
Raiga Gin Ebra
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28-01-2025, 09:29 AM
(Última modificación: 28-01-2025, 06:59 PM por Raiga Gin Ebra.)
La tensión se dispara en la cueva, y no es para menos. Las palabras del líder bandido no son ni más ni menos que ofensivas para el gremio de cazadores. El silencio se rompe con el eco de los siguientes pasos, y todo se desencadena en un instante. Mientras los bandidos parecen ganar confianza en su amenaza, los caza-recompensas ya están en marcha, desatando un caos calculado que los toma por sorpresa. ¡Es vuestro momento!
El ataque de Fon Due
El pequeño tontatta es el primero en moverse, y lo hace desde una posición de absoluta discreción. Desde las sombras, emerge como un relámpago dirigido al tirador más cercano. Aunque su ataque no es completamente sorpresa, puesto que los tiradores ya se encontraban apuntándoos, sí que es lo suficientemente rápido como para generar ese efecto sorpresa. El hombre apenas tiene tiempo para girarse hacia el sonido de los pasos rápidos y ligeros. Levanta su arma en un intento de bloquear el primer golpe, pero es demasiado lento: el puño reforzado de Fon Due impacta directamente en su brazo, arrancándole un grito de dolor y haciendo que pierda el control del arma. Has conseguido desarmarle, y con ello has ganado una importante parte del combate.
Sin darle respiro, Fon conecta un segundo golpe en un movimiento rápido y fluido. Este impacto da en el costado del tirador, con fuerza suficiente para doblarlo de dolor y dejarlo inconsciente. El hombre cae al suelo con un ruido seco, y su arma se desliza lejos de su alcance. Fon se mueve rápidamente, saltando hacia una posición más elevada para observar la batalla que se desata. ¿Cuál será el siguiente movimiento del tontatta?
La ofensiva de Agyo
Agyo no se queda atrás. Mientras el tirador de la izquierda apunta a Lykos, él se lanza hacia su objetivo con una velocidad que le permite cruzar la barricada de un solo salto. La llama de su espalda brilla en el aire, iluminando el rostro de su enemigo justo antes del impacto. El puño izquierdo de Agyo conecta con el rostro del tirador, haciendo que la cabeza del hombre retroceda violentamente.
Sin darle tiempo para reaccionar, Agyo combina el movimiento con otro golpe, esta vez usando su técnica Buto, un ataque reforzado que lo lanza hacia adelante con una precisión feroz. El tirador apenas consigue alzar el brazo para bloquear el impacto con la culata de la pistola, pero el golpe es demasiado fuerte y lo hace tambalearse hacia atrás. Sangra por la nariz y la boca, pero, a pesar de sus heridas, logra cambiar su arma de mano, levantarla y, con un esfuerzo final, dispara dos veces a quemarropa con una gran precisión, aunque al estar tan cerca, no era muy difícil.
El eco de los disparos resuena en la cueva, envolviendo la escena en un caos de ruido y movimiento.
Lykos y su plan para dividir la formación
Lykos observa la situación con ojos calculadores. Su lanza y escudo están listos, y en su mente toma forma un único propósito: deshacer la formación de los bandidos. Con un rugido que resuena como un trueno en la cueva, carga directamente hacia el centro del grupo enemigo. La fuerza del impacto entre su escudo y el tirador central es suficiente para empujarlo hacia atrás, desestabilizando a los dos espadachines que lo flanquean. Ha logrado su objetivo, ya que todos han dado un paso a un lado para no recibir el impacto.
Con la formación rota, los bandidos quedan divididos en dos grupos. A la izquierda, el tirador herido por Agyo y uno de los espadachines se posicionan, tratando de recomponerse. A la derecha, el segundo espadachín, un tirador aún ileso, y el líder parecen listos para enfrentarse al resto del equipo. Lykos se mantiene firme, atrayendo la atención del líder y el resto del sector, quien se coloca en una postura que sugiere que no tardará en intervenir.
Ungyo y el primer espadachín
Ungyo ve su oportunidad y la toma. Sin detenerse, carga contra el espadachín, pasando cerca del tirador que Lykos deja a su costado, su cimitarra corta el aire con movimientos rápidos y eficaces. El primer golpe conecta con el torso del enemigo, arrancándole un grito de dolor y dejando una marca roja en su uniforme. El espadachín intenta levantar su arma, pero Ungyo no le da tiempo: un segundo ataque va dirigido hacia su brazo, aunque esta vez el hombre logra bloquear parcialmente el impacto.
A pesar del bloqueo, Ungyo mantiene la presión y conecta un tercer golpe básico que deja al espadachín tambaleándose, apenas consciente. Sin embargo, en un último acto desesperado, su aliado —el tirador dos—, levanta su pistola y dispara dos veces hacia Ungyo. Las balas vuelan en su dirección, pero el resultado sigue en el aire. Hay poca distancia y una esquiva se torna bastante complicada.
Eve observa
Eve, que se había mantenido a cierta distancia, observa cómo el caos envuelve la cueva. Sin embargo, su atención se centra en el líder. Mientras sus hombres luchan desesperadamente, él se mantiene sereno, encendiendo un cigarro como si el caos no fuera más que una molestia pasajera. Se encuentra en una situación bastante similar a la de la propia Eve, observando, aunque relativamente más cerca de la acción. Con el humo rodeándole, fija su mirada en Ungyo y avanza con calma.
Eve nota cómo su postura cambia. Los músculos de su cuerpo se tensan, y su expresión se endurece. Es evidente que está a punto de atacar, así que quizá sea buena idea frenarle. O al menos ganar tiempo.
