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Arthur Soriz
Gramps
01-02-2025, 03:10 AM
Yawgmoth asintió con calma afable al escuchar tu orden. Con movimientos veloces y elegantes se dispuso a servirte un trago. De entre los estantes tras la barra emergió un vaso corto y ancho, junto a una botella que se veía añeja. Con destreza el tabernero retiró el corcho utilizando un paño limpio, evitando que sus dedos tocaran el pico de la botella. Con cuidado sirvió tres segundos de un whisky de tonalidad ámbar y un aroma amaderado, incluso con toques de canela y caramelo... que capturaba la luz de las lámparas de aceite y volvía ese trago uno que sabías iba a ser una delicia al paladar. Luego, secó meticulosamente el borde del pico con el mismo paño, colocando un posavasos en la mesada de madera y depositó el vaso de whisky sobre él antes de deslizarlo suavemente hacia ti.
— Son cuatro mil Berries —respondió, aunque su sonrisa pareció tensarse ligeramente antes de continuar —. Sí, están un poco inquietos. Honestamente no sé lo que ha pasado... Como verás, yo me mantengo aquí, sirviendo alcohol y pidiendo a la cocina que prepare algún que otro platillo para quien tenga hambre, ya sabes... lo usual.
Sus palabras, aunque amables, resultaban titubeantes y evasivas. Del mismo modo que les respondían a los guardias el resto de las personas allá en el puerto como fuiste testigo. No tardaste en notar que Yawgmoth estaba un tanto tenso, secando jarras de vidrio hasta el punto en el que podías escuchar crujir el vidrio entre sus dedos. Mientras la conversación continuaba con ocasionales pausas incómodas, un pequeño grupo de personas irrumpió en la taberna. Eran un conjunto reducido pero notablemente ruidoso, vestidos de manera extravagante que contrastaba con la pulcritud y el orden habitual de los clientes del Alce Negro. Por lo que eras capaz de divisar, no llevaban ningún arma de fuego visible entre sus vestimentas, y tan solo chafarotes colgados entre sus cintos. Las risas desentonaban totalmente con la serenidad que hasta el momento se había mantenido en el local.
La presencia de esta gente fue suficiente como para que Yawgmoth tensara la mandíbula, sus facciones endurecidas se contraían ligeramente y apretaba los dientes, siendo tú capaz de escuchar el ligero chirriar de estos frotándose entre si con la fuerza que ejercía. Intentando distraerse de la presencia de esos sujetos, volvió su atención a ti y continuó hablando.
— ¿Sabes? Si tienes ganas de divertirte un poco mientras estás en Ivansk y esperas a que la burocracia te atienda, te recomiendo visitar el teatro. Hay unas obras nocturnas que ... *mwack* ... son canela fina.
Mientras pronunciaba esas palabras, tú siempre alerta y con el sentido del oído bien agudizado, pudiste empezar a escuchar ciertas cosas bastante interesantes procedentes de ese grupo. Los murmullos de los recién llegados podrían haber sido imposibles de escuchar para el oído común y corriente, pero para ti, pudiste distinguir frases entrecortadas como "Tenemos todo...", "Pronto lo hacemos..." y "Bajo sus narices", seguidas de risas burlonas que, a pesar de su tono confidencial, retumbaban con claridad en tu cabeza.
¿Sería esa la pista que buscabas? ¿O simplemente se trataba de una impresión confusa en medio del rumor incesante que buscabas de Ivansk? Mientras te acomodabas en el taburete, quedaba decidir si seguir espiando aquella conversación, o decidir que no valía la pena perder el tiempo en este lugar.
— Son cuatro mil Berries —respondió, aunque su sonrisa pareció tensarse ligeramente antes de continuar —. Sí, están un poco inquietos. Honestamente no sé lo que ha pasado... Como verás, yo me mantengo aquí, sirviendo alcohol y pidiendo a la cocina que prepare algún que otro platillo para quien tenga hambre, ya sabes... lo usual.
Sus palabras, aunque amables, resultaban titubeantes y evasivas. Del mismo modo que les respondían a los guardias el resto de las personas allá en el puerto como fuiste testigo. No tardaste en notar que Yawgmoth estaba un tanto tenso, secando jarras de vidrio hasta el punto en el que podías escuchar crujir el vidrio entre sus dedos. Mientras la conversación continuaba con ocasionales pausas incómodas, un pequeño grupo de personas irrumpió en la taberna. Eran un conjunto reducido pero notablemente ruidoso, vestidos de manera extravagante que contrastaba con la pulcritud y el orden habitual de los clientes del Alce Negro. Por lo que eras capaz de divisar, no llevaban ningún arma de fuego visible entre sus vestimentas, y tan solo chafarotes colgados entre sus cintos. Las risas desentonaban totalmente con la serenidad que hasta el momento se había mantenido en el local.
La presencia de esta gente fue suficiente como para que Yawgmoth tensara la mandíbula, sus facciones endurecidas se contraían ligeramente y apretaba los dientes, siendo tú capaz de escuchar el ligero chirriar de estos frotándose entre si con la fuerza que ejercía. Intentando distraerse de la presencia de esos sujetos, volvió su atención a ti y continuó hablando.
— ¿Sabes? Si tienes ganas de divertirte un poco mientras estás en Ivansk y esperas a que la burocracia te atienda, te recomiendo visitar el teatro. Hay unas obras nocturnas que ... *mwack* ... son canela fina.
Mientras pronunciaba esas palabras, tú siempre alerta y con el sentido del oído bien agudizado, pudiste empezar a escuchar ciertas cosas bastante interesantes procedentes de ese grupo. Los murmullos de los recién llegados podrían haber sido imposibles de escuchar para el oído común y corriente, pero para ti, pudiste distinguir frases entrecortadas como "Tenemos todo...", "Pronto lo hacemos..." y "Bajo sus narices", seguidas de risas burlonas que, a pesar de su tono confidencial, retumbaban con claridad en tu cabeza.
¿Sería esa la pista que buscabas? ¿O simplemente se trataba de una impresión confusa en medio del rumor incesante que buscabas de Ivansk? Mientras te acomodabas en el taburete, quedaba decidir si seguir espiando aquella conversación, o decidir que no valía la pena perder el tiempo en este lugar.