
Raiga Gin Ebra
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07-02-2025, 11:43 AM
La batalla en la cueva estalla en un frenesí de golpes, disparos y gritos ahogados. Es difícil saber qué está pasando en cada zona, pero estáis cubriendo muchos flancos y cada vez quedan menos enemigos. El eco de la propia cueva amplifica cada impacto, haciendo que parezca que la caverna misma vibra con la energía de la lucha. En un abrir y cerrar de ojos, los Crimson Crusaders han cambiado las tornas, pasando de ser los cazadores a convertirse en la peor pesadilla de sus presas.
Lykos vs. el líder
El barbudo gigante avanza con su escudo por delante, dispuesto a embestir a su oponente con la misma fuerza que una avalancha. Su ataque es calculado, potente, diseñado para quebrar la postura del líder y obligarlo a moverse. Sin embargo, este no es un enemigo cualquiera. Con una rapidez sorprendente para su complexión, el jefe bandido clava los talones en el suelo y recibe el golpe de frente.
El impacto es brutal. El escudo de Lykos choca contra el líder con una fuerza demoledora, pero este no se deja empujar fácilmente. Con una expresión tensa pero serena, contraataca utilizando su propia fuerza, empujando a Lykos ligeramente hacia atrás con un simple choque de cuerpos en el cual la fuerza de su rival es superior a la suya. Quizá el guerrero barbudo no esperaba que su oponente tuviera tanta potencia. Sin embargo, el jefe tampoco esperaba lo que vino después.
Desde el rabillo del ojo, un destello de energía irrumpe en la cueva. Es un rayo de energía pura, disparado por Agyo, que cruza la distancia en un parpadeo y golpea de lleno al jefe bandido. Un gruñido de dolor resuena en la cueva mientras el hombre se tambalea, su cuerpo ha sido sacudido por la descarga y ahora se encuentra algo confuso por ese ataque. Su piel se eriza por la electricidad residual, y sus músculos se contraen involuntariamente. A pesar de su fortaleza, la inesperada intervención de Agyo lo deja en una situación desventajosa, forzándolo a apretar los dientes y reajustar su postura, intentando defenderse de lo que venga.
Evelyn vs. el tirador
Mientras tanto, la tigresa se lanza contra uno de los tiradores con una velocidad que descoloca completamente a su oponente, que no se espera algo así. Sus garras brillan en la penumbra de la cueva, y en cuestión de un segundo, su primer ataque encuentra carne. El tirador gruñe de dolor al sentir las zarpas desgarrar su pecho, dejando cuatro líneas de sangre en su torso.
Sin embargo, el hombre no es un novato total. Apenas se recupera del impacto, alza su arma, bloqueando parcialmente el siguiente golpe de Evelyn. Las garras de Evelyn chocan con el arma de fuego en un estridente chirrido, y el tirador logra crear una pequeña distancia entre ambos. No escapa ileso, pues uno de los cortes de Evelyn logra arañar su brazo, pero sigue en pie y, ahora con los reflejos encendidos, se lanza a la ofensiva.
Con un grito de furia, desata una serie de disparos rápidos contra su rival, buscando hacer retroceder a la tigresa. Sus movimientos son precisos y agresivos, cada disparo busca una abertura en la defensa de Evelyn. La tigresa tendrá que moverse con agilidad para evitar ser alcanzada por los golpes de su rival.
Fon Due vs. el otro espadachín
Mientras Evelyn enfrenta su propio duelo, Fon Due ya ha fijado su siguiente objetivo: el espadachín que aún permanece en pie. Sin hacer ruido, el pequeño guerrero se desliza entre las sombras, calculando el momento perfecto para atacar.
En un movimiento rápido y preciso, salta desde una posición elevada y ejecuta una patada giratoria que impacta de lleno en el brazo del espadachín. El golpe es limpio, directo y lo suficientemente fuerte como para entumecer el brazo que sostenía su katana. El hombre intenta reaccionar, pero Fon no le da oportunidad. Dos golpes consecutivos de sus puños lo alcanzan en el torso, golpeando con la precisión de un artista marcial experimentado que hace que su rival reciba los golpes sin a penas poder defenderse.
