Ubben Sangrenegra
Loki
11-08-2024, 09:06 AM
Al parecer, el bribón de ojos dorados había logrado incomodar sutilmente al solárian que tenía frente a él, lo cual se hizo evidente en el pequeño gesto del rubio al arquear una ceja, acompañado de un "gracias" que denotaba sorpresa ante el simple detalle de desearle que disfrutara su comida. Era una reacción inesperada para alguien como él, pero fue precisamente ese gesto lo que captó el interés del peliblanco, quien no pudo evitar sentir una chispa de curiosidad. ¿Acaso era tan evidente su interés? Bueno... quizás sí, pero no pensaba darle la satisfacción de hacer las preguntas obvias tan rápidamente.
Observó cómo el solárian se recostaba ligeramente sobre la mesa, envolviéndola lentamente con sus refinadas y poderosas alas, un movimiento que lo hacía lucir a la vez imponente y majestuoso. Las pupilas del peliblanco se dilataron ligeramente mientras analizaba cada detalle del hombre frente a él, quien ahora se encontraba en el foco de su atención. Así como desplegó sus alas, el rubio las retrajo con igual elegancia, lo que llevó a Ubben a esbozar su característica sonrisa pícara mientras se inclinaba hacia adelante, con un brillo juguetón en los ojos.
—Primera pregunta, entonces,— dijo Ubben, manteniendo el tono ligero mientras lanzaba una mirada de reojo al plato de su acompañante. —Hmm, déjame pensar cómo decir esto... no quiero sonar grosero— añadió, posando teatralmente una mano en su barbilla y adoptando un aire pensativo, como si estuviera planeando algo grandioso. —¿Qué te parece si pido unos nuggets de pollo y compartimos mitad y mitad las brochetas y los nuggets?—
La pregunta en sí era bastante tonta, pero sincera, y reflejaba su repentino antojo tanto por las brochetas como por los nuggets. Esperó pacientemente la reacción del rubio, mientras daba un sorbo a su cerveza, disfrutando de cada segundo de la ligera tensión. Aprovechó para llamar a la dueña de la posada con un simple gesto de la mano y una sonrisa en los labios.
—Bella dama, ¿sería tan amable de traerme unos nuggets de pollo?— le pidió con una sonrisa cálida y cortés, antes de volver su atención nuevamente hacia el rubio que tenía enfrente. —Segunda pregunta— continuó, tomando otro largo sorbo de su cerveza negra, mientras sus ojos se posaban en las impecables alas que adornaban la espalda de su interlocutor. —Tú... tú eres... teñido, ¿cierto?— Su mirada se desplazó astutamente hacia las raíces del cabello del chico, buscando algún indicio que confirmara su sospecha. —Te queda genial el color, debo decir. ¿Con qué lo tiñes?— Añadió, sin darle tiempo al rubio para responder, disfrutando de su propia curiosidad sin restricciones.
Justo en ese momento, la dueña de la posada llegó con los nuggets, lo que hizo que Ubben volviera a mirarlo con esa sonrisa pícara que ya se estaba convirtiendo en su marca registrada. —Entonces... ¿tenemos un trato?— preguntó, refiriéndose al intercambio de la mitad de cada plato, mientras levantaba la mano para pedir una segunda ronda de cerveza. La primera había desaparecido como agua, y aunque ya estaba disfrutando de la compañía, no quería que la velada se volviera monótona.
—¿Te invito un trago?— ofreció con una sonrisa genuina, sintiendo que el solárian frente a él era alguien digno de conocer. Había algo intrigante en su presencia, y Ubben estaba decidido a relajarse un poco y disfrutar de la conversación. —Ahora sí, tercera pregunta. ¿Eres un Solarian?— Esta vez, su tono fue más calmado y respetuoso, mientras lo miraba directamente al rostro. A pesar de su naturaleza bromista, Ubben comprendía que algunos temas podían ser delicados, y aunque su curiosidad era inmensa, sabía que debía abordar ciertos asuntos con la sutileza que merecían.
Observó cómo el solárian se recostaba ligeramente sobre la mesa, envolviéndola lentamente con sus refinadas y poderosas alas, un movimiento que lo hacía lucir a la vez imponente y majestuoso. Las pupilas del peliblanco se dilataron ligeramente mientras analizaba cada detalle del hombre frente a él, quien ahora se encontraba en el foco de su atención. Así como desplegó sus alas, el rubio las retrajo con igual elegancia, lo que llevó a Ubben a esbozar su característica sonrisa pícara mientras se inclinaba hacia adelante, con un brillo juguetón en los ojos.
—Primera pregunta, entonces,— dijo Ubben, manteniendo el tono ligero mientras lanzaba una mirada de reojo al plato de su acompañante. —Hmm, déjame pensar cómo decir esto... no quiero sonar grosero— añadió, posando teatralmente una mano en su barbilla y adoptando un aire pensativo, como si estuviera planeando algo grandioso. —¿Qué te parece si pido unos nuggets de pollo y compartimos mitad y mitad las brochetas y los nuggets?—
La pregunta en sí era bastante tonta, pero sincera, y reflejaba su repentino antojo tanto por las brochetas como por los nuggets. Esperó pacientemente la reacción del rubio, mientras daba un sorbo a su cerveza, disfrutando de cada segundo de la ligera tensión. Aprovechó para llamar a la dueña de la posada con un simple gesto de la mano y una sonrisa en los labios.
—Bella dama, ¿sería tan amable de traerme unos nuggets de pollo?— le pidió con una sonrisa cálida y cortés, antes de volver su atención nuevamente hacia el rubio que tenía enfrente. —Segunda pregunta— continuó, tomando otro largo sorbo de su cerveza negra, mientras sus ojos se posaban en las impecables alas que adornaban la espalda de su interlocutor. —Tú... tú eres... teñido, ¿cierto?— Su mirada se desplazó astutamente hacia las raíces del cabello del chico, buscando algún indicio que confirmara su sospecha. —Te queda genial el color, debo decir. ¿Con qué lo tiñes?— Añadió, sin darle tiempo al rubio para responder, disfrutando de su propia curiosidad sin restricciones.
Justo en ese momento, la dueña de la posada llegó con los nuggets, lo que hizo que Ubben volviera a mirarlo con esa sonrisa pícara que ya se estaba convirtiendo en su marca registrada. —Entonces... ¿tenemos un trato?— preguntó, refiriéndose al intercambio de la mitad de cada plato, mientras levantaba la mano para pedir una segunda ronda de cerveza. La primera había desaparecido como agua, y aunque ya estaba disfrutando de la compañía, no quería que la velada se volviera monótona.
—¿Te invito un trago?— ofreció con una sonrisa genuina, sintiendo que el solárian frente a él era alguien digno de conocer. Había algo intrigante en su presencia, y Ubben estaba decidido a relajarse un poco y disfrutar de la conversación. —Ahora sí, tercera pregunta. ¿Eres un Solarian?— Esta vez, su tono fue más calmado y respetuoso, mientras lo miraba directamente al rostro. A pesar de su naturaleza bromista, Ubben comprendía que algunos temas podían ser delicados, y aunque su curiosidad era inmensa, sabía que debía abordar ciertos asuntos con la sutileza que merecían.