrededor de ella, figuras se mueven con fluidez. Podéis oír el choque de metales que se produce con bastante asiduidad. Seis hombres entrenan, sus movimientos son rápidos y precisos, como si estuvieran perfeccionando su arte. Los choques de armas y gritos de esfuerzo llenan el aire helado de una melodía que parece estar ahí para quedarse.
De entre ellos, una figura destaca. Más grande, más seguro de sí mismo, con una postura que irradia autoridad natural y con una fuerza sin igual. Es inconfundible Torrenirrh. Incluso desde esta distancia, reconoces a tu hermano menor, aunque algo en su porte parece haber cambiado. Su cabello, más corto que antes, está despeinado por el entrenamiento, y su ropa, aunque práctica, está claramente confeccionada con materiales de calidad, un lujo que no esperabas encontrar aquí. ¿Qué está haciendo aquí Torrenirrh? No tienes ni idea, desde luego, pero algo me dice que acabarás por saberlo.
Cuando estáis lo suficientemente cerca, Torrenirrh te ve. Por un momento, su expresión es de absoluta sorpresa, como si no pudiera creer lo que tiene delante. Luego, su rostro se ilumina con una tímida sonrisa. Se acerca a vosotros a paso lento, con una mezcla de cautela y emoción contenida justo antes de parar su entrenamiento.
—¿Ragn? —dice, con su voz teñida de incredulidad— Vaya, no me imaginé que podría verte tan pronto. ¿Qué haces aquí?
Los otros tipos en el campamento detienen su entrenamiento, girándose hacia vosotros. Aunque permanecen en sus posiciones, sus miradas son curiosas. Os están evaluando, y quién sabe si midiéndoos de alguna manera. Tax, siempre el observador silencioso, sonríe de lado, dejando que seas tú quien tome la palabra. La expectación en el aire es palpable, como si este momento fuera más grande que cualquiera de vosotros.