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Arthur Soriz
Gramps
27-01-2025, 04:19 AM
(Última modificación: 27-01-2025, 04:58 AM por Arthur Soriz.)
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13 de Invierno
Año 724
Año 724
Luego de haber salido victorioso contra aquellos sujetos que osaron ponerse en tu camino, no te imaginabas que las consecuencias que tu victoria serían tan amargas. Heridos en su orgullo y llenos de rencor los derrotados se dedicaron a planear una venganza que no solo te afectara físicamente sino que arruinara tu vida en la isla. Con astucia y malicia comenzaron a hacer correr la voz de que habías sido responsable del robo de un bote, y pronto tu nombre se convirtió en sinónimo de desconfianza y delincuencia en Cocoyashi.
Al principio las acusaciones parecían absurdas, algo que podrías ignorar mientras seguías con tus asuntos. Pero el veneno del rumor se extendió rápido como un incendio en campos de pasto seco. Los aldeanos, siempre unidos y protectores de su comunidad comenzaron a mirarte con desconfianza. Era imposible caminar por el mercado sin sentir el peso de sus miradas acusatorias clavadas en tu espalda. Madres apartaban a sus hijos cuando pasabas, y los ancianos que solían compartir historias junto a ti ahora susurraban entre ellos y te señalaban con el dedo. Se notaba a leguas que algo malo estaba pasando y lamentablemente tú estabas pagando las consecuencias de ello.
El punto álgido llegó cuando intentando razonar con uno de los pescadores, fuiste interrumpido por un grupo de aldeanos que te lanzaron mandarinas podridas directamente a la cabeza. Los gritos de "¡Ladrón!" y "¡Devuelve el bote!" resonaban con una fuerza que casi lograba opacar el olor fétido de las frutas en descomposición.
— ¡Si tienes algo de honor, entrégate! —te gritó un hombre mayor, agitando su bastón como si fuera una espada. Otra mujer se adelantó con los puños apretados y la mirada llena de ira, hacia ti ... que honestamente no sabías a qué mierda se estaba refiriendo exactamente.
— ¡Sabíamos que no eras de fiar desde el principio! ¡Personas como tú solo traen problemas a esta isla!
Honestamente todo era tan confuso que no pudiste evitar sentir un nudo en el estómago. No por miedo obviamente, sino por la impotencia de ser condenado por algo que sabías no habías hecho. Pero no podías quedarte en silencio, tenías que encontrar al verdadero culpable y limpiar tu nombre. Y tenías que hacerlo rápido, porque lo más probable es que la Marina no tardaría en actuar y tampoco le temblaría la mano en meterte a una celda hasta que te pudrieras haciendo trabajo comunitario.
Al principio las acusaciones parecían absurdas, algo que podrías ignorar mientras seguías con tus asuntos. Pero el veneno del rumor se extendió rápido como un incendio en campos de pasto seco. Los aldeanos, siempre unidos y protectores de su comunidad comenzaron a mirarte con desconfianza. Era imposible caminar por el mercado sin sentir el peso de sus miradas acusatorias clavadas en tu espalda. Madres apartaban a sus hijos cuando pasabas, y los ancianos que solían compartir historias junto a ti ahora susurraban entre ellos y te señalaban con el dedo. Se notaba a leguas que algo malo estaba pasando y lamentablemente tú estabas pagando las consecuencias de ello.
El punto álgido llegó cuando intentando razonar con uno de los pescadores, fuiste interrumpido por un grupo de aldeanos que te lanzaron mandarinas podridas directamente a la cabeza. Los gritos de "¡Ladrón!" y "¡Devuelve el bote!" resonaban con una fuerza que casi lograba opacar el olor fétido de las frutas en descomposición.
— ¡Si tienes algo de honor, entrégate! —te gritó un hombre mayor, agitando su bastón como si fuera una espada. Otra mujer se adelantó con los puños apretados y la mirada llena de ira, hacia ti ... que honestamente no sabías a qué mierda se estaba refiriendo exactamente.
— ¡Sabíamos que no eras de fiar desde el principio! ¡Personas como tú solo traen problemas a esta isla!
Honestamente todo era tan confuso que no pudiste evitar sentir un nudo en el estómago. No por miedo obviamente, sino por la impotencia de ser condenado por algo que sabías no habías hecho. Pero no podías quedarte en silencio, tenías que encontrar al verdadero culpable y limpiar tu nombre. Y tenías que hacerlo rápido, porque lo más probable es que la Marina no tardaría en actuar y tampoco le temblaría la mano en meterte a una celda hasta que te pudrieras haciendo trabajo comunitario.