Hay rumores sobre…
... una isla del East Blue donde existen dos escuelas de combate enfrentadas. Estas escuelas hacen especial referencia a dos personajes de la obra original.
[Autonarrada] [T2] Wood and Nails (Parte 1)
Arthur Soriz
Gramps
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9 de Invierno
Año 724

El suave sonido de las olas rompiendo contra las rocas de la costa me despertaba lentamente. Como era de costumbre, desperté antes de que el sol comenzara a asomarse por el horizonte. Me incorporé lentamente, quitándome las mantas de encima y poniendo los pies en el suelo frío de madera. Bostecé ligeramente, estirando los brazos para después sin perder tiempo dirigirme a los comedores de la base y así consumir un desayuno frugal pero energético... una taza de chocolate caliente, un par de rebanadas de pan tostado y un plato de frutas locales. Mientras comía miraba un pequeño cuaderno que usaba para planificar mis días. Esa mañana tenía un plan en específico porque ya iba siendo hora de hacerle un bien a mi brigada.

Iría al puerto y, por ende, a los astilleros de Swallow.

Una vez terminé de desayunar, recogí los platos dejándolos en la cocina y después me preparé para mi rutina matutina de ejercicios. Salí al pequeño patio trasero del cuartel, aprovechando que la brisa fresca invernal acariciaba mi rostro mientras empezaba a hacer los estiramientos. Primero trabajé mi cuello y hombros en movimientos circulares, luego los brazos y piernas asegurándome de activar cada músculo. Después de los estiramientos iniciales llevé a cabo la rutina de calentamiento más intensa... flexiones, abdominales y saltos, cada movimiento ejecutado con energías.

Cuando terminé, el sol ya se asomaba, bañando la isla entera con una luz dorada. Tomé una toalla para secarme el poco sudor que se había perlado en mi piel y me coloqué nuevamente mi uniforme de la Marina, arreglándolo con el cuidado propio de alguien que respetaba lo que representaban esos colores. Antes de salir lancé una mirada rápida al pequeño espejo de mi habitación, ajustándome la chaqueta.

Hora de conocer a la gente del puerto.

Afortunadamente el camino hacia el puerto pasó sin penas ni glorias, era una mañana tranquila. El sonido de las maderas al ser cortadas, el martilleo de clavos y el crujir de las cuerdas de las velas dejaban en claro la actividad frenética del puerto y en especial de sus astilleros. El aire salado del mar se mezclaba con el aroma de la resina de los troncos recién aserrados. Avancé hacia los muelles, saludando a los hombres y mujeres que al igual que yo se levantaban temprano para ganarse la vida una vez más.

Al llegar al área donde se encontraba el astillero, vi a varios carpinteros y operarios trabajando en la reparación de una embarcación que parecía haber sufrido graves daños tras una tormenta, ¿tal vez la que había pasado cuando llegamos con el Kaigekitai al North Blue? Los grandes trozos de madera descansaban sobre el suelo mientras algunos hombres afilaban sus hachas y otros aseguraban los tablones a las estructuras de los barcos con cuerdas y grúas improvisadas.

Me acerqué a un hombre robusto que estaba supervisando el trabajo con una cara bastante concentrada en su rostro mientras le daba instrucciones a los demás. Era un hombre mayor, con cabello canoso, una barba tupida y manos llenas de callos. Justamente como yo por lo que esperaba nos pudiéramos entender bien.

¡Buenos días! —saludé con una sonrisa cálida, extendiendo una mano en gesto amistoso y un poco confianzudo. El hombre me miró de arriba a bajo como evaluándome en silencio. Luego sin perder el tiempo estrechó mi mano con firmeza.
¿Quién eres tú? ¿Nuevo en Swallow? —preguntó.
Arthur Soriz, vengo de la Marina —respondí sin titubeos—. Me preguntaba si habría espacio para que un viejo como yo use sus manos y conocimientos para construir un barco aquí en su bello astillero.

El hombre me miró, cruzándose de brazos y mostrando una ceja levantada. De verdad es que a pesar de no conocerme en absoluto sí que veía mi cuerpo lleno de cicatrices, mis manos con callos y sobre todas las cosas las arrugas y pelo blanco. Nada más con ver eso parecía ser suficiente para él de confiarme un poco más y hasta relajar un poco la postura.

¿Hacer un barco, dices? —repitió—. Ya veo... ¿y qué tipo de barco quieres hacer? Porque este astillero no es precisamente un lugar para buques enormes de la Marina, aunque nos gusta ver gente como tú por aquí.

Asentí con la cabeza y me paré a su lado, cruzándome de brazos también y echándole un vistazo al barco en reparación.
Mi brigada, el Kaigekitai, necesita un barco... y estoy pensando en hacer un balandro adecuado. Necesitamos algo resistente, rápido pero sobre todo que se adapte a nuestras necesidades... tenemos una gigante entre filas.

