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Juuken
Juuken
09-02-2025, 07:06 PM
Tus palabras parecer tener una reacción que, probablemente ni siquiera te esperases lo más mínimo. Conforme empiezas a hablar de la marina, y de tu padre, notas que el gesto del tipo, el que viste de traje, se ilumina, sonríe, alegre por algo. Se escucha al tabernero de fondo tosiendo con fuerza, pero pronto se calma y sigue sus quehaceres. La taberna prácticamente se ha vaciado, tan sólo quedáis vosotros y esos dos tipos problemáticos, que parece que ya están apurando sus bebidas.
Notas cómo ese tipo, cuyo nombre todavía desconoces, está devorando tanto el plato como tus palabras. Viste elegantemente, sin embargo su forma de ser y de actuar no parecen ir acorde con esa fachada exterior de su persona. Aunque es obvio que no te quita ojo, y no parece que sea para controlarte, sino para escucharte con detenimiento.
A vuestro alrededor cada vez hay menos ruido. Los de la mesa de al lado parecen ya medio borrachos perdidos. Con el fin de tu pequeño monólogo, escuchas a tu espalda cómo los de esa mesa le piden la cuenta a Petre, el camarero, y éste acude raudo y veloz a cobrarles. Para eso no parece tener un ápice de torpeza, más bien una agilidad que no parece acorde a una persona de su corpulencia. Es un tipo bastante rechoncho, y el rostro de bonachón que tiene da a entender que el hombre, más que un atleta es un pobre tipo que hace cualquier cosa por ganarse los berries necesarios para pasar otro día más. Aún así, parece feliz.
Adviertes que tu compañero de mesa ha apurado su plato, cuando tú apenas le has metido el pico todavía. Tal vez hablas más de lo que creías, o tal vez ese tipo es un ávido devorador de guisos. Ves que cierra los ojos recostándose un poco en su silla. No tienes claro si está a punto de quedarse dormido, o si por el contrario está pensando qué respuesta darte. Sales de dudas cuando vuelve a abrir los ojos, mirándote de nuevo fijamente y sujetando la jarra. Apoya los codos en la mesa, aproximándose ligeramente hacia tí.
-Bueno. Todos tenemos nuestros secretos. ¿No crees? Pero Petre y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo ya. Digamos que fuimos compañeros de trabajo. -Parece haber ignorado por completo la parte de tu procedencia-. Un pasado del que la verdad no me siento muy orgulloso, sinceramente.
Se gira para mirar a Petre, que parece que le está mirando inquisitoriamente de reojo. Está guardando dinero en la caja, los otros tipos proceden a levantarse y marcharse del establecimiento. El tipo continúa.
-Todos podemos huir de algo, chico garuda. -Su voz en este punto parece más seria, todo lo que antes parecía tener un tono despreocupado, ahora es serio. Incluso aparenta más adulto y maduro-. Lo importante es saber de donde venimos, y hacia donde vamos.
Alzó la jarra de cerveza y se quedó mirándote. Una mirada seria, tal vez incluso un tanto fraternal. No terminas de discernir ni entender el cambio en su voz y su actitud.
-Es cierto que la marina no trae las mayores libertades. Siempre yendo de un lado a otro. Se juegan la vida contra la piratería, tan solo siguen órdenes, y tienen pocos descansos. Todo para al final acabar asesinado por aquellos que deberían protegerlos. -Vuelve a levantar la jarra-. Aquí hay buena vida, chico. Un cazarrecompensas tendrá trabajo asegurado. Plantéate lo de ser marine, chico. Tu padre lo era, tal vez así pudieras honrar su legado. -Apuró la jarra, terminándola. Acto seguido se levantó-. Aunque no todo el mundo está hecho para esa vida. Hay quienes incluso realizan su solicitud para ser miembros del gobierno.
El tipo comienza a caminar hacia la puerta. Realiza un saludo al camarero con el sombrero, saludo que este le devuelve con la misma seriedad. Parece haber algo raro en ese tipo, y el camarero no se ve la persona más normal, mucha torpeza y muchas impresiones contrarias en muy poco tiempo. ¿Quiénes son esta gente? Cuando está llegando a la entrada, y sin volver la mirada, ese tipo te dice unas últimas palabras antes de desaparecer por el umbral.
-Te puedo asegurar. Que eso es lo que querría Fujuro.
