
Arthur Soriz
Gramps
04-02-2025, 06:54 AM
Eos más que nada fue la que simplemente aclaró un poco la garganta y se encogió de hombros cuando vio lo molesto que te habías puesto al momento de que se rieron de tu analfabetismo. No es que lo estuvieran haciendo de mala gana, de hecho hasta lo veían... ¿tierno? Pero claro, tampoco es que al menos ella te quisiera ver enfadado. Harpócrates por otro lado ya era otro tema, simplemente hizo un ademán con una mano como para que le restaras importancia al asunto, además de que hizo unas señas veloces que su hermana tradujo de inmediato.
— "Si quisiera burlarme de ti con mala intención, no te habría aceptado como lider de esta familia" —empezó diciendo Eos con su voz calmada, mirando ocasionalmente de reojo a su hermano y luego volviendo su mirar a tus ojos—". Todos hemos aprendido a vivir a nuestra manera, lo poco que nos enseñó Heracles fue a escribir y leer, para que pudiéramos mantener sus enseñanzas y leyéramos sus cartas cuando las enviaba."
Ese comentario parecía dejar a Heracles en la luz de alguien al que le importaba que sus "enseñanzas" persistieran a través de los años, incluso cuando él ya no estuviera. ¿Con qué propósito? Eso ya se sabría, tal vez, más adelante. Escuchaban atentamente tus palabras, tus explicaciones, y aunque Eos veía que lo aceptaba aunque tuviera que hacerlo a regañadientes, Harpócrates lo meditaba un poco más, como si quisiera de cierto modo cerciorarse de que estuvieras hablando con la verdad. Lo menos que quería es que otro manipulador estuviera al mando. O si los manipulabas, que no fuera con el mismo fin que su padre... creerse más que los demás y directamente abandonarlos cuando dejasen de cumplir con su cometido o, quizás, con sus planes cambiados de repente.
— ¿Podemos por lo menos saber qué es lo que les dirás a la Marina? Porque quizás podemos ayudarte antes de que te vayas, dudo mucho que les haga muy en gracia que uno de sus Marines haya desaparecido toda la madrugada y hasta ahora no haya vuelto... tarde o temprano tendrás que hablarles sobre nosotros, lo que hicimos ... o dejamos de hacer.
No es que sintieran culpa de haber consumido personas, a fin de cuentas se llevaban a aquellos que no le importaría a nadie su ausencia. Gente como pordioseros, borrachos que sin pena ni gloria habrían muerto igual de cirrosis, ese tipo de gentuza que terminarían tarde o temprano pudriéndose en un callejón. ¿Era correcto arrebatarle la vida a alguien que podría ser inocente? No, tampoco conocieran el concepto de remordimiento como tal, no al menos cuando eran asuntos de supervivencia. Estaba en su especie el consumir carne cruda para saciar ese deseo ferviente que los consume como una llamarada en el fondo de sus pechos, tú lo sabías bien.
Harpócrates hizo unas señas veloces y Eos volvió a traducir mientras su hermano 'hablaba'.
— "Te dejaremos el asunto de la Marina a ti, porque como hemos confiado que seas nuestro líder, confiaremos en que no nos traicionarás. Si necesitas un consejo al respecto... por favor, háblanos... Porque nosotros también estamos pendientes de lo que tú decidas hacer, nuestro futuro queda en tus manos, Ares." —esas palabras e incluso la mirada que te dedicó él eran de genuina preocupación. No porque desconfiaran de que fueses capaz de hacer bien las cosas o de que los guiarías por buen camino... pero esperaban que entendieras también que el miedo era un sentimiento que era de esperarse. Las cosas habían cambiado tan de golpe que no estaban seguros cómo se lo tomarían el resto, eran tiempos de cambio... de adaptarse, necesitaban a ese líder que les dejara en claro qué pasaría de ahora en adelante, y no llevarlos más a las sombras de la incertidumbre.
