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Octojin
El terror blanco
07-02-2025, 06:13 PM
Ryu se encamina directamente hacia la sala de enfermería dentro del dojo, su cojera evidente en cada paso que da te hace entender que su estado no es el mejor del mundo. Desde luego, se ha llevado la peor parte, y quizá por eso le has conseguido vencer. Su cuerpo ha acabado por decir basta, algo que has podido ver en sus últimos coletazos en el combate, entre erráticos movimientos y pobres ofensivas.
Sus compañeros lo siguen de cerca, preocupados por su estado tras la intensa batalla. Apenas entra, el médico del dojo lo recibe con profesionalismo, indicándole que se siente sobre la camilla mientras revisa sus heridas. Su pierna y brazo muestran evidentes signos de fatiga extrema, y la quemadura en su brazo izquierdo recibe atención inmediata con ungüentos y vendajes frescos. Es probablemente la herida más grave que ha recibido Ryu, que cierra los ojos durante el proceso, respirando hondo para calmar el dolor y recuperar el aliento tras el enfrentamiento. Lo cierto es que esa pausa es una cura mental increíble, y así lo expresa su cara. Los ungüentos, junto con el resto de cremas y tratamientos parecen destensar el combatiente, que suspira y se termina de despreocupar por todo lo demás.
Mientras tanto, en otra parte del dojo, el ambiente es completamente distinto. La adrenalina del combate aún se percibe en el aire, con los aprendices comentando entusiasmados cada momento del duelo en lo que forma parte de una rutina post-combate que, viendo la gran afluencia de público que estaba viendo el combate, quizá hasta te podías esperar. Algunos gesticulan, imitando los movimientos más impactantes de la batalla, mientras otros intentan descifrar las técnicas utilizadas y la importancia de cada una de ellas. Lo cierto es que ver un combate así debe ser bastante instructor si estás aprendiendo a pelear. Tu victoria ha dejado una huella en todos los presentes, quienes no tardan en reconocer la habilidad de un guerrero que hasta hace poco era un completo desconocido para ellos. Seguro que alguno de esos niños se ve inspirado en tu gran tesón y habilidad en combate. Aunque por su bien, espero que no intenten replicar esa afilada lengua que tienes, o de lo contrario, no ganarán para collejas de sus padres.
En cuanto Ryu sale de la enfermería, su andar aún es torpe, pero su semblante refleja un cambio, diferente a cuando recibió la contundente derrota. Habla con un par de ayudantes del dojo, quienes asienten rápidamente y se dirigen a la cocina. Los cuchillos comienzan a repicar contra las tablas de madera, el aroma del arroz cociéndose en grandes ollas se mezcla con el de la carne dorándose en las brasas, y si ya tenías hambre, ahora tendrás algo más. En poco tiempo, varios platos empiezan a salir, distribuyéndose entre los estudiantes y maestros del dojo. Se nota el esfuerzo por compartir la comida como un símbolo de comunidad, algo que en el dojo es una parte fundamental de la rutina diaria. Y es evidente que tras un combate como el que acabáis de tener, deben mostrar esa habilidad también.
Entre los miembros del dojo, algunos se acercan con gestos amistosos decorados, invitándote a unirte a la comida. Frente a ti, una bandeja repleta de bolas de arroz y carne humeante te espera, un festín que sin duda viene bien tras el combate. Hay que recuperar fuerzas como buenamente se pueda, ¿no?
Ryu, a pesar de su evidente agotamiento, toma asiento cerca de ti y coge una bola de arroz con la mano, dándole un mordisco antes de dirigirse a ti con una sonrisa sincera. Te da la sensación de que está pensando qué decir, o quizá le cueste eso que tiene en mente. Pero en cualquier caso, decide soltarlo sin más.
—Muchas gracias por el combate —dice con un tono relajado—. Seguro que pronto podremos tener una revancha. Y espero que el resultado sea diferente… O al menos consiga darte más guerra.
