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Airgid Vanaidiam
Metalhead
01-02-2025, 01:28 AM
Lo que al principio era una nevada ligera, acabó transformándose poco a poco en una verdadera tormenta, donde los copos de nieve caían de manera caótica por toda la montaña. Airgid seguía el ritmo de Astrid con toda la seguridad que podía, aunque le resultaba inevitable preguntarse dónde estaba Ragnheidr con el Jarl y su ejército, ¿sería capaz de localizarles a pesar del temporal? Eso le preocupaba un poco, pero trató de no pensar demasiado en ello, tenía que estar pendiente del peligro más inminente, del de la bestia que se avecinaba.
Consiguen encontrarse con una de las aliadas de Astrid, Ingrid, una mujer aparentemente joven, tumbada contra una fría y gran roca negra. Se veía a simple viste que estaba herida, en un estado muy parecido al de su compañera hace apenas unos momentos. Astrid se arrodilla a su lado, sin concederle un solo momento a las palabras, sin necesidad de decirse nada, y empieza a curarla con un botiquín sencillo y pequeño, parecido al que Airgid había usado con ella. No la interrumpió ni la distrajo, manteniéndose centrada en lo que sucedía a su alrededor, y sobre todo en su haki de percepción. Lo inteligente ahora sería ir a buscar a su otro compañero, aunque tuviera que ir ella sola, pero la presencia de la bestia no la dejaba tranquila, cada vez más agobiante, más cercana.
Airgid estaba lista, con la mirada y los ojos afilados, listos para apuntar a su objetivo. Sus manos afianzaban el agarre de sus armas con fuerza, negándose a dejarlas escapar o resbalar. Empezaba a notar la electricidad de los campos magnéticos recorrer su cuerpo, era casi como si pudiera tocarla, y no dudó en hacer levitar la chatarra que llevaba encima, con anticipación. No era mucho, los trozos de metal se basaban en engranajes, tornillos, clavos, algunas pequeñas planchas y sus propias herramientas: una llave inglesa, unos cuantos destornilladores de diferentes tamaños e incluso un soldador. No era mucho, no había sido capaz de encontrar nada útil en la montaña, pero incluso con aquello sería capaz de hacer alguna que otra virguería si lo necesitaba.
Las últimas palabras de Ragnheidr resonaban en su cabeza como un eco, lejano pero presente. "Cuida de los niños". Airgid sabía que eso era su máxima prioridad, por encima de Vidar, Ingrid, o Astrid, incluso por encima de ella misma. Se acercaba la pelea, lo notaba, y estaba lista para hacerlo lo mejor posible, para preservar la seguridad de su familia. — Vamos allá. — Susurró de forma casi inaudible.
Y la bestia apareció. De entre la tormenta, un colosal animal se acercaba corriendo a dos patas, como si fuera casi una persona. Lo primero que distinguió fue su sombra, y después, el azul brillo de sus ojos entre la oscuridad, entre la tormenta. Airgid respiró hondo, tomándose solo un instante antes de comenzar a moverse, concentrándose en endurecer su cuerpo, en prepararse para la defensa, para los fuertes ataques del animal. Tornó todo su cuerpo en haki, aunque solo adquirió el color negro metálico la parte superior de su cuerpo, incluyendo su torso, sus brazos, incluso su rostro, y por supuesto, también sus dos armas.
Airgid fue capaz de ver venir el ataque del animal con la suficiente antelación como para preparar un bloqueo, interponiendo su arma de alta cadencia, su minigun, entre la garra del enorme oso y su propio cuerpo. El impacto se siente pesado, brutal, siendo capaz de desplazarla hacia la derecha un total de cinco metros, lo que acabó haciendo mella en ella, pero mucho menos de la que se hubiera esperado en un principio. El animal era temible, representaba una absoluta pesadilla de la montaña, pero Airgid estaba confiada.
Era el momento de atacar. De devolverle a la bestia el daño ocasionado, de incrementarlo, incluso. Tenía que dejarle claro a aquel oso invernal que cada golpe que se atreviera a lanzar en su contra, sería contraatacado con uno mucho peor, mucho más doloroso. Concentró y reunió todo el poder eléctrico de su cuerpo en las armas que portaba, concretamente en su minigun, cubriéndola de pequeños rayos amarillos que destacaban contra el negro metálico del haki armadura. Retrocedió, a la vez que se preparaba para recargar su arma lo más rápido posible. Se basaría en atacar con todo, en lanzar un aluvión de balas contra su contrincante, no darle ningún tipo de descanso ni piedad.