El eco de los disparos, los gritos y el sonido de los golpes llenan la cueva. Cada segundo cuenta, y el resultado de este enfrentamiento dependerá de si los Crimson Crusaders pueden mantener la ventaja que han conseguido en este caótico inicio. ¿Qué haréis ahora?
El ataque de Fon Due
El pequeño tontatta es el primero en moverse, y lo hace desde una posición de absoluta discreción. Desde las sombras, emerge como un relámpago dirigido al tirador más cercano. Aunque su ataque no es completamente sorpresa, puesto que los tiradores ya se encontraban apuntándoos, sí que es lo suficientemente rápido como para generar ese efecto sorpresa. El hombre apenas tiene tiempo para girarse hacia el sonido de los pasos rápidos y ligeros. Levanta su arma en un intento de bloquear el primer golpe, pero es demasiado lento: el puño reforzado de Fon Due impacta directamente en su brazo, arrancándole un grito de dolor y haciendo que pierda el control del arma. Has conseguido desarmarle, y con ello has ganado una importante parte del combate.
Sin darle respiro, Fon conecta un segundo golpe en un movimiento rápido y fluido. Este impacto da en el costado del tirador, con fuerza suficiente para doblarlo de dolor y dejarlo inconsciente. El hombre cae al suelo con un ruido seco, y su arma se desliza lejos de su alcance. Fon se mueve rápidamente, saltando hacia una posición más elevada para observar la batalla que se desata. ¿Cuál será el siguiente movimiento del tontatta?
La ofensiva de Agyo
Agyo no se queda atrás. Mientras el tirador de la izquierda apunta a Lykos, él se lanza hacia su objetivo con una velocidad que le permite cruzar la barricada de un solo salto. La llama de su espalda brilla en el aire, iluminando el rostro de su enemigo justo antes del impacto. El puño izquierdo de Agyo conecta con el rostro del tirador, haciendo que la cabeza del hombre retroceda violentamente.
Sin darle tiempo para reaccionar, Agyo combina el movimiento con otro golpe, esta vez usando su técnica Buto, un ataque reforzado que lo lanza hacia adelante con una precisión feroz. El tirador apenas consigue alzar el brazo para bloquear el impacto con la culata de la pistola, pero el golpe es demasiado fuerte y lo hace tambalearse hacia atrás. Sangra por la nariz y la boca, pero, a pesar de sus heridas, logra cambiar su arma de mano, levantarla y, con un esfuerzo final, dispara dos veces a quemarropa con una gran precisión, aunque al estar tan cerca, no era muy difícil.
El eco de los disparos resuena en la cueva, envolviendo la escena en un caos de ruido y movimiento.
Lykos y su plan para dividir la formación
Lykos observa la situación con ojos calculadores. Su lanza y escudo están listos, y en su mente toma forma un único propósito: deshacer la formación de los bandidos. Con un rugido que resuena como un trueno en la cueva, carga directamente hacia el centro del grupo enemigo. La fuerza del impacto entre su escudo y el tirador central es suficiente para empujarlo hacia atrás, desestabilizando a los dos espadachines que lo flanquean. Ha logrado su objetivo, ya que todos han dado un paso a un lado para no recibir el impacto.
Con la formación rota, los bandidos quedan divididos en dos grupos. A la izquierda, el tirador herido por Agyo y uno de los espadachines se posicionan, tratando de recomponerse. A la derecha, el segundo espadachín, un tirador aún ileso, y el líder parecen listos para enfrentarse al resto del equipo. Lykos se mantiene firme, atrayendo la atención del líder y el resto del sector, quien se coloca en una postura que sugiere que no tardará en intervenir.
Ungyo y el primer espadachín
Ungyo ve su oportunidad y la toma. Sin detenerse, carga contra el espadachín, pasando cerca del tirador que Lykos deja a su costado, su cimitarra corta el aire con movimientos rápidos y eficaces. El primer golpe conecta con el torso del enemigo, arrancándole un grito de dolor y dejando una marca roja en su uniforme. El espadachín intenta levantar su arma, pero Ungyo no le da tiempo: un segundo ataque va dirigido hacia su brazo, aunque esta vez el hombre logra bloquear parcialmente el impacto.
A pesar del bloqueo, Ungyo mantiene la presión y conecta un tercer golpe básico que deja al espadachín tambaleándose, apenas consciente. Sin embargo, en un último acto desesperado, su aliado —el tirador dos—, levanta su pistola y dispara dos veces hacia Ungyo. Las balas vuelan en su dirección, pero el resultado sigue en el aire. Hay poca distancia y una esquiva se torna bastante complicada.
Eve observa
Eve, que se había mantenido a cierta distancia, observa cómo el caos envuelve la cueva. Sin embargo, su atención se centra en el líder. Mientras sus hombres luchan desesperadamente, él se mantiene sereno, encendiendo un cigarro como si el caos no fuera más que una molestia pasajera. Se encuentra en una situación bastante similar a la de la propia Eve, observando, aunque relativamente más cerca de la acción. Con el humo rodeándole, fija su mirada en Ungyo y avanza con calma.
Eve nota cómo su postura cambia. Los músculos de su cuerpo se tensan, y su expresión se endurece. Es evidente que está a punto de atacar, así que quizá sea buena idea frenarle. O al menos ganar tiempo.
El eco de los disparos, los gritos y el sonido de los golpes llenan la cueva. Cada segundo cuenta, y el resultado de este enfrentamiento dependerá de si los Crimson Crusaders pueden mantener la ventaja que han conseguido en este caótico inicio. ¿Qué haréis ahora?