Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [C-Pasado] El Halcón y el Cuervo.
Ubben Sangrenegra
Vali D. Rolson
El peliblanco de sonrisa pícara y ojos dorados había logrado romper el hielo con su primera pregunta, aunque, sin saberlo, solo había arañado la superficie de lo que resultaría ser un profundo permafrost antes de descubrir al verdadero Gavyn. El rubio, al levantar la cabeza, dejó al descubierto la parte inferior de su rostro, revelando una cicatriz prominente que se deslizaba hacia el interior de su camiseta de cuello alto. Los ojos de Ubben recorrieron la cicatriz con lentitud, siguiendo su trayectoria hasta donde la ropa la ocultaba. Con un gesto calmado, el chico de cabellos dorados tomó una brocheta y asintió, aceptando la propuesta de Ubben de compartir los nuggets, siempre y cuando fueran en cantidad considerable. Ubben respondió con una sonrisa astuta y un asentimiento leve de cabeza, como si ya hubiera anticipado esa respuesta.

Mientras el peliblanco daba un sorbo a su cerveza, su mente comenzó a divagar entre los recuerdos de sus numerosas experiencias en las islas donde se había escondido de la Marina. En más de una ocasión, había intentado forjar amistades con los lugareños, solo para ser traicionado cuando descubrieron el precio que tenía su cabeza. La codicia y la traición eran moneda corriente en su vida, una lección que había aprendido a la fuerza. Era plenamente consciente de lo que la gente era capaz de hacer por un puñado de berris, habiéndolo experimentado en carne propia al trabajar para los bajos fondos, donde se había convertido en un operativo dispuesto a ensuciarse las manos para sobrevivir.

Sus pensamientos se desvanecieron cuando terminó su trago, justo cuando el rubio comenzó a responder a su segunda pregunta, que había lanzado más como una broma ligera para aliviar el ambiente tenso. —Ah, entiendo, entonces solo tienes un cabello realmente hermoso— afirmó Ubben en tono juguetón, respondiendo a la explicación del rubio sobre su buen radar para detectar gays. Con una mirada calculadora, Ubben se inclinó hacia adelante, acercándose lentamente al rostro del solárian mientras este terminaba su jarra de un trago. —¿Por qué le pediría el contacto a una aventura de una o dos noches?— añadió Ubben, siguiendo el juego, con una expresión que intentaba mantener al rubio fuera de balance.

Sus palabras, cargadas de una sutil insinuación, acompañadas por sus ojos dorados clavados intensamente en el ángel frente a él, buscaban establecer su control sobre la situación. Simultáneamente, tomó una de las brochetas de pollo y la llevó a su boca de manera provocadora, intentando tentar al rubio y hacerlo bajar la guardia. Por lo que el pelidorado había mencionado sobre su radar gay, Ubben asumió que Gavyn lo era, lo cual le proporcionaba una nueva oportunidad para manipular la situación. —Podría no solo acariciar tu ego, si quisieras...— murmuró con una mirada lasciva mientras le ofrecía la brocheta mordida al chico.

Aunque Ubben era heterosexual, la vida en las sombras y su constante lucha por sobrevivir como un bribón le habían enseñado numerosos trucos para salirse con la suya. Falsas amistades, mentiras, seducción, extorsión, amenazas e incluso tortura eran herramientas que no dudaba en utilizar cuando la situación lo requería. Su brújula moral se había perdido hace tiempo en la tormenta perpetua que azotaba su corazón desde que su padre había sido falsamente acusado de corrupción, diez largos años atrás.

Cuando llegaron los nuggets, Ubben no tardó en pedir otro plato más, ya que el hambre comenzaba a apremiarle. El solárian aceptó la oferta de un trago, pero dejó en claro que no le gustaba tener deudas, a lo que Ubben respondió con una sonrisa serena. —A veces, un simple "gracias" es suficiente, ¿sabes?— comentó antes de morder uno de los nuggets, disfrutando del increíble sabor. Para una posada tan sencilla, la cocina era sorprendentemente buena.

La tercera pregunta fue respondida poco después por el chico de cabellos dorados, quien, al igual que Ubben, devoraba los nuggets y las brochetas con una voracidad notable. Gavyn reveló que, efectivamente, era un solárian, lo cual despertó aún más la curiosidad de Ubben, especialmente cuando mencionó que los Skypean no podían volar. —Interesante, nunca había conocido a un solárian... y tampoco sabía que los Skypean no podían volar. Curioso, ¿no? Debe ser una verdadera crueldad del destino tener alas y estar anclado al suelo, como esos torpes pájaros de hielo, los pingüinos,— comentó Ubben con tono reflexivo, mientras procesaba la nueva información.

Fue entonces cuando el chico se presentó, utilizando una palabra que Ubben aprovechó para avanzar en su plan. —Gavyn... un nombre bonito,— dijo, clavando sus intensos ojos dorados en los de Gavyn, antes de añadir con una sonrisa astuta. —Ubben, Ubben Sangrenegra. Y si te portas bien, quizás el placer no se limite solo a hablar.— Esperó la respuesta del rubio mientras terminaba su jarra casi vacía y llamaba al mesero para pedir otra ronda de cerveza. Luego, volvió a mirar a Gavyn y agregó con un tono casi casual. —¿Eres de por aquí? Es la primera vez que vengo a Kilombo, y debo admitir que me siento bastante perdido en Rostock. No me vendría mal que alguien me mostrara la ciudad.
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RE: [C-Pasado] El Halcón y el Cuervo. - por Ubben Sangrenegra - 12-08-2024, 06:27 PM

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