El ambiente en el dojo se ha transformado completamente. Lo que antes era un escenario de tensión y orgullo ahora se ha convertido en un espacio de camaradería y respeto mutuo. Un lugar de nobles guerreros, junto con futuros grandes peleadores, que nace compartiendo una ilusión. La de aquellos que desean seguir la estela de Ryu o tu propia estela. Ser respetados peleadores que, algún día, llenen el escenario de vítores como vosotros lo habéis conseguido. Los estudiantes se muestran más abiertos, y puedes notar que incluso los más escépticos han cambiado su percepción sobre ti tras la demostración de tus habilidades en el combate.
Después de la comida, un par de compañeros de Ryu se acercan y te invitan a una pequeña excursión por los alrededores del dojo, para que puedas terminar de explorarlo. Mientras caminan, te explican que la primera clase del día ha comenzado y, a lo lejos, observas cómo los alumnos siguen al maestro en una serie de ejercicios que forman parte del entrenamiento matutino. Puedes verlos moviéndose al unísono mientras el maestro les indica cada paso, marca los movimientos y efectúa combos interesantes. El entrenamiento es bastante intenso, y algunos alumnos pierden el foco continuamente, pero es algo normal en este tipo de clases. La disciplina y la dedicación en cada movimiento es evidente, pero no todos logran la misma en tan poco tiempo. Hay que ser paciente y esperar a que llegue.
El paisaje que rodea el dojo es impresionante. Desde lo alto de la colina, puedes ver el río serpenteando a lo lejos, con la brisa matutina acariciando la hierba alta. A medida que avanzas, algunos estudiantes te observan con curiosidad, reconociéndote como el vencedor del combate contra Ryu. Algunos incluso te lanzan miradas de admiración, otros se acercan a tenderte la mano mientras te hacen una pequeña reverencia, mientras que otros parecen más reservados, como si intentaran descifrar en qué lugar encajará tu presencia en el dojo.
El paseo continúa hasta una zona elevada desde donde se tiene una vista panorámica del valle. Allí, los aprendices que te acompañan te explican la importancia del dojo en la región, su historia y la forma en que ha moldeado a generaciones de artistas marciales. Es un momento de descanso, pero también una oportunidad para absorber más sobre la cultura y tradiciones del lugar.
Cuando el recorrido llega a su fin, te ofrecen la opción de regresar al dojo y explorar por tu cuenta o unirte a la primera clase para observar el entrenamiento en acción. Con la confianza que has ganado, parece que ahora tienes más puertas abiertas dentro de este lugar.
Sus compañeros lo siguen de cerca, preocupados por su estado tras la intensa batalla. Apenas entra, el médico del dojo lo recibe con profesionalismo, indicándole que se siente sobre la camilla mientras revisa sus heridas. Su pierna y brazo muestran evidentes signos de fatiga extrema, y la quemadura en su brazo izquierdo recibe atención inmediata con ungüentos y vendajes frescos. Es probablemente la herida más grave que ha recibido Ryu, que cierra los ojos durante el proceso, respirando hondo para calmar el dolor y recuperar el aliento tras el enfrentamiento. Lo cierto es que esa pausa es una cura mental increíble, y así lo expresa su cara. Los ungüentos, junto con el resto de cremas y tratamientos parecen destensar el combatiente, que suspira y se termina de despreocupar por todo lo demás.
Mientras tanto, en otra parte del dojo, el ambiente es completamente distinto. La adrenalina del combate aún se percibe en el aire, con los aprendices comentando entusiasmados cada momento del duelo en lo que forma parte de una rutina post-combate que, viendo la gran afluencia de público que estaba viendo el combate, quizá hasta te podías esperar. Algunos gesticulan, imitando los movimientos más impactantes de la batalla, mientras otros intentan descifrar las técnicas utilizadas y la importancia de cada una de ellas. Lo cierto es que ver un combate así debe ser bastante instructor si estás aprendiendo a pelear. Tu victoria ha dejado una huella en todos los presentes, quienes no tardan en reconocer la habilidad de un guerrero que hasta hace poco era un completo desconocido para ellos. Seguro que alguno de esos niños se ve inspirado en tu gran tesón y habilidad en combate. Aunque por su bien, espero que no intenten replicar esa afilada lengua que tienes, o de lo contrario, no ganarán para collejas de sus padres.