Cuando preguntaste acerca de Heracles, Harpócrates se sentó de una forma un poco más cómoda... comunicándote de manera velada que esto tomaría tiempo. Estiró un poco los brazos como para asegurarse de que los músculos no se le acalambraran y miró de reojo a su hermana esperando que diera el "Ok" para así comenzar los dos casi. Él a 'hablar' y ella a traducírtelo sin esfuerzo alguno.
— "Heracles está convencido que el fin del mundo está cerca, que la señal de que esto pasará son las mariposas doradas que no solamente lo siguen a él sino a todos los de esta familia... Es el símbolo de los Hijos de Heracles. Dichas mariposas son un presagio de cambios, de un cataclismo que llevará al mundo a la ruina... y de entre esas ruinas surgiremos nosotros, sus hijos, para tomar lo que es nuestro y asentarnos en el lugar que por derecho nos pertenece."
Todo esto parecía casi que ensayado por la forma en la que Eos lo comunicaba y Harpócrates hacía sus señas, pero se notaba la confianza que se tenían, y el cuánto se conocían el uno al otro de años conviviendo. Por lo que podías escuchar en un comienzo, Heracles era un visionario, alguien que creía con todo su ser el hecho de que el planeta cambiaría pronto y que todos ustedes tomarían su merecido lugar en el nuevo mundo. ¿Cómo planeaba hacer esto?
— "No solamente fuimos sus ojos y su voz, también fuimos jueces, jurado y verdugos de su voluntad, Ares. Somos... no, fuimos su ejército soñado." —explicaban con fervor. No porque siguieran creyendo en esto, pero si habías preguntado todo acerca de él entonces te lo explicarían con lujos y detalles o al menos la mayor cantidad sin volverse redundante o monótono. — "No puedes preguntarnos sobre sus miedos cuando nunca nos dijo ninguno... si existe uno, probablemente seas tú."
Fue lo último que soltó Harpócrates, mostrando una sonrisa de dientes filosos. Eos rió, y si fuera capaz de encenderse un rubor en sus mejillas eso es justamente lo que habría pasado. Te dedicaba una mirada furtiva, mientras continuaba interpretando las señas que su hermano hacía.
— "Lo más probable es que ahora mismo... esté formando otro ejército más en otra isla, es lo único que me queda pensar, porque siquiera Adonis sabe dónde se ha metido Heracles. Pero pierde cuidado que se desvivirá por encontrarlo."
Pasaron las siguientes dos horas explicándote todo lo más importante de tu padre. Las preguntas que tuvieras serían contestadas aunque a veces parecía como si supieran casi lo mismo que tú, que veneraron por años a una figura que les había explicado poco y nada acerca del mundo y que cuando su interés en estos se terminó o creía que no eran tan útiles como pensaba en un principio los abandonó, como te abandonó a tu madre y a ti apenas nacer... como si hubieras sido un proyecto fallido, un experimento que no llegaría a nada. Y mírate ahora.
— Nuestro padre también se dedicó a recordarnos que, los que no teníamos permiso de salir a la superficie... moriríamos si no lo hacíamos, pero yo no creo en esos cuentos —dijo Eos, apretando un poco la mandíbula haciendo que sus dientes rechinaran ligeramente—. Fuimos tan tontos por creer en ese ... bastardo...
Se notaba visiblemente enojada, Harpócrates acarició su espalda y volvió a hacer unas señas veloces tras intentar calmarla.
— "Creo que va siendo hora de que vayas a informar de que sigues vivo a los Marines, Ares... mientras tanto nosotros mantendremos las cosas bajo control en tu ausencia. Confía en nosotros como nosotros lo hacemos en ti... Y antes de irte, llévate esto contigo."
