Teruyoshi a cada paso que daba fue contagiándose del ánimo del dojo, animándose aún más, si es que se podía, con cada carcajada, inclinación de cabeza o palmadita en la espalda que recibió… hechos que solo engordaban más el ego felino del mink. Incluso pilló a unos cuantos jóvenes imitando sus movimientos, haciendo sus propias recreaciones del combate, emocionados por el espectáculo que habían dado.
- Al final me va a gustarrr este sitio - se decía así mismo justo antes de toparse con Ryu, quien charlaba con unos conocidos a la puerta de la enfermería.
El mink aprovechó el momento para observar tranquilamente a su adversario. Era evidente cual de los dos había salido peor parado tras la contienda entre los dos luchadores. Teruyoshi se alegraba que Ryu, a pesar de sus heridas, estuviera de una pieza. Si bien el mink no sentía pena por su estado, aún recordaba lo prepotente que había sido con él y un escarmiento nunca venía mal a nadie, tampoco quería que hubiese terminado lisiado. Si bien su carácter podía chocar con el del gato porque tuvieran un ego similar, este a su vez había generado una especie de respeto hacia él por demostrar tal valía en el combate. Teruyoshi sabía valorar ese tipo de tenacidad… y más cuando pensaba hacer de él su adversario oficial de esta isla.
Teruyoshi sabía que su estancia en el lugar no sería muy duradera. Siempre terminaba aburriéndose de los sitios cuando no había estímulos que lo arraiguen a él y dudaba que Ryu mejorase lo suficientemente rápido como para darle un combate de verdad en poco tiempo. Además, el mink estaba seguro para no estar hecho para la vida y rectitud de un dojo, hecho que antes o después terminaría buscándoles problemas con la gente de la isla… aunque tampoco había que adelantar acontecimientos, ya que por el momento el gato había conseguido lo contrario y podía relajarse cómodamente un tiempo.
Entonces el olor a comida llegó hasta sus fauces, haciendo que hilo de pensamiento se desvaneciera, pasando al modo automático en busca de un asiento para comer. Tenía tantas ganas de comer que hasta había olvidado a Ryu. Su mente ya solo podía pensar en saborear la carne que habían preparado como guarnición para el arroz, la cual lucía una pinta deliciosa… o al menos así fue hasta que escuchó que alguien a su lado lo interrumpía. Era nada más y nada menos que su nuevo amigo, quien había decidido tomar asiento a su lado y darle conversación mientras comían.
- Sino pierrrdo el pellejo en alguna de las mías… - contestó Teruyoshi con tono divertido mientras llenaba el plato hasta arriba. Luchar siempre le daba un hambre voraz. - Prrrometo volverrr a porrr nuestrrra rrrevancha - siguió antes de comenzar a devorar una bola de arroz, la cual desapareció prácticamente la mitad tras el primer tiento del mink.
Una vez satisfecho, Teruyoshi aceptó el paseo que le ofrecieron por los terrenos del dojo. No había mejor manera para bajar la comida que dar un suave pasea, por lo que no dudo ni un momento en aceptar la invitación de los estudiantes.
El recorrido por los alrededores le permite bajar la guardia del todo, caminando con las manos en los bolsillos a la par que escuchaba las historias del dojo sin interrumpir demasiado, absorbiendo cada detalle o salseo interesante que saciara su curiosidad. Durante el paseo, también pudo observar más de cerca a los jóvenes entrenar, aprendiendo pequeños detalles que quizás pudiera implementar en sus propias rutinas.
Tras un rato de paseo, en el que siguió interactuando con todo el que se topaba, la visita llegó a su fin y volvieron a dejarlo a su bola. Teruyoshi ya había aprendido suficiente del lugar por el día, por lo que decidió volver a lo alto de la colina, sitio donde había estado disfrutando de unas vistas espectaculares. El mink rebuscó entre sus pertenencias hasta dar con un par de bolas de arroz que se habían extraviado hasta ahí sin querer, las cuales devoró con gusto mientras observaba el paisaje bajo la perspectiva de un gato satisfecho consigo mismo.
