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Arthur Soriz
Gramps
30-01-2025, 01:19 AM
Acurrucada en tu pecho, delineaba con una de sus garras el sin fin de marcas que ella misma había causado en ese encuentro carnal. Escuchaba tus palabras y sopesaba las posibilidades. Estaba claro que entendía la gravedad de la situación y por sobre todas las cosas lo difícil que era tomar una decisión ahora mismo. Siendo un Marine tendrías que dar muchas explicaciones, buscar la manera correcta de decir las cosas para no ser considerado un traidor. Mucho menos cuando meses antes te habían enviado justamente a detener al culto del que ahora eras su lider. ¡Era una locura! Pero las cosas ya estaban echas, las cartas sobre la mesa y la suerte echada.
"Iremos paso a paso."
Esas palabras no es que relajaran a Eos, pero tenías razón. Para ella apresurarse solo complicaría más las cosas. Tenían que ser precavidos, andar con incluso más cuidado del que ya habían tenido antes. Aunque ellos eran expertos en moverse entre las sombras, en especial aquellos que aún seguían entre sus filas.
— Estuvimos más de veinte años en las sombras... ¿Qué hará estar un poco más?
Susurró Eos, casi como hablando consigo misma intentando aceptar el hecho de que ver el sol tendría que esperar un poco. Tampoco es que tuviera una desesperación imposible de controlar, solo que aún le costaba comprender muchas cosas. En especial el hecho de que ahora tú eras quien llevaría al culto de ahora en adelante... al menos hasta que Heracles se dignara a volver de su retiro, de pasear por el mundo seguramente trayendo más retoños y por ende, más "Hijos de Heracles" regados por los mares.
La diablos se acomodó sobre tu pecho, irguiéndose un poco para apoyar su morro contra el tuyo, casi en una especie de mimo ligero, una caricia tenue, dándote pequeñas lamidas antes de volver a dirigirte la palabra.
— ¿Estás seguro que soy yo la indicada para eso? ... Harpócrates siempre fue los ojos de Heracles cuando él estaba aquí, ya lo conociste, quien habla solamente en ceñas... —propuso ya que, personalmente, no se sentía la indicada para ser los ojos, más si la voz. Lo había sido desde que su padre le inculcó los principios de la familia. Quien optaba darle la bienvenida a los nuevos y llevar a cabo el rito de iniciación que mismo tú habías pasado. No es que se subestimara a si misma, era más bien que creía habían otros de mayor habilidad para eso. Alguien que era capaz de escabullirse entre las sombras como si fuera parte de estas, ver donde los demás no ven... y sentir lo que los demás no sienten.
— Puedo hablar con él si así lo deseas, plantearle la idea de seguir siendo los ojos de la familia... tus ojos. Y yo... seré tu voz.
"Iremos paso a paso."
Esas palabras no es que relajaran a Eos, pero tenías razón. Para ella apresurarse solo complicaría más las cosas. Tenían que ser precavidos, andar con incluso más cuidado del que ya habían tenido antes. Aunque ellos eran expertos en moverse entre las sombras, en especial aquellos que aún seguían entre sus filas.
— Estuvimos más de veinte años en las sombras... ¿Qué hará estar un poco más?
Susurró Eos, casi como hablando consigo misma intentando aceptar el hecho de que ver el sol tendría que esperar un poco. Tampoco es que tuviera una desesperación imposible de controlar, solo que aún le costaba comprender muchas cosas. En especial el hecho de que ahora tú eras quien llevaría al culto de ahora en adelante... al menos hasta que Heracles se dignara a volver de su retiro, de pasear por el mundo seguramente trayendo más retoños y por ende, más "Hijos de Heracles" regados por los mares.
La diablos se acomodó sobre tu pecho, irguiéndose un poco para apoyar su morro contra el tuyo, casi en una especie de mimo ligero, una caricia tenue, dándote pequeñas lamidas antes de volver a dirigirte la palabra.
— ¿Estás seguro que soy yo la indicada para eso? ... Harpócrates siempre fue los ojos de Heracles cuando él estaba aquí, ya lo conociste, quien habla solamente en ceñas... —propuso ya que, personalmente, no se sentía la indicada para ser los ojos, más si la voz. Lo había sido desde que su padre le inculcó los principios de la familia. Quien optaba darle la bienvenida a los nuevos y llevar a cabo el rito de iniciación que mismo tú habías pasado. No es que se subestimara a si misma, era más bien que creía habían otros de mayor habilidad para eso. Alguien que era capaz de escabullirse entre las sombras como si fuera parte de estas, ver donde los demás no ven... y sentir lo que los demás no sienten.
— Puedo hablar con él si así lo deseas, plantearle la idea de seguir siendo los ojos de la familia... tus ojos. Y yo... seré tu voz.