Y comenzó a disparar, a liberar todo el poder de su arma, decenas de balas por segundo que se dirigían hacia un único objetivo. Pero aquello no era todo. Airgid contaba con el poder de la jiki jiki, que le permitía manejar y controlar el metal, y ahí entraban las mismas balas que disparaba. Se trataba de una técnica que había logrado desarrollar hace poco tiempo, lo de potenciar las balas de sus armas con el poder de su fruta del diablo para volver su ataque más difícil de esquivar, más difícil de bloquear. Eso, combinado con el barrido que estaba dirigiendo, buscando destruir no solo a su oponente, sino también el terreno. Tenía cuidado con no afectar ni a Astrid ni a Ingrid, motivo también por el que había retrocedido hace unos momentos.
Pero el ataque no paró ahí, Airgid no dejó de disparar ni un solo segundo, aprovechando el cargador prácticamente infinito de la minigun. Continuó, y continuó, y continuó, recargando en el momento en el que lo necesitó con una rapidez increíble, solo para seguir disparando más y más. La chatarra metálica sobrevolaba a su alrededor, lista para ser usada en el momento en el que Airgid lo necesitara. Sabía que con ello podía contruir una defensa, no demasiado grande, pero un recurso que no dudaría en usar si alguno de los suyos lo necesitaba.
Consiguen encontrarse con una de las aliadas de Astrid, Ingrid, una mujer aparentemente joven, tumbada contra una fría y gran roca negra. Se veía a simple viste que estaba herida, en un estado muy parecido al de su compañera hace apenas unos momentos. Astrid se arrodilla a su lado, sin concederle un solo momento a las palabras, sin necesidad de decirse nada, y empieza a curarla con un botiquín sencillo y pequeño, parecido al que Airgid había usado con ella. No la interrumpió ni la distrajo, manteniéndose centrada en lo que sucedía a su alrededor, y sobre todo en su haki de percepción. Lo inteligente ahora sería ir a buscar a su otro compañero, aunque tuviera que ir ella sola, pero la presencia de la bestia no la dejaba tranquila, cada vez más agobiante, más cercana.
Airgid estaba lista, con la mirada y los ojos afilados, listos para apuntar a su objetivo. Sus manos afianzaban el agarre de sus armas con fuerza, negándose a dejarlas escapar o resbalar. Empezaba a notar la electricidad de los campos magnéticos recorrer su cuerpo, era casi como si pudiera tocarla, y no dudó en hacer levitar la chatarra que llevaba encima, con anticipación. No era mucho, los trozos de metal se basaban en engranajes, tornillos, clavos, algunas pequeñas planchas y sus propias herramientas: una llave inglesa, unos cuantos destornilladores de diferentes tamaños e incluso un soldador. No era mucho, no había sido capaz de encontrar nada útil en la montaña, pero incluso con aquello sería capaz de hacer alguna que otra virguería si lo necesitaba.
Las últimas palabras de Ragnheidr resonaban en su cabeza como un eco, lejano pero presente. "Cuida de los niños". Airgid sabía que eso era su máxima prioridad, por encima de Vidar, Ingrid, o Astrid, incluso por encima de ella misma. Se acercaba la pelea, lo notaba, y estaba lista para hacerlo lo mejor posible, para preservar la seguridad de su familia. — Vamos allá. — Susurró de forma casi inaudible.
Y la bestia apareció. De entre la tormenta, un colosal animal se acercaba corriendo a dos patas, como si fuera casi una persona. Lo primero que distinguió fue su sombra, y después, el azul brillo de sus ojos entre la oscuridad, entre la tormenta. Airgid respiró hondo, tomándose solo un instante antes de comenzar a moverse, concentrándose en endurecer su cuerpo, en prepararse para la defensa, para los fuertes ataques del animal. Tornó todo su cuerpo en haki, aunque solo adquirió el color negro metálico la parte superior de su cuerpo, incluyendo su torso, sus brazos, incluso su rostro, y por supuesto, también sus dos armas.
