Drake Longspan
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28-01-2025, 09:39 PM
El Daimink búfalo la observó en silencio durante largos segundos, su postura imponente y su mirada intensa proyectaban la fuerza de alguien acostumbrado a ser guardián de un lugar tan remoto como valioso.
La brisa de los acantilados agitaba su pelaje oscuro mientras estudiaba a la sirena frente a él, deteniéndose en la flor plateada que Asradi sostenía. La mención de Doremus provocó un leve movimiento en sus orejas, una reacción casi imperceptible, pero no dijo nada de inmediato.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el mink búfalo cruzó los brazos, dejando escapar un profundo suspiro que resonó como un eco entre las paredes de roca circundantes.
— Doremus… — murmuró con una voz grave que parecía contener el peso de la tierra misma. — Ese nombre no me es desconocido.
Aunque su tono era mesurado, había un trasfondo de desconfianza en sus palabras. Señaló la flor con un movimiento lento y deliberado de su robusto brazo.
— Esa flor le pertenece a la tierra, niña, no a ti. Es un regalo de la tierra, pero también una advertencia. No todos los que la buscan lo hacen con buenas intenciones. ¿Qué es exactamente lo que pretendes encontrar aquí?
El búfalo dio un paso al costado, dejando a Asradi una vista más clara del poblado que se extendía más allá. La arquitectura, tan intrincada como funcional, estaba marcada por un profundo respeto por la naturaleza, con flores y plantas trepando por las paredes y techos de las construcciones. Los pocos Daimink que se veían a lo lejos giraron sus cabezas hacia la entrada, observándola con curiosidad y recelo, pero ninguno se acercó.
Tanto ellos como las casas eran enormes, Asradi podría sentirse casi como una tontatta junto a ellos.
— Mi nombre es Torvak. Soy uno de los guardianes de este lugar. Si dices venir como sanadora y no tienes intención de dañar lo que protegemos, puede que encuentres alguna respuesta, pero te advierto, los Daimink no suelen ser amables con los extraños. Deberás acostumbrarte a nuestras normas.
Torvak hizo un gesto para que lo siguiera, aunque su caminar lento y deliberado sugería que seguiría evaluándola con cada paso. Mientras avanzaban, Asradi podía notar que cada detalle del poblado parecía cuidadosamente integrado al entorno. Desde las flores que florecían naturalmente entre las casas hasta las inscripciones talladas en piedra, todo hablaba de una conexión profunda con la naturaleza.
— Doremus… — repitió Torvak de nuevo, más como una reflexión para sí mismo — Ese nombre me da escalofríos, y es algo que quizá preferiríamos olvidar. Si realmente estás buscando entender lo que ocurre con esas flores, tal vez sea mejor que hables con los ancianos. Pero no esperes recibir respuestas fácilmente. Tendrás que demostrar que tus intenciones son genuinas.
El Daimink soltó una risa seca y corta.
— Y demostrar qué eres parte de nuestra tribu, como cualquier otro Daimink...