En cuanto Ryu sale de la enfermería, su andar aún es torpe, pero su semblante refleja un cambio, diferente a cuando recibió la contundente derrota. Habla con un par de ayudantes del dojo, quienes asienten rápidamente y se dirigen a la cocina. Los cuchillos comienzan a repicar contra las tablas de madera, el aroma del arroz cociéndose en grandes ollas se mezcla con el de la carne dorándose en las brasas, y si ya tenías hambre, ahora tendrás algo más. En poco tiempo, varios platos empiezan a salir, distribuyéndose entre los estudiantes y maestros del dojo. Se nota el esfuerzo por compartir la comida como un símbolo de comunidad, algo que en el dojo es una parte fundamental de la rutina diaria. Y es evidente que tras un combate como el que acabáis de tener, deben mostrar esa habilidad también.
Entre los miembros del dojo, algunos se acercan con gestos amistosos decorados, invitándote a unirte a la comida. Frente a ti, una bandeja repleta de bolas de arroz y carne humeante te espera, un festín que sin duda viene bien tras el combate. Hay que recuperar fuerzas como buenamente se pueda, ¿no?
Ryu, a pesar de su evidente agotamiento, toma asiento cerca de ti y coge una bola de arroz con la mano, dándole un mordisco antes de dirigirse a ti con una sonrisa sincera. Te da la sensación de que está pensando qué decir, o quizá le cueste eso que tiene en mente. Pero en cualquier caso, decide soltarlo sin más.
—Muchas gracias por el combate —dice con un tono relajado—. Seguro que pronto podremos tener una revancha. Y espero que el resultado sea diferente… O al menos consiga darte más guerra.
El ambiente en el dojo se ha transformado completamente. Lo que antes era un escenario de tensión y orgullo ahora se ha convertido en un espacio de camaradería y respeto mutuo. Un lugar de nobles guerreros, junto con futuros grandes peleadores, que nace compartiendo una ilusión. La de aquellos que desean seguir la estela de Ryu o tu propia estela. Ser respetados peleadores que, algún día, llenen el escenario de vítores como vosotros lo habéis conseguido. Los estudiantes se muestran más abiertos, y puedes notar que incluso los más escépticos han cambiado su percepción sobre ti tras la demostración de tus habilidades en el combate.
Después de la comida, un par de compañeros de Ryu se acercan y te invitan a una pequeña excursión por los alrededores del dojo, para que puedas terminar de explorarlo. Mientras caminan, te explican que la primera clase del día ha comenzado y, a lo lejos, observas cómo los alumnos siguen al maestro en una serie de ejercicios que forman parte del entrenamiento matutino. Puedes verlos moviéndose al unísono mientras el maestro les indica cada paso, marca los movimientos y efectúa combos interesantes. El entrenamiento es bastante intenso, y algunos alumnos pierden el foco continuamente, pero es algo normal en este tipo de clases. La disciplina y la dedicación en cada movimiento es evidente, pero no todos logran la misma en tan poco tiempo. Hay que ser paciente y esperar a que llegue.
El paisaje que rodea el dojo es impresionante. Desde lo alto de la colina, puedes ver el río serpenteando a lo lejos, con la brisa matutina acariciando la hierba alta. A medida que avanzas, algunos estudiantes te observan con curiosidad, reconociéndote como el vencedor del combate contra Ryu. Algunos incluso te lanzan miradas de admiración, otros se acercan a tenderte la mano mientras te hacen una pequeña reverencia, mientras que otros parecen más reservados, como si intentaran descifrar en qué lugar encajará tu presencia en el dojo.
El paseo continúa hasta una zona elevada desde donde se tiene una vista panorámica del valle. Allí, los aprendices que te acompañan te explican la importancia del dojo en la región, su historia y la forma en que ha moldeado a generaciones de artistas marciales. Es un momento de descanso, pero también una oportunidad para absorber más sobre la cultura y tradiciones del lugar.
Cuando el recorrido llega a su fin, te ofrecen la opción de regresar al dojo y explorar por tu cuenta o unirte a la primera clase para observar el entrenamiento en acción. Con la confianza que has ganado, parece que ahora tienes más puertas abiertas dentro de este lugar.