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Jack Silver
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03-02-2025, 01:56 AM
Loguetown
Día 2, Invierno del año 724
Día 2, Invierno del año 724
El callejón, ya de por sí helado, pareció volverse aún más gélido con las palabras de Dharkel. El filo ennegrecido de su katana captaba la luz del amanecer con un brillo opaco, amenazante. La barricada de tierra crujió al elevarse unos centímetros más, proyectando sombras largas sobre la escarcha del suelo. El cabo no se movió de inmediato, pero sus hombres sí. Un par de ellos intercambiaron miradas inquietas, incapaces de ocultar la tensión en sus posturas.
—Tsk… —el cabo exhaló pesadamente, sin apartar los ojos de Dharkel. Su mano seguía libre, lejos del arma que colgaba de su cinturón, pero la forma en que sus dedos se crisparon delataba su creciente impaciencia.
Uno de los guardias, más joven que el resto, tragó saliva con fuerza. Su mirada se desvió de la katana envuelta en haki a la barricada de tierra, y luego a los mendigos que se refugiaban detrás de ella. Parecía debatirse entre su deber y el sentido común.
—¿Nos estás amenazando? —preguntó otro de los hombres, con un tono que intentaba sonar desafiante, pero que no disimulaba la duda que se había instalado en su voz.
El cabo alzó una mano, deteniendo a sus subordinados antes de que la situación se descontrolara más. Su mandíbula se tensó, como si estuviera evaluando las palabras de Dharkel y los riesgos que implicaban. Finalmente, resopló con visible frustración.
—Tienes razón en una cosa, forastero. —Su mirada recorrió el callejón, deteniéndose en los rostros de los mendigos que se escondían tras la tierra levantada—. Estos desgraciados no van a desaparecer solo porque les echemos de aquí. Pero si crees que nosotros tenemos el poder de cambiar sus vidas, eres más ingenuo de lo que pareces.
El guardia más cercano al cabo inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera esperando órdenes para actuar. Sin embargo, el cabo permaneció en su lugar, con el ceño fruncido.
—Podría traer refuerzos. Podría regresar en un par de horas con suficientes hombres para reducirte y arrastrarte a la prisión de la base, pero no estoy seguro de que valga la pena. —Su tono no tenía rabia, sino una incomodidad que trataba de disfrazar con pragmatismo.
Su mirada volvió a Dharkel, estudiándolo con detenimiento antes de soltar un resoplido resignado.
—Escúchame bien. —Se giró hacia los mendigos tras la barricada—. No voy a hacer la vista gorda si mañana seguís aquí. La ciudad tiene sus reglas, y no voy a poner en juego mi puesto por vosotros. Esta vez lo pasaré por alto, pero no esperéis que vuelva solo la próxima.
El silencio se apoderó del callejón. Los guardias no se movieron de inmediato, esperando la orden definitiva. La decisión del cabo parecía estar tomada, pero la tensión seguía en el aire. Dharkel había presentado sus términos. Ahora solo quedaba ver cómo se resolvería el desenlace.