JUG501
JUGGERNAUT
Utilidad Mantenida
Tier 5
No Aprendida
67
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49
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3
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Una postura de combate en la que el usuario se concentrara en endurecer su muculatura y sacar a relucir toda su fuerza logrando duplicar su [Defensa Pasiva], su, [Fortaleza Espiritual] y su [Umbral de Dolor], así como un ligero aumento de fuerza. Por contra el [Movimiento] y [Salto] del personaje se reducira a la Mitad.
+5 [Fuerza]
Airgid fue capaz de ver venir el ataque del animal con la suficiente antelación como para preparar un bloqueo, interponiendo su arma de alta cadencia, su minigun, entre la garra del enorme oso y su propio cuerpo. El impacto se siente pesado, brutal, siendo capaz de desplazarla hacia la derecha un total de cinco metros, lo que acabó haciendo mella en ella, pero mucho menos de la que se hubiera esperado en un principio. El animal era temible, representaba una absoluta pesadilla de la montaña, pero Airgid estaba confiada.
JUG301
JUGGERNAUT
Defensiva Activa
Tier 3
No Aprendida
41
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1
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El usuario interpondra su arma contra una ofensiva para usarla a modo de escudo logrando Mitigar cierta cantidad de daños gracias a su robustez y gran fuerza. En el caso de Mitigar completamente la ofensiva se podra liberar un pequeño estallido que causara un [Empuje] de 10 metros sobre el agresor, si este esta a una distancia de por lo menos 5 metros.
Defensa Pasiva + [FUEx2,6] de Daño Mitigado
Era el momento de atacar. De devolverle a la bestia el daño ocasionado, de incrementarlo, incluso. Tenía que dejarle claro a aquel oso invernal que cada golpe que se atreviera a lanzar en su contra, sería contraatacado con uno mucho peor, mucho más doloroso. Concentró y reunió todo el poder eléctrico de su cuerpo en las armas que portaba, concretamente en su minigun, cubriéndola de pequeños rayos amarillos que destacaban contra el negro metálico del haki armadura. Retrocedió, a la vez que se preparaba para recargar su arma lo más rápido posible. Se basaría en atacar con todo, en lanzar un aluvión de balas contra su contrincante, no darle ningún tipo de descanso ni piedad.
Y comenzó a disparar, a liberar todo el poder de su arma, decenas de balas por segundo que se dirigían hacia un único objetivo. Pero aquello no era todo. Airgid contaba con el poder de la jiki jiki, que le permitía manejar y controlar el metal, y ahí entraban las mismas balas que disparaba. Se trataba de una técnica que había logrado desarrollar hace poco tiempo, lo de potenciar las balas de sus armas con el poder de su fruta del diablo para volver su ataque más difícil de esquivar, más difícil de bloquear. Eso, combinado con el barrido que estaba dirigiendo, buscando destruir no solo a su oponente, sino también el terreno. Tenía cuidado con no afectar ni a Astrid ni a Ingrid, motivo también por el que había retrocedido hace unos momentos.
BOM501
BOMBARDERO
Ofensiva Mantenida
Tier 5
No Aprendida
69
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50
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3
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El usuario comenzara una rafaga desenfrenada de proyectiles explosivos que barreran todo a su paso en una amplitud de 10 metros de frente a él y un alcance de 20 metros adicionales al de sus armas. Causando sobre todo ese terreno una destrucción indiscriminada que barrera con todo causando daños con 1 Tier de Destructividad superior al daño causado e inflingiendo [Quemadura Leve] y [Derribo] a todo ser vivo en la zona.
Golpe Básico + [FUEx2,8] de [Daño perforante]
Pero el ataque no paró ahí, Airgid no dejó de disparar ni un solo segundo, aprovechando el cargador prácticamente infinito de la minigun. Continuó, y continuó, y continuó, recargando en el momento en el que lo necesitó con una rapidez increíble, solo para seguir disparando más y más. La chatarra metálica sobrevolaba a su alrededor, lista para ser usada en el momento en el que Airgid lo necesitara. Sabía que con ello podía contruir una defensa, no demasiado grande, pero un recurso que no dudaría en usar si alguno de los suyos lo necesitaba.