El hombre frunció el ceño ligeramente mientras una ligera sonrisa se plasmaba en su rostro, a sabiendas de que no estaba tratando con un novato. Hombres de nuestra edad quedaban pocos, y muchos menos en el estado físico que poseía yo.

Hmm... si eres carpintero como dices, deberías hablar con Horace... el dueño del astillero. Él lleva las riendas de todo el trabajo, así que si hay alguien adecuado para darte permiso, es él.

Asentí con la cabeza, muy agradecido con la información que me había dado hasta ahora. Pero aún así quería charlar un poco más con él, distenderme un poco de las responsabilidades diarias de ser Marine... digamos que me tomaba el día libre por así decirlo para dedicárselo a conocer más gente en la isla, darme a conocer y que confiaran un poco más en mi. Tal y como lo hice tantos años en Kilombo.

¿Y qué tipo de madera utilizan aquí en Swallow normalmente para las embarcaciones? —pregunté, sabiendo que esa era una de las primeras decisiones que debía tomar. El hombre me miró de reojo con una sonrisa de aprobación antes de disponerse a contestar.
Ah, ese es un buen punto... La madera aquí en Swallow es bastante robusta. Usamos principalmente roble blanco para las estructuras principales, y algunas partes se refuerzan con acero o bambú que importamos. ¿Tienes experiencia con el roble? —preguntó, dando un par de indicaciones rápidas a los constructores antes de seguir poniéndome atención. Yo sonreí con seguridad y asentí con la cabeza, poniéndome las manos a los lados de la cintura.

He trabajado con roble más veces de las que puedo contar. Pero también sé que cada pieza debe ser tratada con precisión... El equilibrio entre las vigas y las costillas, la distribución del peso... Si el balandro es ligero pero estable, será perfecto.

El encargado rió entre dientes, visiblemente disfrutando de la conversación que estaba teniendo conmigo. Y la forma en la que me expresé le confirmó del todo que sabía de lo que estaba hablando y no era solamente un patán con aires de grandeza que quería llamar la atención.
Sabes de lo que hablas... A ver qué opina Horace de todo esto, pero si eres tan bueno como dices, quizás puedas echarnos una mano. Estos chicos podrían aprender mucho de ti.

Asentí con la cabeza, echándole una última ojeada al barco en reparación antes de hacer una última pregunta dirigida al sujeto a mi lado.
¿Dónde puedo encontrar a Horace? —pregunté con calma, sacando un pequeño cuaderno en donde tomaba nota de los detalles. Además de que también ya iría anotando nombres, recordando rostros. Vamos, que a esta gente la estaría viendo bastante seguido así que no cabía duda tendríamos la chance de conocernos mucho más.

Allá atrás. —respondió señalando una pequeña construcción al final del astillero— Te recibirá sin problemas si le dices que te envió Mathias.
Gracias, Mathias... ha sido un placer, aunque ya nos veremos seguido pronto.

Tras decir esto, asentí agradecido y comencé a caminar hacia la construcción mencionada. La conversación con Mathias había sido un buen primer paso, pero aún quedaba mucho por hacer para obtener la autorización de Horace y luego también necesitaría pagar por los materiales necesarios para el proyecto.

Al acercarme a aquella construcción que Mathias me indicó, se veía como una especie de taller y oficina combinados donde varios trabajadores iban y venían cargando planos, herramientas y cuadernos de contabilidad. En el centro de todo, un hombre de mediana edad con cabello oscuro y salpicado de gris revisaba unos planos desplegados sobre una mesa robusta. Vestía una camisa de lino arremangada y un delantal de cuero marcado por quemaduras y manchas de aceite. Horace levantó la vista cuando me vio entrar, notando mi uniforme. Rechistó un poco, de hecho no se veía impresionado de inmediato pero tampoco es que desestimara mi presencia.

¿Qué hace un Marine en mi astillero? Pensaba que sus buques los mandaban a hacer en otro lado. —preguntó sin rodeos.
Arthur Soriz, suboficial de la Marina y carpintero de oficio. Me dijo Mathias que viniera a hablar contigo sobre la posibilidad de construir un balandro para mi brigada aquí en tu astillero.

Horace cruzó los brazos, mirándome de arriba a abajo de la misma forma que había hecho Mathias. Eso solamente me despertó una sonrisa ligera, expectante de a ver qué opinaba acerca de esa idea. Obviamente me esperaba rechazo en un principio, una actitud reacia ante la idea de compartir su astillero con alguien de la Marina. No es que nos tuviera odio ni nada por el estilo, pero sus razones tiene el buen hombre.