- Prrrometo volverrr más fuerrrte aún - sentenció mirando al cielo.
- Al final me va a gustarrr este sitio - se decía así mismo justo antes de toparse con Ryu, quien charlaba con unos conocidos a la puerta de la enfermería.
El mink aprovechó el momento para observar tranquilamente a su adversario. Era evidente cual de los dos había salido peor parado tras la contienda entre los dos luchadores. Teruyoshi se alegraba que Ryu, a pesar de sus heridas, estuviera de una pieza. Si bien el mink no sentía pena por su estado, aún recordaba lo prepotente que había sido con él y un escarmiento nunca venía mal a nadie, tampoco quería que hubiese terminado lisiado. Si bien su carácter podía chocar con el del gato porque tuvieran un ego similar, este a su vez había generado una especie de respeto hacia él por demostrar tal valía en el combate. Teruyoshi sabía valorar ese tipo de tenacidad… y más cuando pensaba hacer de él su adversario oficial de esta isla.
Teruyoshi sabía que su estancia en el lugar no sería muy duradera. Siempre terminaba aburriéndose de los sitios cuando no había estímulos que lo arraiguen a él y dudaba que Ryu mejorase lo suficientemente rápido como para darle un combate de verdad en poco tiempo. Además, el mink estaba seguro para no estar hecho para la vida y rectitud de un dojo, hecho que antes o después terminaría buscándoles problemas con la gente de la isla… aunque tampoco había que adelantar acontecimientos, ya que por el momento el gato había conseguido lo contrario y podía relajarse cómodamente un tiempo.
Entonces el olor a comida llegó hasta sus fauces, haciendo que hilo de pensamiento se desvaneciera, pasando al modo automático en busca de un asiento para comer. Tenía tantas ganas de comer que hasta había olvidado a Ryu. Su mente ya solo podía pensar en saborear la carne que habían preparado como guarnición para el arroz, la cual lucía una pinta deliciosa… o al menos así fue hasta que escuchó que alguien a su lado lo interrumpía. Era nada más y nada menos que su nuevo amigo, quien había decidido tomar asiento a su lado y darle conversación mientras comían.
- Sino pierrrdo el pellejo en alguna de las mías… - contestó Teruyoshi con tono divertido mientras llenaba el plato hasta arriba. Luchar siempre le daba un hambre voraz. - Prrrometo volverrr a porrr nuestrrra rrrevancha - siguió antes de comenzar a devorar una bola de arroz, la cual desapareció prácticamente la mitad tras el primer tiento del mink.
Una vez satisfecho, Teruyoshi aceptó el paseo que le ofrecieron por los terrenos del dojo. No había mejor manera para bajar la comida que dar un suave pasea, por lo que no dudo ni un momento en aceptar la invitación de los estudiantes.
El recorrido por los alrededores le permite bajar la guardia del todo, caminando con las manos en los bolsillos a la par que escuchaba las historias del dojo sin interrumpir demasiado, absorbiendo cada detalle o salseo interesante que saciara su curiosidad. Durante el paseo, también pudo observar más de cerca a los jóvenes entrenar, aprendiendo pequeños detalles que quizás pudiera implementar en sus propias rutinas.
Tras un rato de paseo, en el que siguió interactuando con todo el que se topaba, la visita llegó a su fin y volvieron a dejarlo a su bola. Teruyoshi ya había aprendido suficiente del lugar por el día, por lo que decidió volver a lo alto de la colina, sitio donde había estado disfrutando de unas vistas espectaculares. El mink rebuscó entre sus pertenencias hasta dar con un par de bolas de arroz que se habían extraviado hasta ahí sin querer, las cuales devoró con gusto mientras observaba el paisaje bajo la perspectiva de un gato satisfecho consigo mismo.
- Prrrometo volverrr más fuerrrte aún - sentenció mirando al cielo.