De entre sus ropajes oscuros, Harpócrates sacó lo que parecía ser un diario viejo, polvoriento pero totalmente usado a juzgar por la apariencia de sus hojas. Te lo entregó sin tapujos, incluso cuando Eos se mostraba un poco reacia a ello. — "Es el diario de Heracles, léelo cuando estés a solas... no se lo entregues a la Marina o será nuestra sentencia... pero allí hallarás todas las respuestas que quieres sobre nuestro 'querido' padre..."
— "Si quisiera burlarme de ti con mala intención, no te habría aceptado como lider de esta familia" —empezó diciendo Eos con su voz calmada, mirando ocasionalmente de reojo a su hermano y luego volviendo su mirar a tus ojos—". Todos hemos aprendido a vivir a nuestra manera, lo poco que nos enseñó Heracles fue a escribir y leer, para que pudiéramos mantener sus enseñanzas y leyéramos sus cartas cuando las enviaba."
Ese comentario parecía dejar a Heracles en la luz de alguien al que le importaba que sus "enseñanzas" persistieran a través de los años, incluso cuando él ya no estuviera. ¿Con qué propósito? Eso ya se sabría, tal vez, más adelante. Escuchaban atentamente tus palabras, tus explicaciones, y aunque Eos veía que lo aceptaba aunque tuviera que hacerlo a regañadientes, Harpócrates lo meditaba un poco más, como si quisiera de cierto modo cerciorarse de que estuvieras hablando con la verdad. Lo menos que quería es que otro manipulador estuviera al mando. O si los manipulabas, que no fuera con el mismo fin que su padre... creerse más que los demás y directamente abandonarlos cuando dejasen de cumplir con su cometido o, quizás, con sus planes cambiados de repente.
— ¿Podemos por lo menos saber qué es lo que les dirás a la Marina? Porque quizás podemos ayudarte antes de que te vayas, dudo mucho que les haga muy en gracia que uno de sus Marines haya desaparecido toda la madrugada y hasta ahora no haya vuelto... tarde o temprano tendrás que hablarles sobre nosotros, lo que hicimos ... o dejamos de hacer.
No es que sintieran culpa de haber consumido personas, a fin de cuentas se llevaban a aquellos que no le importaría a nadie su ausencia. Gente como pordioseros, borrachos que sin pena ni gloria habrían muerto igual de cirrosis, ese tipo de gentuza que terminarían tarde o temprano pudriéndose en un callejón. ¿Era correcto arrebatarle la vida a alguien que podría ser inocente? No, tampoco conocieran el concepto de remordimiento como tal, no al menos cuando eran asuntos de supervivencia. Estaba en su especie el consumir carne cruda para saciar ese deseo ferviente que los consume como una llamarada en el fondo de sus pechos, tú lo sabías bien.
Harpócrates hizo unas señas veloces y Eos volvió a traducir mientras su hermano 'hablaba'.
— "Te dejaremos el asunto de la Marina a ti, porque como hemos confiado que seas nuestro líder, confiaremos en que no nos traicionarás. Si necesitas un consejo al respecto... por favor, háblanos... Porque nosotros también estamos pendientes de lo que tú decidas hacer, nuestro futuro queda en tus manos, Ares." —esas palabras e incluso la mirada que te dedicó él eran de genuina preocupación. No porque desconfiaran de que fueses capaz de hacer bien las cosas o de que los guiarías por buen camino... pero esperaban que entendieras también que el miedo era un sentimiento que era de esperarse. Las cosas habían cambiado tan de golpe que no estaban seguros cómo se lo tomarían el resto, eran tiempos de cambio... de adaptarse, necesitaban a ese líder que les dejara en claro qué pasaría de ahora en adelante, y no llevarlos más a las sombras de la incertidumbre.
Cuando preguntaste acerca de Heracles, Harpócrates se sentó de una forma un poco más cómoda... comunicándote de manera velada que esto tomaría tiempo. Estiró un poco los brazos como para asegurarse de que los músculos no se le acalambraran y miró de reojo a su hermana esperando que diera el "Ok" para así comenzar los dos casi. Él a 'hablar' y ella a traducírtelo sin esfuerzo alguno.