El tipo atraviesa la puerta y se pierde entre la multitud. Tal vez tengas muchas preguntas al respecto. Ese nombre que ha dicho al final. Con el tono con el que lo decía, en el cual se apreciaba la melancolía. Había tristeza en sus palabras. Pero eso no respondía a quién podía ser ese tipo. Y mucho menos explicaba una cosa. Se había ido sin pagar. Sentías la mirada de Petre atravesándote. Te encontrabas tú solo en la taberna. Incómodo. Con una cuenta que saldar.
Notas cómo ese tipo, cuyo nombre todavía desconoces, está devorando tanto el plato como tus palabras. Viste elegantemente, sin embargo su forma de ser y de actuar no parecen ir acorde con esa fachada exterior de su persona. Aunque es obvio que no te quita ojo, y no parece que sea para controlarte, sino para escucharte con detenimiento.
A vuestro alrededor cada vez hay menos ruido. Los de la mesa de al lado parecen ya medio borrachos perdidos. Con el fin de tu pequeño monólogo, escuchas a tu espalda cómo los de esa mesa le piden la cuenta a Petre, el camarero, y éste acude raudo y veloz a cobrarles. Para eso no parece tener un ápice de torpeza, más bien una agilidad que no parece acorde a una persona de su corpulencia. Es un tipo bastante rechoncho, y el rostro de bonachón que tiene da a entender que el hombre, más que un atleta es un pobre tipo que hace cualquier cosa por ganarse los berries necesarios para pasar otro día más. Aún así, parece feliz.
Adviertes que tu compañero de mesa ha apurado su plato, cuando tú apenas le has metido el pico todavía. Tal vez hablas más de lo que creías, o tal vez ese tipo es un ávido devorador de guisos. Ves que cierra los ojos recostándose un poco en su silla. No tienes claro si está a punto de quedarse dormido, o si por el contrario está pensando qué respuesta darte. Sales de dudas cuando vuelve a abrir los ojos, mirándote de nuevo fijamente y sujetando la jarra. Apoya los codos en la mesa, aproximándose ligeramente hacia tí.
-Bueno. Todos tenemos nuestros secretos. ¿No crees? Pero Petre y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo ya. Digamos que fuimos compañeros de trabajo. -Parece haber ignorado por completo la parte de tu procedencia-. Un pasado del que la verdad no me siento muy orgulloso, sinceramente.
Se gira para mirar a Petre, que parece que le está mirando inquisitoriamente de reojo. Está guardando dinero en la caja, los otros tipos proceden a levantarse y marcharse del establecimiento. El tipo continúa.
-Todos podemos huir de algo, chico garuda. -Su voz en este punto parece más seria, todo lo que antes parecía tener un tono despreocupado, ahora es serio. Incluso aparenta más adulto y maduro-. Lo importante es saber de donde venimos, y hacia donde vamos.
Alzó la jarra de cerveza y se quedó mirándote. Una mirada seria, tal vez incluso un tanto fraternal. No terminas de discernir ni entender el cambio en su voz y su actitud.
-Es cierto que la marina no trae las mayores libertades. Siempre yendo de un lado a otro. Se juegan la vida contra la piratería, tan solo siguen órdenes, y tienen pocos descansos. Todo para al final acabar asesinado por aquellos que deberían protegerlos. -Vuelve a levantar la jarra-. Aquí hay buena vida, chico. Un cazarrecompensas tendrá trabajo asegurado. Plantéate lo de ser marine, chico. Tu padre lo era, tal vez así pudieras honrar su legado. -Apuró la jarra, terminándola. Acto seguido se levantó-. Aunque no todo el mundo está hecho para esa vida. Hay quienes incluso realizan su solicitud para ser miembros del gobierno.
El tipo comienza a caminar hacia la puerta. Realiza un saludo al camarero con el sombrero, saludo que este le devuelve con la misma seriedad. Parece haber algo raro en ese tipo, y el camarero no se ve la persona más normal, mucha torpeza y muchas impresiones contrarias en muy poco tiempo. ¿Quiénes son esta gente? Cuando está llegando a la entrada, y sin volver la mirada, ese tipo te dice unas últimas palabras antes de desaparecer por el umbral.
-Te puedo asegurar. Que eso es lo que querría Fujuro.
El tipo atraviesa la puerta y se pierde entre la multitud. Tal vez tengas muchas preguntas al respecto. Ese nombre que ha dicho al final. Con el tono con el que lo decía, en el cual se apreciaba la melancolía. Había tristeza en sus palabras. Pero eso no respondía a quién podía ser ese tipo. Y mucho menos explicaba una cosa. Se había ido sin pagar. Sentías la mirada de Petre atravesándote. Te encontrabas tú solo en la taberna. Incómodo. Con una cuenta que saldar.