El espadachín apenas tiene tiempo para procesar lo que sucede antes de que su cuerpo ceda ante el dolor. Con un jadeo sofocado, cae al suelo, inconsciente. Fon Due aterriza con elegancia, listo para seguir en la pelea. Ya es el segundo tipo que deja fuera de combate.
Ungyo vs. el tirador
Ungyo no pierde tiempo. Tras esquivar los disparos de su oponente, se lanza con rapidez felina hacia él, con la daga cubierta de hielo lista para terminar el enfrentamiento. El tirador, aún tambaleante por sus heridas previas, trata de reaccionar, pero es demasiado tarde.
El primer tajo de Ungyo se hunde en la carne de su oponente con precisión quirúrgica. El espadachín apenas tiene tiempo para emitir un jadeo de sorpresa antes de que el segundo golpe atraviese su estómago en una línea vertical perfecta. Su cuerpo cae al suelo con un ruido seco, sin vida.
Sin detenerse, Ungyo se impulsa con un salto ágil, utilizando el hombro de Lykos como plataforma. En un instante, se dispara como una flecha hacia el jefe bandido, con la intención de acabar con él de un solo golpe. Sin embargo, el líder reacciona con una velocidad inesperada.
Cubriendo su puño con haki, recibe la ofensiva de Ungyo con un poderoso puñetazo que impacta directamente contra su arma. El choque de energías resuena en la cueva, y la presión del golpe es suficiente para frenar el ataque en seco. Ungyo se ve obligado a retroceder, pero no sin dejar claro que su enemigo no tiene intenciones de rendirse.
El enfrentamiento está llegando a su punto crítico. Con los secuaces prácticamente derrotados, solo quedan en pie el líder bandido y el último tirador, aún ocupado con Evelyn. La tensión en la cueva es palpable, y los Crimson Crusaders saben que no pueden bajar la guardia ni por un instante.
El jefe, a pesar de haber recibido el rayo de Agyo, mantiene la compostura. Escupe al suelo, sacudiendo los brazos para aliviar el entumecimiento causado por la descarga. Su mirada se oscurece y, por primera vez, se muestra listo para pelear en serio.
¿Qué haréis ahora?
Lykos vs. el líder
El barbudo gigante avanza con su escudo por delante, dispuesto a embestir a su oponente con la misma fuerza que una avalancha. Su ataque es calculado, potente, diseñado para quebrar la postura del líder y obligarlo a moverse. Sin embargo, este no es un enemigo cualquiera. Con una rapidez sorprendente para su complexión, el jefe bandido clava los talones en el suelo y recibe el golpe de frente.
El impacto es brutal. El escudo de Lykos choca contra el líder con una fuerza demoledora, pero este no se deja empujar fácilmente. Con una expresión tensa pero serena, contraataca utilizando su propia fuerza, empujando a Lykos ligeramente hacia atrás con un simple choque de cuerpos en el cual la fuerza de su rival es superior a la suya. Quizá el guerrero barbudo no esperaba que su oponente tuviera tanta potencia. Sin embargo, el jefe tampoco esperaba lo que vino después.
Desde el rabillo del ojo, un destello de energía irrumpe en la cueva. Es un rayo de energía pura, disparado por Agyo, que cruza la distancia en un parpadeo y golpea de lleno al jefe bandido. Un gruñido de dolor resuena en la cueva mientras el hombre se tambalea, su cuerpo ha sido sacudido por la descarga y ahora se encuentra algo confuso por ese ataque. Su piel se eriza por la electricidad residual, y sus músculos se contraen involuntariamente. A pesar de su fortaleza, la inesperada intervención de Agyo lo deja en una situación desventajosa, forzándolo a apretar los dientes y reajustar su postura, intentando defenderse de lo que venga.
