Hay rumores sobre…
... una isla del East Blue donde existen dos escuelas de combate enfrentadas. Estas escuelas hacen especial referencia a dos personajes de la obra original.
[Diario] [D - Pasado] De cómo un conejo no se alojó e un hotel
King Kazma
Shiromimi
20 de Primavera del 724

Habían logrado sofocar el incendio antes de que causara graves daños en el local. No se había quedado allí, claramente, pero lo dedujo al no ver una gran humareda, alboroto y servicios contra incendios cargando cubos de agua en dirección al establecimiento que él había dejado unos minutos antes. Tampoco se había ido muy lejos, saltó a lo alto de unos edificios cercanos desde los que tenía buena visibilidad. ¿Se sentía culpable por si aquel incendio acababa descontrolándose y afectando a más gente? No. Puede que un poquito, por la educación que le dieron sus padres, pero el trato que había recibido de las demás personas en su vida se imponía por mucho a la educación. Simplemente no podía importarle lo que le sucediera a gente que, o bien actuaría con indiferencia si le pasara algo a él o bien lo trataría mal por ser un mink.

Había veces que deseaba ser un humano. No destacar en las multitudes, no llamar la atención, no parecerles un animal salvaje o una mascota. De pequeño sus padres lo habían encontrado arrancándose su pelaje con las manos porque era, al fin y al cabo, lo que lo hacía diferente de los demás niños. Su piel no había sufrido daños, pero tuvo calvas en brazos y piernas durante un par de semanas, y arrancar tanto pelo dolía. Todavía sentía ese dolor de vez en cuando, las veces en que volvía a su cabeza el absurdo deseo de ser un humano. Pero ese dolor le recordaba que él no tenía por qué cambiar para agradar a nadie. Nunca había hecho nada malo por lo que los demás pudieran guardarle rencor. Pero ahora lo haría. Si la gente se empeñaba en tratarlo como un animal sin sentimientos, así se comportaría.

Saltó al tejado del edificio contiguo y luego al siguiente y continuó así un rato, deambulando a saltos por la ciudad más grande que jamás había visto. Las calles siempre parecían tener actividad, especialmente las más grandes, aunque las pequeñas tampoco se quedaban cortas. Eso sí, los callejones más estrechos y oscuros seguían el patrón de cualquier otro lugar. Completamente desiertos o con un par de personas con mal aspecto. Finalmente se detuvo en uno de los edificios que bordeaban la plaza del patíbulo. ¿Cómo funcionaban aquellos poderes? Sabía que no podía nadar, no le apetecía mucho comprobarlo ya que no habría nadie que lo rescatase. Pero esos poderes que vio en la taberna… ¿Generaba fuego o era sólo calor? ¿Había un límite de temperatura o de tiempo? Se sentó en el tejado y puso su mano izquierda frente a él, con la palma mirando hacia su cara. Cerró el puño salvo por el dedo índice, que lo dejó extendido. Pensó en calor y el dedo comenzó a ponerse rojo lentamente. No podía sentir el calor que emanaba de él porque parecía que era inmune al calor, al menos al generado por su propio poder. Pero sí que podía saber que estaba caliente por cómo se deformaba el aire a su alrededor, igual que lo hacía sobre una parrilla o cualquier otra superficie caliente. Realmente aquellas frutas no eran una invención, eran tan reales como él mismo…

Se quedó un buen rato observando su dedo, pensando en disminuir la temperatura y aumentarla, tanto lenta como rápidamente y ese poder obedecía con sorprendente facilidad a sus pensamientos. También era cierto que estaba probándolo en un único dedo. Tal vez mantenerlo en todo el cuerpo fuera más complicado, o manejar distintas temperaturas a la vez en distintas zonas del cuerpo. Al rato apagó el dedo, pensando que tenía que hacer comprobaciones para no asumir cosas y que luego le estallaran en la cara. Viajó por la ciudad saltando entre tejados de nuevo. Realmente era la forma más rápida de moverse por aquel amasijo de calles y callejones que te obligaban a bordear edificios enormes para poder llegar a los sitios. Saltó hasta una ventana de un hotel, revisó que no hubiera nadie dentro y la habitación no tuviera signos de estar ocupada, y entró rompiendo el cierre de la ventana. No le costó encontrar una lámpara de aceite allí, la cual encendió enseguida con una cerilla. Podía haber tratado de prender el aceite con su poder, pero para asegurarse al cien por cien de que era inmune a todo tipo de calor y no sólo a aquel generado por él o derivado del que generaba él, tenía que hacerlo por un método más común.

Sentado en la cama y con la lámpara en la mesita de noche, respiró hondo y acercó su dedo a la llama desde arriba. Fue bajando poco a poco hasta que la llama envolvió el dedo por completo. En todo el trayecto no sintió ni un ápice de calor en el dedo, y tampoco ahora que estaba completamente envuelto por la llama de la lámpara. Realmente no le afectaba el calor… Eso tenía unas implicaciones bastante importantes. Para empezar, ahora sí creía que consumir esa fruta era más beneficioso que venderla. Tampoco nadaba tan a menudo, y el dinero no era problema si robaba. Su principal motivo para nadar era refrescarse, y ya no le hacía falta, porque era completamente ajeno al calor. Con esos poderes podía hacer muchas cosas también, entre ellas escapar por medio de las llamas de un incendio o hacer creer que estaba muerto… Comparando ahora los pros y los contras, estaba claro que lo mejor era haberla consumido en lugar de venderla. Lo único malo que tenía era que si se caía al mar sin querer o lo tiraban, necesitaría que alguien lo rescatase. Y era una contra muy muy grande, especialmente para un pirata. Justo en ese momento abrieron la puerta de la habitación. Una chica uniformada acompañaba a una pareja que se iba a quedar en aquella habitación. Vaya puntería tenía. Se levantó y saltó por la ventana de inmediato. Si decidía llamar a la Marina en una ciudad como esa, le sería casi imposible escapar.
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[D - Pasado] De cómo un conejo no se alojó e un hotel - por King Kazma - 11-08-2024, 10:02 PM

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