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Arthur Soriz
Gramps
26-01-2025, 01:47 AM
![[Imagen: AwTjCVo.png]](https://i.imgur.com/AwTjCVo.png)
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13 de Invierno
Año 724
Año 724
Incluso en invierno el calor de Rudra es inmediato y envolvente. El aire denso tiene un ligero aroma sulfuroso que proviene del imponente volcán Hinokami, cuyo perfil domina el horizonte con un continuo hilo de humo escapando de su cima. Los rayos del sol además golpean fuerte, pero las sombras de la jungla que rodea el asentamiento al sur en donde estás afortunadamente ofrecen algo de alivio, aunque con una humedad pegajosa que dificulta el respirar cómodamente. Se nota que el invierno ofrece prácticamente ningún alivio.
El asentamiento tribal está compuesto por estructuras simples pero robustas, hechas de madera oscura y piedra volcánica. Los techos están cubiertos de hojas de palmera tejidas ofreciendo una protección rudimentaria contra las ocasionales lluvias tropicales. Caminos de tierra compactada cruzan el lugar y entre ellos se levantan puestos de comercio improvisados donde se ven frutas exóticas, pescado y carne seca y herramientas talladas a mano. Hay un ajetreo constante, con los habitantes moviéndose entre las calles, llevando mercancías o atendiendo a sus quehaceres diarios.
La vida en esta isla es habitual, incluso con lo hostil que es la naturaleza con ellos.
El mercado es el corazón de este asentamiento, y está vivo con voces y risas mezcladas con el sonido de utensilios metálicos y cántaros de barro chocando entre si. Y ahí te encuentras tú, caminando entre la gente escuchando sus voces atento a cualquier palabra que pudiera revelar aunque fuera una pista sobre el paradero de ese criminal que vienes siguiendo hace poco. Escuchaste entre los murmullos, una inquietud que parece crecer cada vez más entre algunos.
Un par de vendedores susurran junto a un puesto de frutas.
— ... Te lo juro, anoche alguien entró a mi casa. Faltaban algunas monedas y un par de collares de mi esposa.
— ¿Y estás seguro de que no fueron esos gatos del norte? Los gatos monteses se están volviendo más atrevidos últimamente.
— ¿Estás de coña...? ¡No fueron ellos! ¡Dime tú cómo un gato abriría la cerradura de mi puerta! ¿¡Eh!?
Tenía lógica lo que decía. Imposible que fueran los gatos monteses del norte, alguien con habilidad para pasar desapercibido había hecho actos criminales en esta localidad. ¿Quizás un indicio de que el criminal que buscabas estaba presente por estos lares?
Más adelante, dos mujeres charlan mientras revisan piezas de tela.
— La semana pasada desaparecieron herramientas del taller de Tormek. Y no es la primera vez.
— ¿Crees que sea alguien de fuera? Vi a un extraño en el puerto hace unos días, pero no lo he vuelto a ver desde entonces. Aunque tu marido siempre suele extraviar las cosas...
Entre los rumores dispersos emerge un patrón que notas fácilmente... hurtos menores en hogares y negocios que han puesto nerviosa a la comunidad. Nadie ha visto al culpable, pero hay una sensación de desconfianza en el aire, especialmente hacia posibles forasteros. El rumor sobre los robos se repite aquí y allá mezclado con el trajín diario... mientras los habitantes intentan continuar con sus vidas pese al creciente nerviosismo.
El asentamiento tribal está compuesto por estructuras simples pero robustas, hechas de madera oscura y piedra volcánica. Los techos están cubiertos de hojas de palmera tejidas ofreciendo una protección rudimentaria contra las ocasionales lluvias tropicales. Caminos de tierra compactada cruzan el lugar y entre ellos se levantan puestos de comercio improvisados donde se ven frutas exóticas, pescado y carne seca y herramientas talladas a mano. Hay un ajetreo constante, con los habitantes moviéndose entre las calles, llevando mercancías o atendiendo a sus quehaceres diarios.
La vida en esta isla es habitual, incluso con lo hostil que es la naturaleza con ellos.
El mercado es el corazón de este asentamiento, y está vivo con voces y risas mezcladas con el sonido de utensilios metálicos y cántaros de barro chocando entre si. Y ahí te encuentras tú, caminando entre la gente escuchando sus voces atento a cualquier palabra que pudiera revelar aunque fuera una pista sobre el paradero de ese criminal que vienes siguiendo hace poco. Escuchaste entre los murmullos, una inquietud que parece crecer cada vez más entre algunos.
Un par de vendedores susurran junto a un puesto de frutas.
— ... Te lo juro, anoche alguien entró a mi casa. Faltaban algunas monedas y un par de collares de mi esposa.
— ¿Y estás seguro de que no fueron esos gatos del norte? Los gatos monteses se están volviendo más atrevidos últimamente.
— ¿Estás de coña...? ¡No fueron ellos! ¡Dime tú cómo un gato abriría la cerradura de mi puerta! ¿¡Eh!?
Tenía lógica lo que decía. Imposible que fueran los gatos monteses del norte, alguien con habilidad para pasar desapercibido había hecho actos criminales en esta localidad. ¿Quizás un indicio de que el criminal que buscabas estaba presente por estos lares?
Más adelante, dos mujeres charlan mientras revisan piezas de tela.
— La semana pasada desaparecieron herramientas del taller de Tormek. Y no es la primera vez.
— ¿Crees que sea alguien de fuera? Vi a un extraño en el puerto hace unos días, pero no lo he vuelto a ver desde entonces. Aunque tu marido siempre suele extraviar las cosas...
Entre los rumores dispersos emerge un patrón que notas fácilmente... hurtos menores en hogares y negocios que han puesto nerviosa a la comunidad. Nadie ha visto al culpable, pero hay una sensación de desconfianza en el aire, especialmente hacia posibles forasteros. El rumor sobre los robos se repite aquí y allá mezclado con el trajín diario... mientras los habitantes intentan continuar con sus vidas pese al creciente nerviosismo.