
Arthur Soriz
Gramps
07-02-2025, 08:06 PM
El mayor miró de reojo al joven que anteriormente te había hablado con tanta superioridad. Parecía algo decepcionado a la par de enojado. Si bien tampoco es que le agradara la idea de que fueras un pirata, nada podía hacer si no estabas afiliado a los que ya de por si estaban en Demontooth. Envainó su katana y estiró uno de sus brazos agarrándote de la muñeca y jalando con fuerza llegando así a subirte sin esfuerzo alguno. Tampoco es que necesitaras demasiada asistencia, tan solo que te quitaran los filos de la cara y ya podrías subir por tu cuenta. Una vez ya más seguro en suelo firme, te miró de pies a cabeza cruzado de brazos, para luego mirar de reojo al resto de sus alumnos y hacer un ademán con la cabeza como para que se retiraran.
Cuando empezaron a hacerlo todos, el mayor detuvo al que te habló en un principio allá abajo.
— Tú no, tú te quedas aquí. —dijo en un tono que se notaba le estaba dando una reprimenda. — Me dijiste que era un pirata, me aseguraste incluso que era de los que están a las afueras de Shimotsuki, ¿me quieres explicar entonces por qué me está diciendo que no lo es y que de paso ha recorrido varias islas? Esta gente lo único que hace es quedarse en su asentamiento.
El joven se encogió de hombros ligeramente, se le notaba tenso pero esa más que nada porque le estaban diciendo algo que no le agradaba escuchar. Haberse equivocado por su exceso de confianza era algo de lo que ya le habían hablado; no tenías forma aún así de saberlo tú.
— Me habré confundido con alguien más, además... ¿por qué está aquí? Si no estás aceptando alumnos nuevos.
— ¡PORQUE NO VIENEN ALUMNOS NUEVOS! —vociferó, dándole un cachetazo en la nuca que casi hace se tambaleé para adelante y caiga por el precipicio. Tuvo que caer de rodillas y apoyar las manos en el suelo para no terminar cayendo al abismo. El mayor gruñó un poco, intentando calmarse un poco ya que estaba harto de que este muchacho se dejase guiar tanto por sus emociones y sobre todas las cosas su orgullo. — Ve adentro, prefiero hablar yo con este nuevo.
— Pero-
— Pero nada, Yui... adentro, ahora.
Ahora sabías su nombre, Yui ... este rechistó levantándose, te dedicó una última mirada de soslayo y se retiró con el resto de alumnos. Tras esto, el mayor se acomodó un poco la gabardina y te miró a los ojos como si estuviera buscando algún quiebre de temple, algún indicio de duda. Pero si habías llegado tan lejos por tu cuenta, honestamente tampoco es que tuviera razones para rechazar que fueras aunque sea hacerte una prueba.
— Me llamo Renjiro Hasegawa, soy el maestro de este dojo —extendió su mano, ofreciéndola para estrecharla contigo. Independiente de lo que hicieras, seguiría hablando—. A quien conociste antes es uno de mis alumnos... Yui Suzuki, por lo que me contó... más allá de ser un pirata, es que llegaste hasta aquí por tu cuenta, y de paso decidiste perdonarle la vida a los tigres... te agradezco por eso.
Sus palabras sonaban honestas, y su mirada si bien era severa también demostraba cierta tranquilidad. Años de práctica en el arte de la espada lo habían forjado como el hombre que era ahora. Además, alguna vez también fue joven como tú así que comprendía a la perfección ese ímpetu que pudieras tener con tal de llegar al dojo, ese espíritu ferviente de alcanzar tus metas. Dio un cuarto de vuelta, mirándote de soslayo y se dispuso a caminar en dirección a un pequeño edificio al lado del dojo principal, invitándote a seguirlo con un simple ademán de su cabeza.
Al entrar, podrías ver una mesa en medio, y unos cuantos muebles. De uno de ellos sacó dos platillos de sake y una botella de este. Se sentó en seiza y destapó la botella, sirviendo en cada platillo un poco de sake, ofreciéndote a que tomaras uno de ellos.
— Pues bien... 'forastero', puedes comenzar diciéndome tu nombre.
Cuando empezaron a hacerlo todos, el mayor detuvo al que te habló en un principio allá abajo.
— Tú no, tú te quedas aquí. —dijo en un tono que se notaba le estaba dando una reprimenda. — Me dijiste que era un pirata, me aseguraste incluso que era de los que están a las afueras de Shimotsuki, ¿me quieres explicar entonces por qué me está diciendo que no lo es y que de paso ha recorrido varias islas? Esta gente lo único que hace es quedarse en su asentamiento.
El joven se encogió de hombros ligeramente, se le notaba tenso pero esa más que nada porque le estaban diciendo algo que no le agradaba escuchar. Haberse equivocado por su exceso de confianza era algo de lo que ya le habían hablado; no tenías forma aún así de saberlo tú.
— Me habré confundido con alguien más, además... ¿por qué está aquí? Si no estás aceptando alumnos nuevos.
— ¡PORQUE NO VIENEN ALUMNOS NUEVOS! —vociferó, dándole un cachetazo en la nuca que casi hace se tambaleé para adelante y caiga por el precipicio. Tuvo que caer de rodillas y apoyar las manos en el suelo para no terminar cayendo al abismo. El mayor gruñó un poco, intentando calmarse un poco ya que estaba harto de que este muchacho se dejase guiar tanto por sus emociones y sobre todas las cosas su orgullo. — Ve adentro, prefiero hablar yo con este nuevo.
— Pero-
— Pero nada, Yui... adentro, ahora.
Ahora sabías su nombre, Yui ... este rechistó levantándose, te dedicó una última mirada de soslayo y se retiró con el resto de alumnos. Tras esto, el mayor se acomodó un poco la gabardina y te miró a los ojos como si estuviera buscando algún quiebre de temple, algún indicio de duda. Pero si habías llegado tan lejos por tu cuenta, honestamente tampoco es que tuviera razones para rechazar que fueras aunque sea hacerte una prueba.
— Me llamo Renjiro Hasegawa, soy el maestro de este dojo —extendió su mano, ofreciéndola para estrecharla contigo. Independiente de lo que hicieras, seguiría hablando—. A quien conociste antes es uno de mis alumnos... Yui Suzuki, por lo que me contó... más allá de ser un pirata, es que llegaste hasta aquí por tu cuenta, y de paso decidiste perdonarle la vida a los tigres... te agradezco por eso.
Sus palabras sonaban honestas, y su mirada si bien era severa también demostraba cierta tranquilidad. Años de práctica en el arte de la espada lo habían forjado como el hombre que era ahora. Además, alguna vez también fue joven como tú así que comprendía a la perfección ese ímpetu que pudieras tener con tal de llegar al dojo, ese espíritu ferviente de alcanzar tus metas. Dio un cuarto de vuelta, mirándote de soslayo y se dispuso a caminar en dirección a un pequeño edificio al lado del dojo principal, invitándote a seguirlo con un simple ademán de su cabeza.
Al entrar, podrías ver una mesa en medio, y unos cuantos muebles. De uno de ellos sacó dos platillos de sake y una botella de este. Se sentó en seiza y destapó la botella, sirviendo en cada platillo un poco de sake, ofreciéndote a que tomaras uno de ellos.
— Pues bien... 'forastero', puedes comenzar diciéndome tu nombre.