Octojin
El terror blanco
26-01-2025, 05:05 PM
Ragn, cuando le entregas la flecha y explicas lo sucedido con Astrid al Jarl, su expresión cambia visiblemente. El suspiro que escapa de sus labios está cargado de frustración. Es como si supiera que eso podía pasar, o al menos eso puedes percibir. Su gesto no es de una entera sorpresa, si no más bien de una pequeña maldición.
—A veces odio estas reuniones. Hacer entrar a razón a tantas familias es tan difícil... —murmura. Sin embargo, su rostro se endurece al escuchar sobre el peligro que enfrentan Astrid y los demás.
Su semblante se tuerce un poco cuando sueltas eso de que no les parece gustar mucho los forasteros. Sin embargo, te deja hablar hasta que acabas haciendo la comparación de la isla con tu natal Elbaf.
—No habéis venido en el mejor momento. La isla está tensa, por diversos motivos. Pero eso podemos discutirlo después. Si Astrid está en peligro, no será la única. —Freydis se pone en marcha, dejando clara su autoridad.
Con un gesto que detiene todas las conversaciones, declara el final de la reunión. Le ha bastado subirse a su trono, hacer un par de movimientos y alzar la mirada, ojeando a todo aquél dentro de la sala.
—Esta reunión acaba aquí. Necesito que reunáis a todos vuestros guerreros disponibles. Astrid y los demás han sido heridos por la bestia del monte. Bjorn, organiza un plan, nadie como tú conoce cada esquina de esta isla. Todos hacia el monte, la batalla nos espera.
Los guerreros se dispersan rápidamente, dejando el salón casi vacío. Freydis se acerca a ti con determinación.
—Llévame con Astrid. Debemos actuar rápido.
Airgid, mientras tanto, sigues el ritmo frenético de Astrid. La guerrera, a pesar de sus heridas, se mueve con una agilidad y una determinación que dejan claro por qué es tan respetada. La naturaleza y ella parecen ser uno, mezclándose la mujer con cada rincón de ésta. Su capacidad para rastrear es impresionante: huele la sangre, examina las pisadas y se detiene solo el tiempo necesario para ajustar su dirección hacia el monte.
En un momento, te agarra del brazo con una expresión seria.
—Mis aliados están aquí. Sus presencias son débiles... La bestia está cerca también —Su mirada se fija en el monte, y su voz baja casi a un susurro. —. Si nos separamos en algún momento, busca a Ingrid y Vidar.
Tu haki de observación confirma dos presencias débiles más arriba, claramente heridas. Sin embargo, el monte emana una amenaza que no puedes ignorar. La bestia está cerca, aunque no puedes precisar su ubicación exacta. Pero tanto las pisadas como las presencias débiles de los aliados de Astrid te hacen ver que debe estar por ahí.
Astrid no pierde el tiempo. Sigue adelante, con el instinto de un depredador buscando a su manada, y tú mantienes el paso. Aunque cargada con los niños y el equipo, tu paso es algo más lento, aunque no flaquea.
Mientras esperas respuesta de Ragn, Astrid sigue guiando el camino, su postura es tensa y su mirada está alerta ante cualquier movimiento. La batalla se siente cada vez más cercana, y aunque no puedes ver a la bestia aún, sabes que está esperando su momento. La tensión en el aire es tan densa como la nieve que cubre el terreno.
—A veces odio estas reuniones. Hacer entrar a razón a tantas familias es tan difícil... —murmura. Sin embargo, su rostro se endurece al escuchar sobre el peligro que enfrentan Astrid y los demás.
Su semblante se tuerce un poco cuando sueltas eso de que no les parece gustar mucho los forasteros. Sin embargo, te deja hablar hasta que acabas haciendo la comparación de la isla con tu natal Elbaf.
—No habéis venido en el mejor momento. La isla está tensa, por diversos motivos. Pero eso podemos discutirlo después. Si Astrid está en peligro, no será la única. —Freydis se pone en marcha, dejando clara su autoridad.
Con un gesto que detiene todas las conversaciones, declara el final de la reunión. Le ha bastado subirse a su trono, hacer un par de movimientos y alzar la mirada, ojeando a todo aquél dentro de la sala.
—Esta reunión acaba aquí. Necesito que reunáis a todos vuestros guerreros disponibles. Astrid y los demás han sido heridos por la bestia del monte. Bjorn, organiza un plan, nadie como tú conoce cada esquina de esta isla. Todos hacia el monte, la batalla nos espera.
Los guerreros se dispersan rápidamente, dejando el salón casi vacío. Freydis se acerca a ti con determinación.
—Llévame con Astrid. Debemos actuar rápido.
Airgid, mientras tanto, sigues el ritmo frenético de Astrid. La guerrera, a pesar de sus heridas, se mueve con una agilidad y una determinación que dejan claro por qué es tan respetada. La naturaleza y ella parecen ser uno, mezclándose la mujer con cada rincón de ésta. Su capacidad para rastrear es impresionante: huele la sangre, examina las pisadas y se detiene solo el tiempo necesario para ajustar su dirección hacia el monte.
En un momento, te agarra del brazo con una expresión seria.
—Mis aliados están aquí. Sus presencias son débiles... La bestia está cerca también —Su mirada se fija en el monte, y su voz baja casi a un susurro. —. Si nos separamos en algún momento, busca a Ingrid y Vidar.
Tu haki de observación confirma dos presencias débiles más arriba, claramente heridas. Sin embargo, el monte emana una amenaza que no puedes ignorar. La bestia está cerca, aunque no puedes precisar su ubicación exacta. Pero tanto las pisadas como las presencias débiles de los aliados de Astrid te hacen ver que debe estar por ahí.
Astrid no pierde el tiempo. Sigue adelante, con el instinto de un depredador buscando a su manada, y tú mantienes el paso. Aunque cargada con los niños y el equipo, tu paso es algo más lento, aunque no flaquea.
Mientras esperas respuesta de Ragn, Astrid sigue guiando el camino, su postura es tensa y su mirada está alerta ante cualquier movimiento. La batalla se siente cada vez más cercana, y aunque no puedes ver a la bestia aún, sabes que está esperando su momento. La tensión en el aire es tan densa como la nieve que cubre el terreno.