— "Heracles está convencido que el fin del mundo está cerca, que la señal de que esto pasará son las mariposas doradas que no solamente lo siguen a él sino a todos los de esta familia... Es el símbolo de los Hijos de Heracles. Dichas mariposas son un presagio de cambios, de un cataclismo que llevará al mundo a la ruina... y de entre esas ruinas surgiremos nosotros, sus hijos, para tomar lo que es nuestro y asentarnos en el lugar que por derecho nos pertenece."
Todo esto parecía casi que ensayado por la forma en la que Eos lo comunicaba y Harpócrates hacía sus señas, pero se notaba la confianza que se tenían, y el cuánto se conocían el uno al otro de años conviviendo. Por lo que podías escuchar en un comienzo, Heracles era un visionario, alguien que creía con todo su ser el hecho de que el planeta cambiaría pronto y que todos ustedes tomarían su merecido lugar en el nuevo mundo. ¿Cómo planeaba hacer esto?
— "No solamente fuimos sus ojos y su voz, también fuimos jueces, jurado y verdugos de su voluntad, Ares. Somos... no, fuimos su ejército soñado." —explicaban con fervor. No porque siguieran creyendo en esto, pero si habías preguntado todo acerca de él entonces te lo explicarían con lujos y detalles o al menos la mayor cantidad sin volverse redundante o monótono. — "No puedes preguntarnos sobre sus miedos cuando nunca nos dijo ninguno... si existe uno, probablemente seas tú."
Fue lo último que soltó Harpócrates, mostrando una sonrisa de dientes filosos. Eos rió, y si fuera capaz de encenderse un rubor en sus mejillas eso es justamente lo que habría pasado. Te dedicaba una mirada furtiva, mientras continuaba interpretando las señas que su hermano hacía.
— "Lo más probable es que ahora mismo... esté formando otro ejército más en otra isla, es lo único que me queda pensar, porque siquiera Adonis sabe dónde se ha metido Heracles. Pero pierde cuidado que se desvivirá por encontrarlo."
Pasaron las siguientes dos horas explicándote todo lo más importante de tu padre. Las preguntas que tuvieras serían contestadas aunque a veces parecía como si supieran casi lo mismo que tú, que veneraron por años a una figura que les había explicado poco y nada acerca del mundo y que cuando su interés en estos se terminó o creía que no eran tan útiles como pensaba en un principio los abandonó, como te abandonó a tu madre y a ti apenas nacer... como si hubieras sido un proyecto fallido, un experimento que no llegaría a nada. Y mírate ahora.
— Nuestro padre también se dedicó a recordarnos que, los que no teníamos permiso de salir a la superficie... moriríamos si no lo hacíamos, pero yo no creo en esos cuentos —dijo Eos, apretando un poco la mandíbula haciendo que sus dientes rechinaran ligeramente—. Fuimos tan tontos por creer en ese ... bastardo...
Se notaba visiblemente enojada, Harpócrates acarició su espalda y volvió a hacer unas señas veloces tras intentar calmarla.
— "Creo que va siendo hora de que vayas a informar de que sigues vivo a los Marines, Ares... mientras tanto nosotros mantendremos las cosas bajo control en tu ausencia. Confía en nosotros como nosotros lo hacemos en ti... Y antes de irte, llévate esto contigo."
De entre sus ropajes oscuros, Harpócrates sacó lo que parecía ser un diario viejo, polvoriento pero totalmente usado a juzgar por la apariencia de sus hojas. Te lo entregó sin tapujos, incluso cuando Eos se mostraba un poco reacia a ello. — "Es el diario de Heracles, léelo cuando estés a solas... no se lo entregues a la Marina o será nuestra sentencia... pero allí hallarás todas las respuestas que quieres sobre nuestro 'querido' padre..."