¿Un carpintero en la Marina, y viejo como tú? Eso es raro... Normalmente los marines vienen aquí para requisar algún barco. Pero construir uno... eso no lo escucho todos los días. ¿Qué te hace pensar que este astillero tiene tiempo para tus proyectos?

Con total calma me acerqué a la mesa, señalando uno de los planos.
Sé lo que implica construir un barco desde cero... los materiales, el diseño, las horas sin fin de trabajo. No estoy aquí para pedirte que lo hagan por mi, sino para colaborar. Mi experiencia como astillero puede ser útil, y estoy dispuesto a trabajar junto a tu equipo si es necesario.

Horace arqueó una ceja, curioso pero todavía escéptico. Al menos sus hombros se veían un poco más relajado.
¿Experiencia, dices? ... ¿Entonces dime, ¿qué considerarías esencial para construir un balandro rápido y resistente?
Me incliné ligeramente hacia la mesa, examinando los planos por unos momentos... estaba en mi elemento.
Primero el casco debe ser ligero pero duradero, así que optaría por madera de roble blanco para las costillas principales y tablones de cedro para el recubrimiento. Segundo el diseño debe priorizar una quilla profunda y velas bien equilibradas para navegar tanto con viento suave como en aguas más turbulentas. Y tercero —hice una pausa, levantando mi mirada para encontrarme con la de Horace—... todo eso no importa si quien hace el barco no conoce la precisión que requiere cada unión. Un barco es tan fuerte como el cuidado que se pone en cada detalle.

Horace me miró en silencio por unos segundos, pero antes de que pudiera responderme un grito desde afuera de la oficina interrumpió nuestra charla.

¡Cuidado! ¡La polea se viene abajo!

Ambos salimos apresuradamente y vimos a un grupo de trabajadores tratando de estabilizar una grúa que estaba perdiendo sujeción, crujiendo ante el peso de la embarcación que estaban reparando. Una gran viga de madera, atada con sogas, pendía peligrosamente en el aire tambaleándose sobre un grupo de trabajadores que no podían moverse a tiempo.

Reaccioné instintivamente.

¡Todos atrás! ¡Apártense de inmediato! —grité mientras corría hacia ese sistema de poleas. Sin dudar me lancé hacia las cuerdas que sostenían la viga, agarrándolas con fuerza para evitar que cayera. Otros trabajadores intentaron ayudarme pero era evidente que el peso era demasiado. Con los músculos tensos y el sudor comenzando a correr por mi frente, grité.

¡Aseguren la base! ¡Ustedes, traigan cuñas para reforzar el soporte! ¡Rápido!

Los trabajadores siguieron las instrucciones al pie de la letra, moviéndose con rapidez para evitar el desastre. Mientras tanto yo usé toda mi fuerza y equilibrio para mantener la viga estable y que el sistema de poleas no terminase rompiéndose por completo. Mis pies estaban firmes sobre el suelo del astillero, como si fueran raíces profundamente enterradas. Finalmente, las cuerdas fueron reajustadas y la viga volvió a una posición segura. El silencio que siguió fue roto por un murmullo de alivio entre los trabajadores. Algunos aplaudieron mientras otros se acercaron para darme una palmada en la espalda.

Horace, que había observado toda la escena, caminó hacia mi con una sonrisa de oreja a oreja plasmada en el rostro.

Vaya, marine... Debo admitir que eso no me lo esperaba. No solamente sabes de barcos, también sabes cómo lidiar con problemas reales en un astillero.

Yo aún respirando de forma agitada, me limpié el sudor de la frente con el dorso de la mano y sonreí.

Un barco o un equipo, todo depende de cómo trabajemos juntos para mantenerlo a flote...

Horace soltó una carcajada a todo pulmón, genuinamente impresionado.

Está bien, Soriz. Me has convencido... te ayudaré con tu balandro. Conozco a los mejores proveedores de madera y otros materiales en Swallow. Te pasaré sus nombres y hablaré personalmente con algunos para asegurarte buenos precios.

Incliné ligeramente con la cabeza en señal de agradecimiento, para luego estrechar su mano de manera firme estrujando sus dedos con los míos y lo mismo hizo él con firmeza.

Gracias, Horace.

Horace asintió, expresando aún respeto y aprobación.

Lo único que te pido es que mantengas esa actitud. Si trabajas con el mismo empeño con el que sostuviste esa viga, tu balandro será una obra maestra.

Ambos soltamos una carcajada ante ese comentario, dándonos palmadas en la espalda mutuamente. Sabía que tendría un arduo trabajo por delante a la hora de construir la embarcación para mi brigada, pero sabía que sería algo que a base de sudor, sangre y horas de sueño valdría la pena.

Yo sabía que sí.
#1


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[T2] Wood and Nails (Parte 1) - por Arthur Soriz - 28-01-2025, 06:54 AM

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