Evelyn vs. el tirador
Mientras tanto, la tigresa se lanza contra uno de los tiradores con una velocidad que descoloca completamente a su oponente, que no se espera algo así. Sus garras brillan en la penumbra de la cueva, y en cuestión de un segundo, su primer ataque encuentra carne. El tirador gruñe de dolor al sentir las zarpas desgarrar su pecho, dejando cuatro líneas de sangre en su torso.
Sin embargo, el hombre no es un novato total. Apenas se recupera del impacto, alza su arma, bloqueando parcialmente el siguiente golpe de Evelyn. Las garras de Evelyn chocan con el arma de fuego en un estridente chirrido, y el tirador logra crear una pequeña distancia entre ambos. No escapa ileso, pues uno de los cortes de Evelyn logra arañar su brazo, pero sigue en pie y, ahora con los reflejos encendidos, se lanza a la ofensiva.
Con un grito de furia, desata una serie de disparos rápidos contra su rival, buscando hacer retroceder a la tigresa. Sus movimientos son precisos y agresivos, cada disparo busca una abertura en la defensa de Evelyn. La tigresa tendrá que moverse con agilidad para evitar ser alcanzada por los golpes de su rival.
Fon Due vs. el otro espadachín
Mientras Evelyn enfrenta su propio duelo, Fon Due ya ha fijado su siguiente objetivo: el espadachín que aún permanece en pie. Sin hacer ruido, el pequeño guerrero se desliza entre las sombras, calculando el momento perfecto para atacar.
En un movimiento rápido y preciso, salta desde una posición elevada y ejecuta una patada giratoria que impacta de lleno en el brazo del espadachín. El golpe es limpio, directo y lo suficientemente fuerte como para entumecer el brazo que sostenía su katana. El hombre intenta reaccionar, pero Fon no le da oportunidad. Dos golpes consecutivos de sus puños lo alcanzan en el torso, golpeando con la precisión de un artista marcial experimentado que hace que su rival reciba los golpes sin a penas poder defenderse.
El espadachín apenas tiene tiempo para procesar lo que sucede antes de que su cuerpo ceda ante el dolor. Con un jadeo sofocado, cae al suelo, inconsciente. Fon Due aterriza con elegancia, listo para seguir en la pelea. Ya es el segundo tipo que deja fuera de combate.
Ungyo vs. el tirador
Ungyo no pierde tiempo. Tras esquivar los disparos de su oponente, se lanza con rapidez felina hacia él, con la daga cubierta de hielo lista para terminar el enfrentamiento. El tirador, aún tambaleante por sus heridas previas, trata de reaccionar, pero es demasiado tarde.
El primer tajo de Ungyo se hunde en la carne de su oponente con precisión quirúrgica. El espadachín apenas tiene tiempo para emitir un jadeo de sorpresa antes de que el segundo golpe atraviese su estómago en una línea vertical perfecta. Su cuerpo cae al suelo con un ruido seco, sin vida.
Sin detenerse, Ungyo se impulsa con un salto ágil, utilizando el hombro de Lykos como plataforma. En un instante, se dispara como una flecha hacia el jefe bandido, con la intención de acabar con él de un solo golpe. Sin embargo, el líder reacciona con una velocidad inesperada.
Cubriendo su puño con haki, recibe la ofensiva de Ungyo con un poderoso puñetazo que impacta directamente contra su arma. El choque de energías resuena en la cueva, y la presión del golpe es suficiente para frenar el ataque en seco. Ungyo se ve obligado a retroceder, pero no sin dejar claro que su enemigo no tiene intenciones de rendirse.
El enfrentamiento está llegando a su punto crítico. Con los secuaces prácticamente derrotados, solo quedan en pie el líder bandido y el último tirador, aún ocupado con Evelyn. La tensión en la cueva es palpable, y los Crimson Crusaders saben que no pueden bajar la guardia ni por un instante.
El jefe, a pesar de haber recibido el rayo de Agyo, mantiene la compostura. Escupe al suelo, sacudiendo los brazos para aliviar el entumecimiento causado por la descarga. Su mirada se oscurece y, por primera vez, se muestra listo para pelear en serio.
¿Qué haréis ahora?