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Raiga Gin Ebra
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03-02-2025, 11:11 AM
El choque entre ambos ataques resuena en el campo de batalla como un trueno. El tajo de Torrenirrh se encuentra con tu ofensiva y, por un breve instante, el mundo se ralentiza. Pero la realidad se impone con brutalidad. La colisión no le favorece, y creo que no hay cosa que le pueda sentar peor que esa. El impacto es tan violento que su cuerpo es impulsado hacia atrás con una fuerza descomunal. Su silueta atraviesa el aire antes de caer sobre la nieve varios metros más allá, dejando tras de sí un rastro de destrucción en el suelo fracturado. Aún así, tu hermano consigue caer de una manera más o menos "bonita".
Torrenirrh rueda por el suelo antes de clavar su espada con furia, deteniendo su deslizamiento. Su respiración es errática, su pecho se alza y se hunde con rapidez, y por un segundo, la sorpresa brilla en sus ojos. No lo esperaba. No esperaba perder el intercambio. Su mandíbula se aprieta hasta rechinar, sus nudillos se vuelven blancos al aferrar su arma con más fuerza.
Y entonces, su cuerpo se estira. Parece incluso ganar músculo.
El sonido de sus cuerpo tensándose resuena en la quietud repentina del campo de batalla. Su figura parece crecer ligeramente, cada fibra de su ser se hincha con la intensidad de su fuerza física llevada al límite. Sus venas sobresalen bajo su piel, marcando su aumento de poder. Su expresión es puro enojo contenido. No es miedo. No es duda. Es rabia.
—Maldito seas… —gruñe entre dientes, con la voz completamente rasgada por la furia y la frustración.
Sin perder un segundo más, cambia la postura de su agarre. Sujeta la espada con su mano siniestra, flexiona las piernas y se lanza hacia adelante con una velocidad salvaje, directo a encontrarse con tu ataque. Su arma brilla con el refuerzo de su Haki de Armadura mientras impacta con todas sus fuerzas contra la proyección de tu rayo. Es un choque brutal del cual, esta vez, sí que consigue salir vencedor. O vencedor a medias, mejor dicho.
El estallido que sigue es ensordecedor.
La energía liberada por la colisión genera una explosión repentina, enviando una onda de choque en todas direcciones. La nieve es arrasada, el suelo se resquebraja bajo la fuerza liberada y el aire se llena de una mezcla de humo y electricidad estática. Pero la peor parte se la lleva Torrenirrh.
El fuego del impacto recorre su cuerpo en un instante. Sus ropas se chamuscan, su piel se quema en varias zonas y un dolor lacerante lo golpea con violencia. Un gruñido gutural escapa de su garganta, pero no cae. No retrocede. No se detiene. Aún en medio del daño evidente, sus ojos arden con la misma fiereza de siempre.
Desde su posición, sin perder tiempo, sujeta su arma con la zurda y lanza una onda cortante colosal. El filo de su tajo rasga el aire con una velocidad endiablada, una ráfaga de destrucción pura dirigida directamente hacia ti. No es un ataque apresurado. Es una técnica refinada por años de combate. Una ejecución sin piedad.
El aire silba con el corte, la nieve se abre a su paso y la distancia entre ambos se reduce en un instante.
El combate, lejos de terminar, está alcanzando su punto álgido.
Torrenirrh rueda por el suelo antes de clavar su espada con furia, deteniendo su deslizamiento. Su respiración es errática, su pecho se alza y se hunde con rapidez, y por un segundo, la sorpresa brilla en sus ojos. No lo esperaba. No esperaba perder el intercambio. Su mandíbula se aprieta hasta rechinar, sus nudillos se vuelven blancos al aferrar su arma con más fuerza.
Y entonces, su cuerpo se estira. Parece incluso ganar músculo.
El sonido de sus cuerpo tensándose resuena en la quietud repentina del campo de batalla. Su figura parece crecer ligeramente, cada fibra de su ser se hincha con la intensidad de su fuerza física llevada al límite. Sus venas sobresalen bajo su piel, marcando su aumento de poder. Su expresión es puro enojo contenido. No es miedo. No es duda. Es rabia.
—Maldito seas… —gruñe entre dientes, con la voz completamente rasgada por la furia y la frustración.
Sin perder un segundo más, cambia la postura de su agarre. Sujeta la espada con su mano siniestra, flexiona las piernas y se lanza hacia adelante con una velocidad salvaje, directo a encontrarse con tu ataque. Su arma brilla con el refuerzo de su Haki de Armadura mientras impacta con todas sus fuerzas contra la proyección de tu rayo. Es un choque brutal del cual, esta vez, sí que consigue salir vencedor. O vencedor a medias, mejor dicho.
El estallido que sigue es ensordecedor.
La energía liberada por la colisión genera una explosión repentina, enviando una onda de choque en todas direcciones. La nieve es arrasada, el suelo se resquebraja bajo la fuerza liberada y el aire se llena de una mezcla de humo y electricidad estática. Pero la peor parte se la lleva Torrenirrh.
El fuego del impacto recorre su cuerpo en un instante. Sus ropas se chamuscan, su piel se quema en varias zonas y un dolor lacerante lo golpea con violencia. Un gruñido gutural escapa de su garganta, pero no cae. No retrocede. No se detiene. Aún en medio del daño evidente, sus ojos arden con la misma fiereza de siempre.
Desde su posición, sin perder tiempo, sujeta su arma con la zurda y lanza una onda cortante colosal. El filo de su tajo rasga el aire con una velocidad endiablada, una ráfaga de destrucción pura dirigida directamente hacia ti. No es un ataque apresurado. Es una técnica refinada por años de combate. Una ejecución sin piedad.
El aire silba con el corte, la nieve se abre a su paso y la distancia entre ambos se reduce en un instante.
El combate, lejos de terminar, está alcanzando su punto álgido.